
Un ganadero examina la boca de una vaca buscando signos de fiebre aftosa. Ajeng Dinar Ulfiana - Reuters 3m5y5p
La fiebre aftosa pone en alerta a Europa, un virus "apocalíptico" para el ganado: "En España nos está preocupando mucho" 6u3g1n
Aunque no afecta al ser humano, es extremadamente resistente y contagioso, y lleva al aislamiento y sacrificio de cabañas enteras de ganado. 5x1s54
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El caos se ha instalado en las fronteras entre Eslovaquia, Hungría y Austria tras detectarse varios focos de fiebre aftosa en explotaciones bovinas de la zona. El temor a la propagación de la enfermedad causada por un aphtovirus obliga a la desinfección de los vehículos que tratan de circular entre estados. La preocupación es máxima por el impacto que puede suponer la extensión de una de las zoonosis más temidas por los ganaderos, y el gobierno húngaro ha añadido un punto de dramatismo al no descartar que se trate de un "ataque biológico".
La realidad es que, aunque no se había registrado ningún brote en la zona en medio siglo -el último caso en España se registró en Talavera en 1986, informa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación-, el virus de la fiebre aftosa es famoso por permanecer latente en el medio ambiente. Afecta a los mamíferos de pezuña hendida, por lo que no sólo lo transmiten las vacas, ovejas y cerdos, sino también los cérvidos, caprinos y jabalíes silvestres. Se contabilizan siete serotipos, y contraer uno de ellos no confiere defensa contra los otros seis, lo que dificulta la inmunización.
Independientemente de las insinuaciones del gobierno de Viktor Orbán, la investigación de Comisión Europea certifica que se trata del serotipo O. La sintomatología no obstante es la misma: el animal sufre ampollas y ulceraciones en zonas blandas como el interior de la boca y el intersticio entre las pezuñas. La mortalidad es baja y se concentra en terneros, pero es muy dolorosa: las vacas dejan de pastar y moverse, y babean incontrolablemente. Al contrario que la gripe aviar, no causa enfermedad en humanos, pero podemos transportar y diseminar el virus.
La fama de "apocalíptica" que recibe la fiebre aftosa se remonta a comienzos del siglo XXI cuando apareció en la ganadería británica, ya fuertemente impactada en las décadas precedentes por la 'enfermedad de las vacas locas'. Seis millones y medio de cabezas de ganado tuvieron que ser sacrificadas y las enormes hogueras en las que se incineraron los cuerpos dejaron imágenes indelebles de devastación. El impacto económico fue aún mayor por el hecho de que la carne británica estuvo excluída del comercio internacional durante la crisis.
"Los ganaderos que vivieron los brotes en los 80 recuerdan que los animales lo pasaban muy mal", confirma Alberto Díez Guerrier, veterinario especialista en rumiantes y profesor asociado de Sanidad Animal en la Universidad Complutense. La fiebre aftosa tiene baja mortandad pero una enorme morbilidad, explica el experto. "Es muy, muy transmisible. No sólo de animal a animal, sino a través de la leche y la carne, incluso procesados. Las botas de los trabajadores y las ruedas de los camiones pueden transportarlo". La solución es la más drástica: el sacrificio de todos los ejemplares de la granja, y la destrucción de los productos derivados.

Una granja de Dunakiliti, Hungría, intervenida por las autoridades por un brote de fiebre aftosa.
En lo que va de 2025 ya se han dado dos brotes de fiebre aftosa en Europa. El primero fue en Alemania el pasado enero en una manada de búfalos de agua. Dado que no es una especie autóctona, no se encontraban en o con otras granjas, por lo que pudo contenerse. La situación ahora mismo en Hungría y Eslovaquia es mucho más grave, confirma Díez Guerrier, y corresponde a una nueva cepa. La vacunación no es una solución porque no confiere inmunidad universal frente a las variantes, explica, y además interferiría con el protocolo. "Para garantizar que una región está libre por completo de la enfermedad, los animales deben dar negativo en anticuerpos".
"El virus de la fiebre aftosa nos tienen preocupadísimos en España", subraya el especialista, aunque descarta que pueda llegar desde Hungría y Eslovaquia. "Es una enfermedad que consideramos reemergente. España está cerca del norte de África, donde existen muchas de estas enfermedades, y el cambio de las temperaturas está facilitando su entrada. Una persona puede cruzar el Estrecho camino de Centroeuropa y dejar su basura en una gasolinera española. Los jabalíes pueden comérsela, y si el virus estaba presente, pueden convertirse en reservorio. Da miedo pensarlo".
Es el motivo por el que los protocolos son draconianos en cuanto a los desplazamientos de mercancías y personas por las zonas afectadas. "Se establece un perímetro de seguridad", resume el experto, que también asesora al Consejo General de Colegios Veterinarios de España. "Y en su interior, se destruye todo. El coste económico es altísimo". Sin embargo, no se plantea el riesgo de zoonosis -contagio al ser humano- como con la gripe aviar. "La fiebre aftosa es muy antigua y endémica en gran parte del mundo. El humano puede ser un vector importante de transporte, pero nadie se va a contagiar por comer ternera o beber leche".