Parte del equipo de Remolonas Food, en su nave en Valladolid.

Parte del equipo de Remolonas Food, en su nave en Valladolid. Andrea G. Cilleruelo

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Carlos, Eduardo y Pablo fundaron Remolonas Food, la empresa vallisoletana que le da una segunda vida a la fruta 'fea'

Con el objetivo de reducir el desperdicio alimentario, compran el excedente a agricultores o empresas y lo venden al consumidor por un precio más bajo.

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La belleza está en el interior. Puede que parezca un eslogan de anuncio, o un cliché barato que se usa en una conversación baladí para salir del paso.

Sin embargo, hay quiénes piensan que es mucho más que eso: un lema de vida, una manera de autorreconocerse (o autoengañarse)... o, incluso, una idea de negocio.

A simple vista, parece poco realista montar un imperio de una unidad de palabras, pero eso es exactamente lo que han hecho un grupo de tres vallisoletanos.

Fue en plena pandemia cuando, en un letargo de un mundo paralizado, la cabeza de Carlos Pérez comenzó a maquinar. 

"Con tanto tiempo para pensar, investigué sobre algo que me preocupaba muchísimo, que era el desperdicio y el excedente en la industria alimentaria. Pensé en por qué cada año toneladas de frutas y verduras acaban en la basura, a pesar de su buen estado, solo porque son imperfectas. Fue, por así decirlo, como sentir la llamada", cuenta. 

Y con esa idea marcada a un objetivo, y con muchas horas invertidas en estudios de mercado e inversiones, decidió buscar socios. 

Fue en ese momento cuando conoció a Pablo Enjuto y a Eduardo Aparicio y, juntos, se lanzaron en esta nueva aventura. Hubo que esperar un tiempo. De hecho, más de cuatro años para que el sueño se hiciese realidad.

Pero en agosto de 2024, pusieron todo a punto y dieron el pistoletazo de salida a lo que hoy en día se ha convertido en Remolonas Food, la empresa que da una segunda vida a los alimentos 'feos', llevándolos directamente a sus casi 3.000 clientes por un precio mucho menor al del supermercado. 

Porque definitivamente, la perfección no va ligada a la calidad. Y porque el sabor, al igual que la belleza, siempre está en el interior. 

De la huerta al plato

El funcionamiento es sencillo. Desde Remolonas buscan y se ponen en o con aquellos agricultores y/o empresas de la alimentación que tenga excedente o, en su defecto, productos que, ya sea por un mal etiquetado o por una apariencia "poco agraciada", no pueden ser vendidos.

"Muchas veces los supermercados no quieren nada que a la vista no sea perfecto, ni tampoco nada que vaya a caducar en un período de, a lo mejor, tres meses. Muchos agricultores se quedan con toneladas de producto sin vender porque son feos o tienen problemas de tamaño a la hora de encajar en el envasado, y nosotros les pagamos por ello un precio justo que nos permite venderlo de una manera más económica al consumidor", explica Pérez. 

Así, cuenta el CEO, no solo contribuyen a intentar eliminar el desperdicio alimentario, sino que se convierten en una alternativa más económica a las grandes superficies de adquirir productos frescos. Y tan frescos, como que van de la huerta al plato

"Los productos del supermercado, para que sean así de bonitos, suelen ser tratados. En nuestro caso, todo es 100% natural, no llevan ningún tipo de aditivos o químicos", explica Lorena Fernández, responsable de comunicación de la marca. 

Una vez recogidos, estos alimentos van directos a la nave de Remolonas, situada en Valladolid. Allí, se agrupan por tipo de productos en varios lineales y cámaras donde esperan a ser los elegidos por los trabajadores para elaborar una de sus cajas. 

Trabajadores de Remolonas, en la cadena de elaboración de cajas.

Trabajadores de Remolonas, en la cadena de elaboración de cajas. Andrea G. Cilleruelo

Estas cajas pueden ser de dos tamaños, la mini remolona o la súper remolona, de siete u 11 kilos respectivamente, que el cliente recibe en su casa y a las cuales puede acceder a través de un modelo de suscripción.

"Ofrecemos tanto tamaño de paquete como tiempo de entrega. Los s pueden elegir si reciben semanalmente o quincenalmente. Con la pequeña tenemos que cobrar gastos de envío, pero estos se puede eludir fácilmente llegando a los 19 euros, ya sea a través de productos frescos o de artículos de despensa", explica Fernández.

Porque sí, en Remolonas no todo es fruta y verdura, también hay artículos de otras secciones como embuchados, cremas de frutos secos, galletas, aceites o conservas de primeras marcas, entre otros muchos lotes que van variando dependiendo "de lo que le sobre al proveedor esa vez". Eso sí, siempre producto made in Spain

Caja pendientes de envío, elaboradas con materiales reciclados.

Caja pendientes de envío, elaboradas con materiales reciclados. Andrea G. Cilleruelo

De esta manera, la sorpresa también entra en el juego. Cada semana, encontrarás productos nuevos en catálogo y, en cuanto a la fruta y la verdura, tendrás que responder ante el azar, ya que será la estacionalidad y la necesidad de los cultivos los que elegirán

"Aunque en este caso el cliente no pueda elegir qué productos comprar en cuanto a frescos se refiere, tenemos en cuenta posibles intolerancias, así que antes de recibir la caja, se le envía una lista de productos que ya sabemos que hay en previsión esa semana y permitimos que elimine uno", explica el CEO. 

Si tienes una alergia más severa, Remolonas no es tu sitio porque no pueden asegurar que no haya contaminación cruzada. De momento.

"Estamos en constante evolución, y tenemos pensado introducir algunas novedades logísticas. Entre ellas, una posible selección o eliminación de más productos para poder llegar a la gente que tenga alergias", aventura Pablo Enjuto, fundador y CTO de la empresa. 

Negocio de "triple impacto"

Desde Remolonas se definen como un negocio "de triple impacto". No sólo contemplan el área medioambiental, también la económica y la social.

Impacto medioambiental: reducen el desperdicio alimentario y, además, diseñan su hoja de ruta para que el transporte sea lo más sostenible posible, entregando los paquetes por áreas y días de la semana para hacerlo más eficiente. Además, sus cajas están elaboradas con cartón reciclado. 

Impacto económico: pagan a los productores un precio justo por su producto y, a su vez, lo venden a un precio más bajo al cliente. 

Impacto social: en Remolonas, colaboran con asociaciones como Cycle o Intras, contratando a personal que tiene un más difícil al mundo laboral. 

3.000 clientes en ocho meses

Aunque la primera semilla de Remolonas Food se puso en el año 2020, no fue hasta el 4 de agosto de 2024 cuando este proyecto pudo transformarse en una exitosa realidad.

La primera caja con el sello Remolonas salió de una pequeña nave industrial ubicada en el polígono San Cristóbal, con un destino no muy lejano ya que, en vista de ver si la idea funcionaba, tan sólo repartían a nivel local. Sin embargo, a esta le siguieron cientos, que después se convirtieron en miles

Y es que a la vista está que el modelo Remolonas ha funcionado. Desde aquel día de verano, del que han pasado tan sólo ocho meses, han aumentado sus clientes hasta los casi 3.000, ubicados alrededor de todo el territorio español porque, a excepción de las islas canarias, sus productos han conseguido traspasar la frontera castellana

Además, cuentan ya con más de 1.200 proveedores, por lo que el surtido de productos se vuelve "cada vez más amplio" y siempre está "con vistas a crecer".

"Estamos valorando cómo podemos incluir en nuestro surtido productos de nevera, como carne y lácteos. Presuponemos que podrá ser en breve, porque la idea es hacer de Remolonas no un servicio complementario, sino un supermercado al uso donde el cliente pueda hacer el total de su compra aquí", finaliza el CEO.