Galicia es tierra de ríos, montes y una naturaleza exuberante, lo que la convierte en un auténtico paraíso de cascadas y saltos de agua. A pesar de que algunas, como la Fervenza do Ézaro en Dumbría, son bastante conocidas, hay muchas otras que siguen siendo auténticos tesoros ocultos, lejos de las rutas más turísticas.
La combinación de un clima lluvioso y una orografía accidentada ha dado lugar a numerosas cascadas que se reparten por toda la comunidad, muchas de ellas en lugares recónditos de frondosos bosques, valles o cañones fluviales.
Muchas de estas cascadas forman parte de rutas de senderismo poco transitadas, lo que las convierte en lugares perfectos para quienes buscan disfrutar de la naturaleza en estado puro, sin aglomeraciones. Galicia aún guarda muchos rincones por descubrir, y sus cascadas son un claro ejemplo de ello.
La provincia de Pontevedra es un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza, y uno de sus mayores tesoros son sus cascadas. Aunque no siempre reciben la atención que merecen, estas fervenzas (como se llaman en gallego) están repartidas por toda la provincia, muchas escondidas entre frondosos bosques o en valles recónditos.
Entre las cascadas más destacadas de Pontevedra se encuentra las Caldeiras de Parrelos, un rincón poco conocido pero de una belleza increíble. Nacen del río Tea y se esconden entre formaciones rocosas de gran valor ecológico, siendo parte del prestigioso proyecto Red Natura 2000.
Este entorno privilegiado se ubica en el municipio de Covelo, concretamente en la parroquia de Prado. Para facilitar su , recientemente se ha habilitado un sendero peatonal llamado Camiño das Estrelas, que permite a los visitantes disfrutar de este impresionante paisaje natural.
El Camiño das Estrelas guía a los excursionistas por un recorrido lleno de rincones espectaculares, como el molino de Longo, la encantadora Carballeira do Rei y el puente Abuiña, entre otros lugares de gran valor paisajístico.
Con una longitud de unos 8 kilómetros, esta ruta lineal se completa en aproximadamente tres horas, ofreciendo una experiencia única para conectar con la naturaleza, irar paisajes sorprendentes y descubrir la belleza oculta de las Caldeiras de Parrelos en todo su esplendor.
Cabe destacar que el recorrido comienza en los alrededores de la iglesia parroquial de San Salvador de Prado, un templo barroco de una sola nave cuya fachada destaca por su puerta adintelada, una ventana enmarcada en una hornacina y una espadaña con doble campanario, entre otros detalles arquitectónicos.
Muy cerca de esta iglesia se encuentra el primero de los molinos que forman el conjunto etnográfico de Cende, compuesto por el Muíño do Longo, los dos Vidal, el de Chaparro y el de Turno.
Este último molino cuenta con un largo canal fluvial que, desde hace décadas, canaliza el agua hacia unas presas situadas en la parte más elevada de esta parroquia, enclavada en las faldas de los sistemas montañosos del Faro de Avión y la sierra do Suído.
Tras alcanzar la parte más elevada del Sendeiro das Estrelas, el recorrido prosigue por la margen izquierda de la poza, descendiendo por un estrecho sendero que conduce a uno de los lugares más impresionantes de la ruta: la Fervenza de Parrelos. Esta espectacular cascada se oculta en un estrecho y rocoso valle, en su mayor parte protegido dentro de la Red Natura 2000.
Este enclave natural, situado a orillas del río Tea a su paso por la aldea de San Salvador de Prado, es conocido también como las Caldeiras de Parrelos, un rincón de gran belleza que forma parte del valioso patrimonio natural de la zona.
Sin lugar a dudas, la Fervenza de Parrelos es uno de los rincones más impresionantes y sobrecogedores que hemos encontrado en esta zona del río Tea. Su imponente caída de agua, enclavada en un paisaje de gran valor ecológico, ofrece un espectáculo natural que deja sin palabras a quienes tienen la oportunidad de contemplarlo.
La combinación de la fuerza del agua, el entorno rocoso y la exuberante vegetación que la rodea crea una estampa de gran belleza y un ambiente único, donde se respira tranquilidad y conexión con la naturaleza.