Monumento Puesta de sol.

Monumento "Puesta de sol". Ayuntamiento de Zaragoza i6g2a

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El monumento de Zaragoza que todos conocen pero que nadie sabe su significado: mide 25 metros de largo 4e532m

Muchos creen que son los Pirineos de Aragón, pero la escultura representa otra cosa. 531aa

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Zaragoza
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Una forma preciosa de conocer la historia de una ciudad es detenerse a mirar sus monumentos. No solo los grandes edificios históricos o religiosos, como la Basílica del Pilar en Zaragoza, sino también aquellas esculturas que adornan rotondas, parques y plazas.

Muchas veces pasamos junto a ellas casi sin darnos cuenta, y sin saber qué representan. Un ejemplo muy claro de esto ocurre en la capital aragonesa, en un lugar por el que seguramente habrás pasado más de una vez.

En la rotonda de los enlaces, justo donde se unen la Avenida Madrid y la Vía Hispanidad, se encuentra una escultura de dimensiones colosales que, pese a su tamaño, es prácticamente invisible para la mayoría. No porque esté escondida, sino porque al ir en coche no solemos prestarle atención. Esta pieza, de 25 metros de largo, 9 de ancho y 10 de alto, se llama "Puesta de sol", y es obra del escultor aragonés Fernando Navarro Catalán.

A primera vista, la escultura puede parecer una gráfica en 3D: una línea ondulante de color rojo, con una gran esfera amarilla que parece deslizarse por encima. Pero su significado es más poético.

La línea roja representa la silueta del Moncayo (según algunas fuentes), la montaña más alta del sistema Ibérico, visible desde buena parte de Aragón. La esfera amarilla, por su parte, simboliza el sol, justo en el momento en que se oculta detrás de la cordillera. De ahí su nombre: "Puesta de sol".

La escultura fue instalada a finales de los años ochenta como parte de un ambicioso plan del Ayuntamiento de Zaragoza para embellecer la ciudad con arte público. En esa época, desde el área de Urbanismo se impulsaron numerosos proyectos de renovación urbana en los que se incorporaron obras escultóricas de gran formato. En muchos casos, como este, se optó por artistas locales, dando visibilidad al talento aragonés.

Construida en chapa de acero con un tratamiento especial que le da brillo y resistencia —una imprimación con acabado de esmalte sintético y poliuretano—, la obra es un claro ejemplo de cómo el arte puede integrarse en el paisaje urbano.

Sus colores no son casuales, el rojo de la montaña recuerda los tonos que adopta el Moncayo cuando cae el sol, y el amarillo del sol es una referencia directa al astro rey en su despedida diaria.

La próxima vez que pases por esa rotonda, quizá camino al trabajo o de regreso a casa, ya sabrás el significado de esta escultura, un homenaje al paisaje aragonés, a la luz del atardecer y a la conexión emocional que muchos zaragozanos sienten con su tierra.