
Letizia, en su enlace con el entonces príncipe Felipe, hace 21 años. 6n1i
La comunicación no verbal de Letizia en su boda: el llamativo gesto con Juan Carlos I y lo que vaticinaba su aplomo 1g5u6r
Dos expertas en la materia analizan los gestos de la Reina en el gran día. Miradas cómplices, serenidad y otros detalles ocultos que ahora salen a la luz. 4v6f5b
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El 22 de mayo de 2004, una periodista asturiana llamada Letizia Ortiz Rocasolano le daba el "sí, quiero" al futuro rey de España: una plebeya en la corte de los Borbón que llegaba para poner su sello personal a la monarquía.
Era su gran día, en la catedral de La Almudena de Madrid, con millones de ojos puestos en ella. Algo, sin duda, que conllevaba una gran responsabilidad para una persona que no había sido educada para ser princesa.
Hoy, 21 años después de la boda real, analizamos los gestos de la actual Reina en el día que cambió su vida para siempre.
Más allá de su magnífico vestido nupcial, confeccionado por Pertegaz, la tiara Prusiana que coronaba por primera vez su cabeza y de la incómoda lluvia que ensombreció ligeramente la fecha histórica, cobra importancia lo que se ocultaba tras los gestos de la novia.
Los mismos que ahora dos expertas en la materia analizan para Magas con el fin de adentrarnos en los momentos más íntimos. Spoiler, lo que revelan ya anunciaba el perfil oficial de la futura Reina, aunque en ese momento pocos lo imaginaran.
Fueron muchas las anécdotas de aquel majestuoso evento, como la llegada de Carolina de Mónaco sola, sin su marido Ernesto de Hannover, o la patada del travieso Froilán durante la ceremonia. Pero la protagonista era la periodista que había conquistado al heredero.

Felipe y Letizia en la Catedral de la Almudena.
Todo estaba milimétricamente planificado para que no hubiera fallos, aunque siempre hay detalles reveladores. La sonrisa nerviosa de Letizia a su llegada mientras veía caer un auténtico diluvio, saludando desde el coche y seguramente rezando para sus adentros para que escampara.
También su caminar lento, debido al peso del vestido y quizá también a no encontrarse demasiado bien, pues parece que había tenido fiebre. Una vez dentro del templo, comenzaban las miradas cómplices y la emoción contenida de los novios.
La doctora Sonia El Hakim, presidenta de la Asociación Española de Comunicación No Verbal, comienza el análisis de esta manera.
"Una boda real es la combinación exacta entre lo personal y lo profesional, es decir, tener que casarte cumpliendo con un rol de princesa. Y eso tiene una dificultad añadida, porque han de controlar la conducta", dice.
"Es aquí donde la oculésica (el lenguaje de los ojos) cobra importancia, porque los gestos están medidos. Felipe y Letizia lo vivieron de una manera diferente. Al principio, ella está mucho más pendiente del contexto que él, porque resultaba algo novedoso, toda esa parafernalia con 1.200 invitados, etc. No estaba acostumbrada", añade.
Una vez en altar, Macarena Arnás, psicografóloga y también especialista en comunicación no verbal, pone el énfasis en lo siguiente:
"Lo que más me llamó la atención a la llegada y durante la ceremonia fue la actitud tan erguida de la novia, que en varias ocasiones se coloca el velo y mira para atrás, lo que indica que quería que todo estuviera perfecto y que cuidaba los detalles al máximo".
#Undíacomohoy (2004), si no estabas en el centro de Madrid, estabas en casa frente a la tele viendo la boda de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz. ¡Con bastante probabilidad! Aquí un resumen de lo que viste --> https://t.co/ZOOx4orgfA #FelizLunes #FelizSemana #22Mayo #BuenosDías pic.twitter.com/gVnYIOxYjC
— Archivo RTVE (@ArchivoRTVE) May 22, 2023
En el mismo sentido se pronuncia Sonia: "Ella está perfecta, todo muy controlado, pero las miradas hablan, es la licencia que ellos se permiten como personas y no como profesionales para mostrar esa emoción y esa complicidad".
Pese a lo que pudiera parecer, la entonces Princesa solo dejaba ver "los nervios lógicos de toda novia, no hay una ansiedad especial por no saber cómo actuar, porque estaba medido y ensayado. De hecho, cuando ella hace los votos, no se aprecia en su voz signos de inquietud".
La misma seguridad muestra a la hora de pronunciar el "sí, quiero". "Hay una actitud muy serena. El ritmo a la hora de expresarse es pausado, lo que indica que a medida que va avanzando la ceremonia, Letizia se iba sintiendo más tranquila y segura.
A la salida de la iglesia, hay un momento que vuelve a mirar hacia atrás, controlando la situación", explica Arnás.
Sin duda, el aplomo de Felipe le sirvió también de apoyo. "Las miradas de complicidad con el entonces príncipe son constantes, lo que refleja que él le trasmite calma y tranquilidad. Siente su protección. Hay bastantes sonrisas genuinas, donde podemos hablar de cierta timidez por parte de Letizia", añade.
Una vez terminada la misa nupcial, llega el momento del posado y de las fotografías, donde la Reina hace gala de su lado más natural y desenfadado: "Va perdiendo esa rigidez o ese autocontrol del principio".
Macarena tiene un resumen bastante claro tras el análisis de la comunicación no verbal del enlace: "Podemos hablar de la fortaleza mental de Letizia, de algún modo es consciente de la presión que tenía, pero su lenguaje corporal indica que supo mantener la calma".
Y estos rasgos de su personalidad en sus inicios como Princesa son precisamente los que ha desarrollado en estos 21 años de permanencia en la Casa Real, aumentando paulatinamente sus labores institucionales que siempre desarrolla de manera impecable.
Es una mujer fuerte, perfeccionista y con gran capacidad de autocontrol, tal y como ya anunciaba su actitud aquel 22 de mayo de 2004 y que es algo que hemos podido comprobar con el transcurrir del tiempo.
Para terminar, una anécdota que a la grafóloga y experta en comunicación no verbal le llama mucho la atención: "Cuando se hacen la foto de familia, ella busca la mirada de Felipe y también la de la reina Sofía, se dirige hacia ellos.
Sin embargo, evita el o visual con el rey Juan Carlos I, lo que refleja que podría sentirse algo intimidada por él".