Iván Espinosa de los Monteros fue portavoz de Vox en el Congreso. Ahora, lanza libro y think tank con un catálogo de propuestas para reformar el país.

Iván Espinosa de los Monteros fue portavoz de Vox en el Congreso. Ahora, lanza libro y think tank con un catálogo de propuestas para reformar el país. Cristina Villarino 4wg2z

Política HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Espinosa de los Monteros: "La derecha quiere llegar a Moncloa viendo pasar el cadáver del enemigo. Hace falta más" 6x1t3s

"La derecha cree que España es un país de izquierdas. Por eso, el PP dice lo mismo que el PSOE... con diez años de retraso". 584au

"La izquierda es un producto infinitamente peor que la derecha. Pero la derecha es incapaz de entusiasmar en España". 4w5o10

"Sánchez ha logrado que haya más dependientes del Estado que aportantes". 5562f

"Algunos en Vox se rieron de los ataques contra mí en la Complutense. Es la condición humana. Envidias, celos... No voy a responder a los ataques de ese lado. Mientras no me expulsen, seguiré afiliado". 48473m

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Iván Espinosa de los Monteros es un optimista frente al Gobierno. Dice que España tiene solución. Lo hace en un libro que acaba de publicar con ese título (Almuzara, 2025) y con el lanzamiento de un think tank. Ambos instrumentos tienen un objetivo: plantear propuestas de oposición a Pedro Sánchez. Y eso genera inquietud en el PP y en Vox.

En los primeros, porque quieren ficharlo. Feijóo lo concibe como un camino para recuperar el voto perdido a su derecha. Y en los segundos, porque temen que sus seguidores abandonen, como él, la militancia activa.

Por tanto, este hombre que saluda en el palacete de la Fundación Rafael del Pino a orillas de la Castellana encarna el enigma de la derecha. Parece destinado a jugar un papel en el próximo ciclo electoral, pero hoy ni siquiera él sabe cuál es.

Iván Espinosa de los Monteros: ''La derecha necesita un proyecto ilusionante'' Cristina Villarino

Espinosa de los Monteros huye de los proyectos de Orbán y Le Pen y ira a Milei y Meloni. Critica con fuerza los aranceles de Trump. Con esa partitura, tendría encaje en el PP. Sin embargo, apuesta por una radical reducción del tamaño del Estado y concibe al actual gabinete de Génova un tanto socialdemócrata: "El PP dice lo mismo que el PSOE con diez años de retraso". Lo que le sitúa de nuevo en un terreno sin nombre, sin partido.

Lo que está claro es que su vuelta a Vox se antoja imposible. A lo largo de la conversación, si uno lee entre líneas, puede comprender la abrupta ruptura que se produjo hace ya tiempo entre Espinosa y el núcleo de Abascal. Él mismo ha contado en público que ya ni siquiera habla con el que fue su compañero de escaño.

Espinosa es un enigma porque jamás ha revelado los motivos de su dimisión, acaecida en agosto de 2023. Sin embargo, apoyó en redes las despedidas de esos compañeros que se fueron acusando de aniquilar la democracia interna a Abascal y sus Darth Vaders –Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza–.

Vamos a adentrarnos en estos misterios partitocráticos, pero también en los obstáculos que afronta España. Obstáculos que son al mismo tiempo oportunidad: la inteligencia artificial, la energía, el empleo, la relación entre lo público y lo privado, la guerra cultural.

Espinosa tiene una ventaja como entrevistado. Se nota que ya no es el portavoz de un partido político. Contesta a las preguntas que se le hacen y, si no quiere contestar, lo dice y ya está. Su diagnóstico general es más o menos este: le resulta increíble –y descorazonador– que, pese a la acción política de Sánchez, no exista una alternativa capaz de entusiasmar.

Es como una tradición: desde las primeras elecciones democráticas, año 1977, la izquierda ha gobernado casi el doble de años que la derecha. Provocamos a nuestro entrevistado, lo arrimamos a la contradicción: si como él dice, la derecha es moralmente superior a la izquierda, ¿por qué casi siempre gana la izquierda?

En torno a esa pregunta gira la entrevista. Nos sentamos en este salón de uno de los últimos palacios que quedan en la Castellana. Un paseo que, en su día, recordaba a los Campos Elíseos –lo decía Ruano– y que albergaba apasionantes historias de espías.

Al terminar la guerra civil, convivían –por decirlo de alguna manera– emisarios nazis y aliados. La especulación y el desarrollo urbanístico transformaron esta recta y la llenaron de feos edificios de oficinas que se sonrojan ante este palacete.

Desliza usted en la introducción el esfuerzo que supone escribir un libro para alguien que no los suele escribir. ¿Lo ha escrito usted?

Sí. Me ha gustado la experiencia y me ha costado esfuerzo, claro. Eso de quitarle horas al día para concentrarse, pensar en una estructura, luego desarrollarla, escribirla…

¿A qué se dedica ahora? 

He retomado mi actividad privada en el sector inmobiliario. Lo mismo a lo que me dedicaba antes de entrar en política. El mercado ha cambiado en estos años, pero no tanto como para que no pueda volver a operar en él.

En España, la mayoría de la gente da por hecho que los políticos no escriben sus libros. Y en un gran número de casos aciertan. Por ejemplo, en el del presidente del Gobierno. ¿Es la punta del iceberg del descontento con quienes nos representan en el Parlamento? 

No es que a Sánchez se los escriban, es que ni se los ha leído. Hay un descontento generalizado que puede deberse a muchas causas. La principal, en mi opinión, tiene que ver con la profesionalización de la política: muchos no han hecho otra cosa en su vida que política. 

Esos políticos profesionales habitan un mundo paralelo donde las preocupaciones y las dificultades son muy distintas de las de los ciudadanos de a pie. A consecuencia de eso, sus acciones, los temas de los que hablan y de los que no hablan, distan muchísimo de las conversaciones habituales de los españoles. 

¿Cuáles son esas preocupaciones que quedan orilladas por la profesionalización de la política?

En mi tiempo como portavoz, recorrí las cincuenta provincias y las dos ciudades autónomas. La familia, la salud, comprar un piso, los obstáculos de los autónomos… Escuché mucho sobre las dificultades de poder emprender un negocio siendo autónomo sin que el Estado, con los comunistas al frente, te cruja con los impuestos.

La derecha también crujió a los autónomos y a la clase media la última vez que gobernó. 

Sí. En Hacienda, lo único peor que María Jesús Montero ha sido Cristóbal Montoro. Los políticos profesionales son de naturaleza extractiva. Son políticos que extraen los rendimientos de los sufridos contribuyentes, viven a su costa y, además, luego los vilipendian.

"En Hacienda, lo único peor que Montero ha sido Montoro"

Usted tiene experiencia suficiente como para responder. No le hablo ya del que era o es su partido, eso me lo explica luego, sino en general: ¿los diputados están a la altura en términos de preparación política e intelectual? 

El Congreso no está a la altura de lo que yo esperaba. Yo esperaba muchísimo más de los líderes de los partidos, de los portavoces… Tenía esa expectativa. Lo que pasa es que, cuando te comparas, piensas: “Oye, no soy muy bueno, pero soy mejor de muchos de los que hay aquí. O por lo menos, no soy peor”. 

España es un país lleno de talento. Con trabajadores muy cualificados. Con pequeños y grandes emprendedores. Con empresarios que arriesgan mucho. Con grandes procesos de innovación. Con académicos y científicos brillantes. Con cocineros de talla mundial. ¡Qué decir del deporte!

Pues, lamentablemente, es muy infrecuente que ese talento se traslade a la política. La política de hoy se defiende de la entrada del talento. Al político profesional no le gusta que ese talento proveniente del sector privado entre en política.

Antes he dudado con el tiempo verbal. ¿Vox sigue siendo su partido? ¿Lo era? ¿Conserva el carné de afiliado? ¿Paga la cuota?

Estoy al día en la cuota de afiliado. Mientras no me expulsen, ahí seguiré.

Usted, en el fondo, no ha escrito un libro; ha escrito un programa electoral con medidas concretas: vivienda, inmigración, inteligencia artificial, economía, infraestructuras… ¿Qué plan hay detrás de eso? También va a lanzar un think tank.

El libro es un análisis de la situación actual: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? La situación es manifiestamente mejorable y creo que eso lo comparte muchísima gente, independientemente del partido al que voten. Tengo la ilusión de aportar ideas, propuestas y reflexión.

Acabo de estar unos días en Chicago, donde estoy cursando un MBA. Las conversaciones allí sobre la aplicación de la tecnología y la inteligencia artificial son muy interesantes. Se debate mucho acerca de cómo esos factores van a transformar nuestra realidad cotidiana. La energía, los centros de datos… 

No oigo debates sobre eso en nuestra política. España merece algo mucho más elevado. Los españoles merecen debates sobre ideas más sofisticadas. Y eso no ocurre porque los partidos están entretenidos diseñando estrategias para sobrevivir a cada día. 

Ya sabe que la pregunta iba por otro lado. Lo intento de otra manera: ¿su think tank se puede convertir en partido político?

No es la idea. El objetivo es atraer al gran talento del sector privado a participar en los debates que deberían formar parte de nuestra política y no lo hacen. También me gustaría que participaran altos funcionarios que conozcan las tripas del Estado. Es interesante combinar el conocimiento del Estado con las mejores prácticas del sector privado, que siempre es el más innovador. Seremos disruptivos, pero realistas. Generaremos papeles, documentos y debates.

Espinosa de los Monteros, durante la entrevista, celebrada en la fundación Rafael del Pino.

Espinosa de los Monteros, durante la entrevista, celebrada en la fundación Rafael del Pino. Cristina Villarino

Hace no demasiado tiempo, este periódico publicaba un reportaje que daba cuenta de los movimientos que hizo –y sigue haciendo– el PP para ficharle y de los que hace Vox para atacarle. ¿Es posible ese fichaje o el proyecto de Feijóo le sigue pareciendo socialdemócrata?

El PP tiene mucho camino por recorrer si quiere de verdad… 

¿Ficharle?

Ficharme a mí es lo de menos. Hay muchos españoles cansados, desesperados y desencantados con la política de este gobierno. Pero, paradójicamente, pese a ese consenso, detecto poco entusiasmo en torno a la alternativa. No hay una fórmula propuesta que genere una adhesión optimista entre esa mayoría de gente que está cansada del Gobierno.

Ya sé que a usted le cansa la pregunta sobre un posible fichaje por el PP, pero se la repetimos tanto porque no la contesta nunca.

Estos días, algunos amigos [detectamos ironía en el sustantivo] me acusan en redes de haberme pasado al PP por haberme hecho una foto. Que yo recuerde, PP y Vox se pusieron de acuerdo para formar gobiernos autonómicos y todavía gobiernan juntos algunas ciudades. 

Tener conversaciones y una relación normal, desde mi punto de vista, es lo que tiene que ser. Es lo correcto. Hay que intentar cooperar. Algunos dicen: “¡No, no! Vox y PP son partidos muy distintos”. Pero estamos de acuerdo en dos cosas: tenemos al peor gobierno posible y hay que acabar con él por una cuestión de higiene nacional. Segundo: hay que presentar una alternativa ilusionante.

Explique eso, lo de la alternativa conjunta, porque parece imposible.

No basta con sacar a un gobierno socialista para luego no transformar nada. Lo vimos en 2011. No me gustaría que eso se repitiera. Me gustaría que este gobierno fuera reemplazado por un gobierno competente, de ideas brillantes, de propuestas creativas que genere una verdadera revolución en España. Para eso, hace falta el concurso de mucha gente proveniente de muchos sitios. La pelea entre PP y Vox no tiene sentido.

Le había preguntado también por los ataques que usted recibe desde Vox.

No voy a responder a los ataques de ese lado. Creo que es más importante elevar la conversación y generar, como le decía, un clima de optimismo, de exigencia y de propuestas creativas.

Pero, ¿cómo le explica a un votante de Vox que su partido le haya puesto en la diana? No condenaron los ataques que usted sufrió en la Complutense, le han abierto un expediente por un “conflicto urbanístico”…

Algunos se rieron incluso [se refiere a los ataques de la Complutense]. Pero, de verdad, no es esto lo que me preocupa. Me preocupa el deterioro de España. Si luego hay gente que me ataca desde ese lado, es cosa de ellos. No voy a entrar. Supongo que es fruto de la condición humana: las envidias, los celos… Pensaba que eso había quedado atrás o superado, pero no. Lo comprendo. No hay que darle más importancia.

Después de su paso por la política, ¿diría que es más cruel el fuego amigo o el fuego enemigo? Al preparar la entrevista, he visto que, desde que dimitió de todos sus cargos, ha recibido más ataques de la esfera Vox que de la izquierda. La izquierda se ha olvidado más de usted.

Insisto en que la condición humana es la que es. Pero no van a encontrar reciprocidad. No voy a atacar a aquellos que forman parte de lo que entiendo que debería ser la solución. Precisamente, intento traer una conversación donde se superen esas rencillas y esas desconfianzas.

"Los ataques contra mí que vienen de Vox no van a encontrar mi respuesta"

Por si acaso, ¿ha borrado muchos mensajes de WhatsApp estos días?

Nadie resiste una publicación selectiva de sus conversaciones de WhatsApp. Pedro Sánchez, que está siendo el objetivo de esas filtraciones, ofrece suficientes temas públicos y políticos, ¡obvios!, para criticarle.

A mí no me gusta que se filtren y se publiquen los mensajes de nadie, sea rival o no. Porque, como le digo, nadie resiste la publicación de su WhatsApp. Pedro Sánchez ha dado motivos suficientes gobernando como para que intentemos que se vaya cuanto antes. Yo no entro en lo de los mensajes.

Lo importante de esos mensajes no es el contenido, sino el fondo. El filtrador está amenazando al Gobierno. Son un aviso a navegantes: “Si ustedes siguen por ahí, lo que se filtrará no será anecdótico”. 

Lo entiendo. Además, no discuto el interés periodístico de esos mensajes. Ayudan a conocer mejor al personaje. Pero insisto: cualquiera podemos ser objeto del artículo más duro posible si se filtran nuestros mensajes.

A mí me importa el debate de las ideas y de la acción de gobierno. Sánchez se ha puesto de acuerdo con partidos golpistas y filoterroristas. Ha acabado con la independencia de las instituciones, con la separación de poderes. Ha logrado que haya más personas dependientes del Estado que personas aportantes. Ha hecho tantas cosas mal que me parece innecesario entrar en los mensajes. 

La jueza ha sentado en el banquillo al hermano de Sánchez por presuntos delitos de prevaricación y tráfico de influencias. Es la primera vez en Democracia que sucede esto con un familiar directo del presidente del Gobierno. Y esta semana, EL ESPAÑOL ha publicado informaciones muy relevantes sobre Air Europa.

De la trama de corrupción del PSOE... Creo que hemos perdido la capacidad de sorprendernos. Todo lo que rodea a Sánchez es corrupción. Su hermano, su mujer, sus más estrechos colaboradores... Cualquier dirigente normal en un país normal habría dimitido hace tiempo.

Pero Sánchez está dispuesto a prolongar su agonía hasta el infinito. Lo malo es que, con él, prolonga la agonía de España. Su final va a ser feo, y va a acabar muy solo.

En el libro no dedica ningún capítulo a lo que podríamos llamar la partitocracia, que es uno de los grandes problemas de nuestro sistema: la concepción de las organizaciones como sindicatos verticales. Ese contexto, que es transversal a izquierda y derecha, impide los debates que usted menciona sobre los grandes temas. Si alguien se desmarca con una propuesta que no interesa a la dirección, es aniquilado. 

Efectivamente, la partitocracia es uno de los grandes males que nos aquejan. Y tiene su explicación. Cuando se empezó a diseñar el nuevo sistema democrático, en la Transición, se echaba de menos lo que no había habido en los últimos cuarenta años: los partidos políticos. 

En ese modelo que se diseñó, que es el actual, la importancia reside más en el partido que en el individuo. En Reino Unido y en Estados Unidos, funciona de manera diferente. El diputado, pese a pertenecer a un partido, responde ante su distrito. Tiene una responsabilidad. Ese modelo me parece muy interesante. Y luego está el modelo de las presidenciales. 

¿Le gusta?

Nosotros no elegimos a nuestro presidente, lo elige el poder legislativo, al que elegimos a su vez los votantes. Pero, con el sistema presidencial, pueden alcanzar la presidencia individuos que carecen de un partido de gran tradición: Argentina, Estados Unidos, Francia… Sí, me parece interesante, pero eso nos llevaría a grandes cambios constitucionales. Prefiero centrar el debate en los cambios que son posibles hoy.

Desde la sociedad civil, tenemos que hablar de infraestructuras, de energía, de inteligencia artificial, del tamaño del Estado… Si no presionamos desde fuera con esos debates, los políticos estarán cómodos en su día a día y seguirán como hasta ahora.

La partitocracia fue el motivo de dimisión de algunos de sus compañeros de Vox: señalaron a un núcleo de poder, además externo al partido, como controlador y mutilador de democracia interna. Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza. ¿Tiene algo que decir?

No.

Un momento de la entrevista.

Un momento de la entrevista. Cristina Villarino

En estos 42 años de Democracia, la izquierda ha gobernado España casi el doble de tiempo que la derecha. ¿Por qué? ¿Cómo resumiría su diagnóstico? 

Eso sin contar a la UCD como derecha.

Exactamente, contando a la UCD como “centro”. Contando a la UCD como derecha, la izquierda todavía gana 28 a 20. Sin contarla, 28 a 15. 

En Occidente en general y en España en particular, la izquierda siempre ha vendido mejor su producto que la derecha. Y esto tiene una enorme importancia porque el producto de la izquierda es sustancialmente inferior al de la derecha. Respetable, ¿eh? Pero inferior.

Los dos modelos quedaron claramente definidos con la caída del Muro de Berlín. El de la izquierda es un modelo totalitario e intervencionista, derivado del marxismo. Y por lo tanto, inferior al de la derecha desde todos los puntos de vista. Y luego está el modelo de la derecha: el de la defensa de la libertad económica e individual.

El de la izquierda ha sido un modelo que ha fracasado allá donde se ha implementado. Llevo décadas escuchando… “Eso es porque se implantó de esta manera y tenía que ser de esta otra”… No hay socialismo bueno. No lo ha habido nunca.

Oiga, existe la socialdemocracia keynesiana, que ha funcionado en varios países europeos.

La única socialdemocracia que funciona es la que deja espacios de libertad. Es decir: la que ha sido incoherente con los fundamentos que derivan del marxismo.

Hablaba de ese socialismo a fuer de liberal que dijo Indalecio Prieto. 

El enemigo se equivoca cuando acierta. En España, el PSOE ha sido criminal desde su fundación. Ha habido momentos de la historia reciente que nos han podido despistar y hacer creer que era un partido democrático que creía en las reglas del juego, como la Transición. Pero llegaron Zapatero y Sánchez y devolvieron el partido a su mundo original. 

El PSOE es un partido violento que no cree en la democracia, que cree que tiene derecho a gobernar siempre y que aplica modelos que nos conducen al decrecimiento y a la dependencia del Estado.

Si todo esto fuera así, si fuera tan obvio, vuelvo a la pregunta anterior: ¿por qué la izquierda gobierna en España muchos más años que la derecha?

Porque un producto inferior mejor vendido tiene más éxito que un producto superior peor vendido. Mire el enfrentamiento entre Betamax y VHS. Betamax era superior, pero VHS se acabó vendiendo mucho mejor. O la cata a ciegas que organizó Pepsi para demostrar que muchos no distinguían su bebida de la Coca-Cola y que incluso algunos la elegían frente a la Coca-Cola si no sabían cuál era cuál. Luego casi todos acababan comprando Coca-Cola. Aun sabiendo el resultado de la cata.

Lo explica muy bien Jack Trout en “Las 22 leyes inmutables del marketing”: “La gente no bebe líquidos; bebe etiquetas”. Es una cuestión de percepción. Marketing, precio, promoción, producto, punto de venta. Eso también opera en la política. Tenemos una derecha que es incapaz de entusiasmar, de atraer, de defender la libertad con claridad. Y tenemos una izquierda que, con un programa infinitamente peor, es capaz de arrinconar a la derecha y de llevarla por su camino. Ellos controlan la llamada “ventana de Overton”.

Los temas de los que se puede hablar en una sociedad sin riesgo de ser cancelado. 

Por eso, el PP siempre dice lo mismo que el PSOE, solo que con diez años de retraso. Y luego añaden: “Pero nosotros gestionamos mejor”.

"El PP siempre dice lo mismo que el PSOE, pero con diez años de retraso"

Usted dedica varios capítulos a desmontar lo que llama la “superioridad moral de la izquierda”. Pero lo que está haciendo es proclamar la superioridad moral de la derecha.

Es que la derecha es moralmente superior a la izquierda en todos los frentes. Ha generado mejores resultados de gobierno, es comprobable empíricamente. Cuando cayó el Muro de Berlín, la gente sólo corría en una dirección. Ni fueron mejores científicamente, ni militarmente, ni tecnológicamente, ni socialmente. Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte… Es un fracaso.

Hay una foto que me gusta mucho: Corea vista desde el espacio por la noche. La del sur aparece iluminada, síntoma de progreso. Y la del norte está apagada, salvo por una pequeña lucecita en su capital.

Usted dice que la izquierda conduce al estatalismo y la derecha a la libertad. Escoge para hacerlo casos extremos como Cuba, Venezuela, Corea del Norte o la URSS. Pero es que, del mismo modo que la izquierda no conduce siempre a esos lugares, la derecha tampoco conduce siempre a la libertad. Podría ponerle un montón de ejemplos. Por eso creo que es muy importante la distinción entre la izquierda y la extrema izquierda y entre la derecha y la extrema derecha.

Ya no sólo le hablo de Franco, Hitler o Mussolini. Mire la Croacia de la guerra de los Balcanes, el genocidio de Bosnia… No es tanto izquierda o derecha, sino las políticas que se aplican y el grado de extremismo que exista.

Desde el punto de vista de los derechos humanos, las atrocidades son iguales, por supuesto. Pero pienso que, sea cual sea el sistema, si hay libertad de mercado, el crecimiento económico es mayor. 

La libertad individual está por encima de la libertad de mercado. Un euro de renta per cápita no vale más que la libertad de un individuo. 

Mi opinión: se han cometido atrocidades en ambos lados, no me cabe duda. También le digo que el comunismo ha dejado más muertos que cualquier otro régimen. La libertad en política se llama democracia y la libertad en el mercado se llama capitalismo. Cuando coinciden, se alcanza el sistema que crea más prosperidad, crecimiento y esperanza de vida. 

Hablando de economía: en un primer momento, tanto el PP como Vox la convirtieron en el principal punto de ataque contra el Gobierno. Cuando comenzaron a aparecer datos macroeconómicos muy positivos para España, se hizo bandera de otros asuntos: la corrupción, los pactos con los separatistas…

Es un error. España lleva veinte años sin crecimiento económico en términos reales, en crecimiento per cápita. Somos igual de ricos o de pobres que hace veinte años. No hemos avanzado nada. Eso no había sucedido desde la posguerra.

El crecimiento del que habla este gobierno no es espectacular porque resulta inferior al 3%, que es el umbral a partir del cual se empieza a crear empleo. Esto es como el fútbol. Cuando vienes de muy atrás, aunque ganes un poco, si estabas en el pozo, continúas muy abajo. España tiene, además, muchísima deuda pública. Crear empleo a través del empleo público es hacerse trampas al solitario. El objetivo debe ser alcanzar presupuestos con superávit y reducir el tamaño del Estado.

Espinosa de los Monteros, en la fundación Rafael del Pino, a orillas del Paseo de la Castellana.

Espinosa de los Monteros, en la fundación Rafael del Pino, a orillas del Paseo de la Castellana. Cristina Villarino

Hay una sensación extendida en cierto sector del votante potencial de derechas: con todo lo que está pasando, con la ausencia de Presupuestos, con la eliminación de la sedición, con la rebaja de la malversación, con la dependencia de los partidos independentistas, con la corrupción… Con todo eso, la oposición no consigue que cunda la sensación de cambio de ciclo. ¿Por qué? 

La derecha en España peca de querer llegar al Gobierno viendo pasar el cadáver de su enemigo, y no presentando un programa ilusionante, creativo y de propuestas propias. Eso ocurre porque tanto la derecha como la izquierda en España creen que este país es de izquierdas. Yo no lo creo.

¿Con qué ilusiona la izquierda? Con que el Estado te va a cubrir y te va a ayudar a solucionar tus problemas. Eso, además de ser una fantasía, es mentira. Pero es una mentira que toma verosimilitud conforme va siendo alimentada con dinero público. Una herencia terrible que dejamos a nuestros hijos.

Dedica un capítulo a reivindicar la Transición sin paliativos. Es una alegría que un dirigente de Vox lo haga de esa manera. Pero en otro capítulo propone ilegalizar los partidos independentistas. Ya sabe que la Constitución de 1978 es una de las más liberales de Europa porque no exige la militancia. Por tanto, ¿se puede alabar la Transición y pedir la ilegalización de estos partidos? ¿No es una contradicción? 

¿En España no se ilegalizó a los partidos que apoyaban la violencia? Ya pasó, ya se hizo. Lo hizo el PP, pero hoy se arrepiente de ello y se echa para atrás. Hay un partido que sigue sin condenar la violencia y otros que siguen sin renunciar a la ruptura de España. Y yo lo que digo es que España tiene derecho a defenderse de los partidos que quieren romper el sistema. Eso de que nuestro sistema no exige la militancia…

Le parecerá bien, entonces, que en Alemania se esté planteando ahora ilegalizar a la AfD. 

No soy un experto en la AfD. Tengo mis reservas respecto a ese partido, pero no he visto que proponga el uso de la violencia o la quiebra constitucional. Aquí hablamos de algo distinto.

Trump fue alabado por cierta parte de la derecha española por “combatir la ideología woke”. Luego vinieron los aranceles y su nacionalismo proteccionista. ¿Le sorprendió? ¿Qué opinión le merece hoy Trump? 

No me sorprendió porque lo anunció en campaña. Está cumpliendo lo que prometió. Quizá eso sea revolucionario. Creo que le hace ganar enteros como político. Es alguien que merece la pena estudiar. Su combate frente a lo woke me parece un acierto. La instalación del departamento de eficiencia para reducir el tamaño del Estado, también. Me gustaría que copiásemos ambas cosas.

La puesta en marcha de aranceles no me gusta. Aunque creo que forma parte de una estrategia a medio plazo: la renegociación durísima de los acuerdos comerciales en busca de un beneficio para Estados Unidos. En cualquier caso y por principios, estoy convencido de que los aranceles son una mala idea.

Y luego está su posición respecto a la guerra de Ucrania: culpó a Zelenski de la invasión y lo humilló en la Casa Blanca. 

En política exterior, en la diplomacia, las formas importan. Una lección que podemos extraer de aquello es que la diplomacia hay que practicarla sin la prensa delante.

Lo que empezó como el derecho de Israel a defenderse tras los atentados del 7 de octubre se ha convertido en una matanza continuada e indiscriminada contra la población civil. Europa va a revisar sus acuerdos de colaboración con el país judío.

Las conclusiones del 20 de marzo de 2025 establecen que el Consejo Europeo insta a que se vuelva de inmediato a la plena aplicación del acuerdo de alto el fuego y a la liberación de los rehenes. Yo estoy de acuerdo con esa tesis.

En el libro se habla elogiosamente de Milei y, entre líneas, se puede leer una iración por Meloni. Sin embargo, también entre líneas, se puede percibir el abismo entre usted y movimientos como el de Orbán y Le Pen.

Cuando veo políticos más bien estatalistas, siento menor afinidad. De eso no cabe duda. 

¿Tuvo conocimiento de que Vox se financió con dinero de un banco húngaro?

No.

¿Habría mostrado oposición interna de haberlo sabido?

Habría preguntado por los detalles, desde luego. Me parece que, en sí misma, la financiación a través de una institución bancaria perteneciente a la Unión Europea no es algo extraordinario. A lo mejor habría sido mejor, más conveniente, hacerlo con bancos de países con los que tenemos más en común, como Italia.

También conviene analizar por qué los bancos españoles sí financian a unos partidos y a otros no. No estuve en aquellas conversaciones, no puedo decir más. 

Es usted, desde mi punto de vista, un liberal neto en lo económico, pero alguien muy conservador en lo social. ¿Se siente identificado así?

Intento ser un hombre liberal en el sentido de que observo el crecimiento de los países y pienso, sin prejuicios, en cuál es el mejor modelo para un país. Ya le he dicho cuáles son mis conclusiones. Si eso hoy supone ser conservador, pues sí, conservemos lo mejor que tenemos. Lo digo de manera más clara: yo no conservo el teléfono de mi abuela, su aparato, pero sí sus valores. Conservo lo mejor de lo que antecede y apuesto por la tecnología para lograr una vida mejor.

En una entrevista reciente, decía Pedro Schwartz, maestro de liberales, que para ser un liberal de verdad hay que serlo en todo, también en lo social. No basta sólo con la economía. Usted no lo es en asuntos como la legalización de la marihuana, la ley del aborto, la eutanasia…

Ese tipo de disquisiciones, ese tipo de batallas, acaban provocando que los liberales, como se decía en la Transición, quepan dentro de un taxi. Porque siempre hay uno que saca el carné para decirle al otro que no es liberal.

¿Cómo se imagina España dentro de diez años? 

Dependerá de lo que decidamos los españoles. Desde luego, si se extiende mucho más el gobierno de Sánchez, me la imagino muy deteriorada. Si encontramos un camino alternativo, tendremos un potencial enorme. Estoy convencido.

Iván Espinosa de los Monteros acaba de publicar España tiene solución (Almuzara, 2025).

Iván Espinosa de los Monteros acaba de publicar "España tiene solución" (Almuzara, 2025). Cristina Villarino