Maurizio Cattelan: 'Daddy, Daddy', 2008. Cortesía del Archivo Maurizio Cattelan. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

Maurizio Cattelan: 'Daddy, Daddy', 2008. Cortesía del Archivo Maurizio Cattelan. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage 5z6728

Arte internacional

Maurizio Cattelan, un genio del arte nadando en la colección del Pompidou 474ip

El museo francés pone sus fondos a disposición del polémico artista para componer 'Domingo sin fin', una exposición que puede verse en el Centro Pompidou-Metz hasta febrero de 2027. 3l4e1u

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Rosa Martínez
Publicada

A Maurizio Cattelan (Padua, 1960) le entusiasma nadar, física e intelectualmente. Y en la ciudad de Metz, situada en el noroeste de Francia, ha recibido dos regalos para practicar esa pasión.

Uno ha sido otorgado por el alcalde, que le ha facilitado un pase permanente para la piscina municipal. El otro ha sido la invitación de Chiara Parisi, directora del Centro Pompidou-Metz, para establecer conexiones entre su propia obra y la inmensa colección del Centro Pompidou de París –plenamente disponible porque el museo permanecerá cerrado cinco años para su renovación–.

Ese reto conllevaba peligros y satisfacciones, pero Cattelan ya había superado con éxito una experiencia similar al dialogar con la colección del Moderna Museet de Estocolmo en 2024. Ahora, en Metz, conviven 335 obras de la colección del Pompidou con 37 del artista, en una interacción audaz que por momentos suspende la respiración.

Como experto navegador en las procelosas aguas del arte contemporáneo, Maurizio Cattelan se sorprende de las polémicas que suscita su obra, pues no se considera un provocador. Creó la icónica escultura del Papa Juan Pablo II caído sobre una alfombra roja después de haber sufrido el impacto de un meteorito sobre su cuerpo; la pequeña ardilla disecada que alude a un suicidio sobre una mesa de escuela o la terrorífica instalación de tres niños ahorcados que se presentó con gran escándalo en la fugaz Bienal de Sevilla.

Recientemente, la banana (real) pegada a la pared con un trozo de cinta adhesiva, que un coleccionista chino compró por 6 millones de euros, ha suscitado nuevos debates. Titulada Comedian, la banana se exhibe ahora en Metz. Está sola en una sala. No es una ocurrencia ni un chiste. Brilla con la nitidez de una constatación burlesca, precisa e irónica. En ella laten referencias a las serigrafías de los plátanos de Andy Warhol o a la histórica escultura de Giovanni Anselmo en la que también un objeto vivo, en este caso una lechuga, es sostenido entre dos piezas de granito con un hilo de cobre.

Cattelan se inscribe así en la tradición del arte povera y juega con el pop o con el surrealismo, como muestra el fantasmático elefante que alude al miedo ante el amor. Comedian, realizada en 2019, evidencia la coherencia formal de su trayectoria, pues ya en 1999 usó el mismo tipo de cinta adhesiva para suspender de la pared otro elemento vivo, su propio galerista, Massimo de Carlo, en una acción que tituló Un día perfecto y que acabó con el galerista en el hospital.

François-Xavier Lalanne: 'Troupeau de moutons', 1965/1979. © Adagp, Paris, 2025. Maurizio Cattelan: 'Sin título', 1995. Cortesía Archivo Maurizio Cattelan. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

François-Xavier Lalanne: 'Troupeau de moutons', 1965/1979. © Adagp, Paris, 2025. Maurizio Cattelan: 'Sin título', 1995. Cortesía Archivo Maurizio Cattelan. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

La exposición del Centro Pompidou-Metz lleva por título Domingo sin fin y ha sido cocomisariada por Chiara Parisi y Maurizio Cattelan. De su colaboración continuada y de sus prolíficos diálogos surgieron dos ideas fundamentales para dar cuerpo a la muestra.

La primera fue pensar en el domingo como día de descanso después de la creación divina o del trabajo humano; como tiempo extraño en que se paran las actividades cotidianas y se organizan rituales religiosos, celebraciones familiares, encuentros con la naturaleza, y como un tiempo en el que se siente más que nunca la melancolía del silencio de las tardes vacías…

A través de la blasfemia y de la risa, Cattelan destruye los códigos establecidos para buscar nuevos espacios de libertad

La segunda idea fue utilizar las 27 letras del abecedario como índices que puntúan las diferentes secciones en secuencias no ordenadas alfabéticamente, sino según una lógica oculta que integra imágenes, obras, palabras y sensaciones en un circuito de circunvalaciones espaciales y visuales impactantes.

El recorrido huye de la linealidad cronológica y propone conexiones temáticas y transhistóricas. Hay asociaciones inconscientes a la manera de Aby Warburg. Algunas, repentinamente, llevan a profundidades abisales conectadas con la muerte.

Se incluyen piezas magnas como el bajo relieve pompeyano de Gradiva, “la que camina”, prestado por los Museos Vaticanos, que inspiró los análisis de Sigmund Freud sobre las proyecciones fantasmáticas y la “terapia del héroe”.

'Gradiva', s. IV a.C., y pared del estudio de André Breton. Adagp, Paris, 2025. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

'Gradiva', s. IV a.C., y pared del estudio de André Breton. Adagp, Paris, 2025. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

Y hay obras magnéticas como la pared del estudio de André Breton. Breton reunió más de 200 objetos en la pared situada detrás de su escritorio en un ejercicio de archivo que es a la vez manifiesto estético y autorretrato a través de sus fascinaciones.

Pinturas de Miró, Kandinsky o el Aduanero Rousseau conviven con fetiches de culturas no occidentales y elementos naturales que plantean el misterio de lo que consideramos arte.

En una sección que tiene el ajedrez como hilo conductor se presenta por primera vez una pieza recién adquirida por el Pompidou: la auténtica mesa de ajedrez en la que jugaba Duchamp, que emana un aura de la que huía en sus ready-mades.

El sintético simbolismo de El rey que juega con la reina, de André Masson, se contrapone a la disolución de fronteras entre abstracción, figuración y realidad en la fascinante pintura de María Helena Vieira da Silva, donde el damero del ajedrez se expande desde la mesa a la habitación y al mundo.

El abecedario ha conformado también un libro en el que se recogen textos de las mujeres internas en la cárcel de la Giudecca, oficialmente denominada “Casa de Reclusión Femenina”, continuando así la colaboración que Chiara Parisi inició en el inolvidable Pabellón del Vaticano de la Bienal de Venecia de 2024. Y sin embargo no hay paridad de sexos en la selección, algo que se justifica por el hecho de que los autores de las vanguardias históricas eran mayoritariamente hombres.

Maurizio Cattelan: 'Kaputt', 2013, y 'Charlie', 2003. Cortesía Archivo Maurizio Cattelan. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

Maurizio Cattelan: 'Kaputt', 2013, y 'Charlie', 2003. Cortesía Archivo Maurizio Cattelan. Foto: © Centre Pompidou-Metz / Marc Domage

Exorcizar la propia imagen a través del autorretrato y participar en el gran teatro del mundo son leitmotivs para Cattelan, y esta exposición le representa y nos representa en tanto que cuestiona la sacralidad del museo como depositario de la memoria, así como sus funciones, taxonomías y retóricas.

Cattelan es un genio del arte y de sus lenguajes, de la filosofía existencial y política que a través de la blasfemia y de la risa destruye los códigos establecidos para buscar nuevos espacios de libertad. El artista dice que espera que su trabajo sobreviva a su desaparición como autor. Tendríamos así un Maurizio sin fin.