
El alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, candidato presidencial de la Coalición Cívica, asiste a la 'Marcha Patriótica' junto con el primer ministro polaco Donald Tusk, antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en Varsovia. Dawid Zuchowicz Reuters 53546s
Los ultras convierten las presidenciales de Polonia en un referéndum sobre Tusk: "No ha cumplido las expectativas" 52113o
Perseguido por su pasado como hooligan, el candidato de Ley y Justicia (PiS), Karol Nawrocki, aspira a batir en segunda vuelta al alcalde liberal de Varsovia, Rafał Trzaskowski, un estrecho aliado del primer ministro cuyo triunfo desbloquearía la agenda del Gobierno. 171u2g
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En su juventud, Karol Nawrocki (Gdansk, 42 años), hincha del Lechia Gdańsk, que compite en la primera división del fútbol polaco, participó en las famosas ustawki, peleas ilegales entre ultras neonazis que comenzaron a popularizarse en la Polonia de los noventa. Nawrocki lo confiesa, sí, es cierto, pero no le avergüenza el hecho de haber participado, dice, en esos episodios “juveniles” de “combates nobles y masculinos”. Nawrocki no lo esconde. Nawrocki presume.
En esa época de su vida, o quizás un poco antes, Nawrocki trabajaba como guardia de seguridad en el Grand Hotel de Sopot, un resort de lujo a orillas del mar Báltico donde, según reveló el diario polaco Onet, proporcionó servicios de prostitución a sus huéspedes. Dicho de otro modo, Nawrocki hizo las veces de proxeneta para los clientes del hotel. Quería ganar un dinero extra.
Más adelante, en 2017, Nawrocki, un exboxeador aficionado graduado en Historia que era, para entonces, el director del Museo de la Segunda Guerra Mundial, con sede en su Gdansk natal, estuvo involucrado en la apropiación ilícita de un apartamento de la ciudad que pertenecía a un anciano con discapacidad.
El expediente de Nawrocki comenzó a ver la luz en los medios de comunicación en el momento en el que, con el respaldo de Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), la formación ultranacionalista de Jarosław Kaczyński, presentó su candidatura a las elecciones presidenciales.
Las acusaciones en su contra apenas hicieron mella en el electorado del PiS. En la primera vuelta electoral del pasado 18 de mayo, Nawrocki se clasificó para la segunda con el 29,5% de los votos. Un resultado mucho mejor del esperado, a decir de las encuestas, que hizo temblar el suelo bajo los pies de su principal adversario, el liberal Rafał Trzaskowski (Varsovia, 53 años), que celebró una victoria amarga con el 31,4%.

Karol Nawrocki, candidato a las elecciones presidenciales de Polonia respaldado por el principal partido de oposición, Ley y Justicia (PiS), gesticula durante su discurso en una reunión de campaña con simpatizantes en Garwolin, Polonia, el 5 de mayo de 2025. Reuters
Ningún candidato alcanzó el umbral del 50% de los votos necesario para ganar en primera ronda, y eso que la participación superó el 67%, una cifra inédita en cualquier primera vuelta en la historia de la Polonia poscomunista. Queda todo por decidir.
Nawrocki abraza su pasado como hooligan, pero desmiente todo lo demás. “La ley electoral contempla la opción de que los candidatos presenten una demanda bajo el procedimiento electoral acelerado, en caso de que alguien haga acusaciones falsas contra ellos. Ambos candidatos pueden usar esta opción, pero hasta donde sé, Nawrocki no está recurriendo a esta herramienta”, traslada a este periódico la politóloga Joanna Podgórska-Rykała, profesora de Derecho, Economía y istración en la Universidad Pedagógica de Cracovia.
“Las cuestiones morales son muy importantes para los católicos tradicionales polacos”, advierte Natalia Letki, profesora asociada de la Universidad de Varsovia. “Por supuesto, queda la duda de si sus votantes creerán en estas denuncias”.
“Sin duda hay muchos casos, y todo indica que las acusaciones son ciertas”, señala el activista Krzysztof Izdebski. “Pero en una sociedad políticamente polarizada, el hecho de apropiarse deshonestamente de un apartamento de una persona mayor, participar en peleas ilegales entre hinchas de fútbol o enfrentar acusaciones de proxenetismo no impresiona a los votantes”.
Tusk se la juega 6l1x26
Los polacos escogerán este domingo a un nuevo presidente para los próximos cinco años. En Polonia, el jefe de Estado no tiene tantas atribuciones como el primer ministro, es cierto, pero la Constitución le otorga la capacidad de vetar leyes, influir en la política exterior y nombrar embajadores. El presidente es también el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. No es una mera figura decorativa, vaya. Y si no, que se lo digan a Donald Tusk.
Además de vetar el grueso de la agenda legislativa del primer ministro, el presidente saliente, Andrzej Duda, exdirigente del PiS, ha impedido nombrar embajador en Estados Unidos al candidato propuesto por el Gobierno. ¿El resultado? Que Varsovia sigue teniendo vacante su principal plaza diplomática en Washington.
Es sólo un ejemplo de lo que puede empezar a cambiar a partir de este domingo en Polonia. Una victoria del liberal Trzaskowski, alcalde de Varsovia y vicepresidente de Coalición Cívica, el partido de Tusk, allanaría su camino. El primer ministro podría sortear, por fin, el bloqueo institucional impuesto por el PiS a través de la figura de Duda.
El presidente saliente ha tumbado más de una veintena de proyectos de ley desde que el Gobierno de Tusk echó a rodar en diciembre de 2023. Proyectos entre los que figuraba, por ejemplo, una reforma del sistema judicial para deshacer los cambios en la magistratura que efectuó Ley y Justicia durante sus ocho años de gobierno. Cambios que le valieron un enfrentamiento con la Unión Europea a cuenta del debilitamiento del Estado de derecho.
Durante la cohabitación, Duda ha torpedeado las medidas de Tusk vía veto o vía prórroga, un método que consiste en remitir los proyectos de ley a los jueces del Tribunal Constitucional, colocados en el pasado por los ultraconservadores de Kaczyński.

El candidato de la Coalición Cívica, Rafal Trzaskowski (D), el presidente electo de Rumanía, Nicusor Dan (I), y el primer ministro polaco, Donald Tusk (C), asisten a la Gran Marcha de los Patriotas en Varsovia. Efe
Un eventual triunfo de Nawrocki, menos conciliador incluso que el propio Duda, agravaría la situación del primer ministro. Sería una muy mala noticia para las aspiraciones del Gobierno, puesto que el veto presidencial solo puede ser anulado por una mayoría de tres quintos en la Cámara baja del Parlamento (Sejm). Mayoría que, desde luego, Tusk no tiene.
El primer ministro depende, sí o sí, de Trzaskowski, que ya salió derrotado en las elecciones presidenciales de hace cinco años frente a Duda. Su cercanía con Tusk, sin embargo, lastra sus opciones.
“El Gobierno ha hecho muy poco para cumplir muchas de sus promesas. Y el hecho de que el presidente anterior haya bloqueado algunos cambios no puede usarse como excusa”, sostiene Izdebski. “El Ejecutivo no propuso muchas soluciones —por ejemplo, en el área de los derechos de las mujeres o del poder judicial—, ni siquiera le dio a Duda la oportunidad de vetarlas”.
La parálisis de Tusk a la hora de sacar adelante su agenda legislativa no sólo depende del destino de Trzaskowski, como señala Izdebski, sino también de la unidad de sus socios.
El expresidente del Consejo Europeo lidera un Gobierno heterogéneo que acoge en su seno a la formación progresista Nueva Izquierda (Nowa Lewica), la centrista Polonia 2050 y la conservadora Partido Campesino Polaco (PSL). Estos dos últimos partidos forman a su vez la coalición Tercera Vía (Trzecia Droga). La alianza de liberales, conservadores, izquierdistas y ecologistas, unidos por su oposición frontal a Ley y Justicia, no ha cumplido la mayoría de sus promesas.
“Es un Gobierno que gobierna en condiciones difíciles: la guerra en Ucrania, la crisis migratoria, la necesidad de aumentar el gasto militar, y al mismo tiempo, altas expectativas sociales tras ocho años de Gobierno del PiS”, traslada a este periódico Adam Gendźwiłł, profesor de la Universidad de Varsovia.
“Un gran éxito fue la liberación de fondos para inversiones del Plan Nacional de Recuperación, antes bloqueados por la UE”, añade este especialista, que considera que, durante el mandato de Tusk, “Polonia recuperó la iniciativa en la UE, y en política interna logró reformar la financiación de los gobiernos locales”. “Sin embargo –ite–, no se lograron los cambios en la justicia por el bloqueo de Duda. Sigue habiendo problemas en la sanidad, no hay política de vivienda, y tampoco se ha liberalizado la ley del aborto”.
Los integrantes del ala izquierda de la coalición de gobierno critican, sobre todo, este último punto: no haber suavizado las leyes antiabortistas del PiS, algo de lo que el PSL, el socio más conservador de la coalición, tiene la responsabilidad.
Ese desencanto golpea en la línea de flotación de la candidatura de Trzaskowski. Por eso, Ley y Justicia ha querido convertir estas presidenciales en un referéndum sobre Tusk.
“Sí, lamentablemente es así, muchas personas consideran, por ejemplo, que no votan por Nawrocki contra Trzaskowski, sino en contra de Tusk, y esta oposición hacia Tusk los lleva a votar por una persona con un historial como el de Nawrocki”, lamenta la politóloga Magdalena Matusiak-Frącczak, orgullosa polaca de ascendencia ucraniana.
“A mi juicio, es un referéndum sobre la presencia de Polonia en la Unión Europea, que los políticos de derecha presentan como una limitación al interés nacional polaco, una restricción a nuestra soberanía y a un modelo dominante de valores. Por eso en la campaña se mencionan con frecuencia temas como inmigrantes, minorías y aborto”, apunta sin embargo Letki, que considera que “el Gobierno no tiene logros espectaculares para presumir en la campaña presidencial”.
Bruselas vs MAGA 6d113g
Es probable que, en cualquier otro país europeo y en cualquier otro contexto histórico, Rafał Trzaskowski hubiera arrasado en las urnas a las primeras de cambio. Hijo del difunto Andrzej Trzaskowski, el cantante de jazz más popular del país, políglota —domina seis idiomas, entre ellos el español—, con una dilatada experiencia en cargos públicos tanto en Varsovia como en Bruselas, Trzaskowski, que comenzó su carrera como actor, sigue siendo, en cualquier caso, el favorito en los sondeos.
“Las encuestas dan una ligera ventaja Trzaskowski, pero es importante señalar que un grupo significativo de votantes, el 6%, se muestra indeciso. Por lo general, este grupo tiende a votar por candidatos de derecha, aunque no siempre están dispuestos a confirmarlo antes de la votación”, explica Izdebski. “Mucho también depende de la participación”.
Letki coincide, pero con matices: “Dependerá de cómo se distribuyan los votos territorialmente, es decir, si se moviliza el sureste [más conservador], ganará Nawrocki; si lo hace el noroeste [más liberal], Trzaskowski”.
La campaña para la segunda vuelta del aliado de Tusk no ha sido sencilla. “Trzaskowski ha intentado obtener un amplio apoyo, tanto en la izquierda como en la derecha. No hubo una preferencia clara, lo que no le resultó del todo beneficioso, porque los votantes de izquierda veían con malos ojos sus acercamientos hacia el electorado de derecha, y viceversa”, subraya Matusiak-Frącczak.
“Intentó captar a votantes de derecha, lo que hizo que, aunque normalmente es un orador muy natural y convincente, en muchas situaciones pareciera nervioso y artificial. Su estrategia pudo alejar a algunos votantes liberales”, reconoce Letki, que afirma que “el electorado está muy dividido —los resultados de la primera vuelta muestran que hay más votantes de derecha— y atraer nuevos votantes es un gran desafío para cualquiera de los candidatos”.
El pasado domingo, el candidato liberal organizó un mitin multitudinario en Varsovia que contó con el recién elegido presidente de Rumanía, Nicușor Dan, como invitado estrella. Del mismo modo que Trzaskowski, Dan era alcalde de la capital de su país antes de derrotar en las presidenciales del pasado mes de mayo a su rival, el ultranacionalista George Simion. Un Simion que, como Nawrocki, también tiene un pasado hooligan. Los paralelismos saltan a la vista. Por eso, Trzaskowski tomó nota del trabajo de Dan.
“La campaña de Trzaskowski fue en general bastante conservadora. Partía como favorito, por lo que le fue más fácil captar el apoyo de votantes liberales y de izquierda”, apunta Gendźwiłł. “Sin embargo, también hubo señales de un giro hacia la derecha. Por ejemplo, un endurecimiento de la retórica sobre migración. Además, en Polonia la división izquierda-derecha no es tan clara. La disputa es más bien entre el establishment y quienes lo cuestionan”.
Trzaskowski es el establishment, claro, mientras que Nawrocki es quien lo cuestiona. El socio de Tusk tiene buenas conexiones en las instituciones comunitarias, pero el aspirante del PiS cuenta con aliados importantes en Washington. Es el candidato predilecto del movimiento MAGA. Tanto, que Donald Trump lo recibió a principios de mayo en el Despacho Oval, y le aseguró que ganaría.

El candidato presidencial conservador de Polonia, Karol Nawrocki, se reúne con la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, en Rzeszów, Polonia, el 27 de mayo de 2025. Reuters
El conservadurismo norteamericano trasladó esta semana la famosa Conferencia Política de Acción Conservadora (AC, por sus siglas) a la ciudad polaca de Rzeszów, en señal de respaldo a Nawrocki.
Durante su intervención en el foro, la secretaria de Seguridad Nacional de Trump, Kristi Noem, cerró filas con el candidato de Ley y Justicia prometiendo a los polacos que, con él en la presidencia, “el pueblo polaco tendrá un aliado fuerte” en Estados Unidos. “Continuarán teniendo presencia militar estadounidense aquí… y tendrán equipamiento de fabricación estadounidense, de alta calidad”, subrayó la exgobernadora de Dakota del Sur.
El mismo día en que Noem respaldó públicamente a Nawrocki, sin embargo, el jefe del Pentágono, Pete Hegseth, recibió en Washington a Władysław Kosiniak-Kamysz, el ministro de Defensa de Tusk, y reconoció en Varsovia a uno de los principales aliados de Estados Unidos en el seno de la OTAN. No en vano, Polonia es el socio que más porcentaje del PIB invierte en defensa, y Tusk incluyó en los presupuestos para este curso un aumento del gasto en esta materia.
El único hilo que conecta las candidaturas casi antagónicas de Trzaskowski y Nawrocki es, en este sentido, la guerra en Ucrania. Hay consenso a la hora de respaldar a Kyiv frente a la invasión de Moscú, algo que no sorprende en un país que comparte frontera con Rusia y Ucrania. La financiación en defensa está asegurada.
De todos modos, el aspirante respaldado por el PiS ha jugado la carta antiucraniana en campaña. Se ha mostrado crítico con la falta de cooperación de Kyiv en la exhumación de los restos de polacos asesinados por nacionalistas ucranianos durante la Segunda Guerra Mundial y se ha comprometido a proteger a los agricultores polacos de lo que considera una competencia desleal de los productores ucranianos.
Por otro lado, subraya Letki, “las decisiones del Gobierno de Tusk de retirar ayudas sociales para niños refugiados ucranianos que no trabajan —aunque desde un punto de vista económico es irrelevante— y la continuación de la política de PiS en la frontera con Bielorrusia generan sentimientos negativos entre votantes más izquierdistas”.
“Aunque probablemente sea una opinión injusta, incluso algunos partidarios de la Unión Europea creen que el Gobierno polaco es demasiado sumiso en las negociaciones con la UE. Los polacos temen que, si Ucrania se une a la OTAN, se les envíen soldados a Ucrania. Estas emociones y temores son fáciles de movilizar y usar por los partidos de derecha”, añade sobre esta cuestión la profesora asociada de la Universidad de Varsovia.
En manos de la extrema derecha radical 1i6d3p
El electorado de Confederación (Konfederacja, en polaco) promete ser decisivo de cara a la segunda vuelta. Su candidato, Sławomir Mentzen, quedó en tercera posición con el 14,8% de los votos en primera ronda. Un resultado abultado que tampoco predijeron las encuestas.
Su apoyo, por tanto, ha cotizado al alza en la recta final de la campaña. Y él lo ha vendido caro. Primero, Mentzen quedó para tomar una cerveza con Trzaskowski y con el ministro de Asuntos Exteriores, Radosław Sikorski, estrecho aliado de Tusk. Aunque después se dejó fotografiar en otro bar con Nawrocki. Prometió en todo momento que no respaldaría de manera oficial a ninguno de los dos candidatos, es cierto, pero dijo “no tener razones” para votar por Trzaskowski.

Simpatizantes del alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, candidato presidencial de la Coalición Cívica, observan el debate final entre Rafal Trzaskowski y Karol Nawrocki, candidato a las elecciones presidenciales de Polonia respaldado por el principal partido de oposición, Ley y Justicia (PiS), frente al edificio de la Televisión Polaca en Varsovia, Polonia, el 23 de mayo de 2025. Reuters
Pero ¿qué es Confederación? “Es un conglomerado de nacionalistas y libertarios que trabajan juntos sorprendentemente bien. Son muy conservadores, están a favor de impuestos bajos y de un papel reducido del Estado, pero al mismo tiempo no prestan demasiada atención a los asuntos exteriores. Esto encaja en la tendencia MAGA, que también es popular en otros países”, señala Izdebski.
“Es un partido de extrema derecha, radicalmente anti-UE y antiinmigración, que a diferencia del populista pero redistributivo PiS, promueve una visión fuertemente liberal de la economía”, profundiza Letki. “Su programa es contradictorio: por un lado, proponen una libertad personal extrema —por ejemplo, a armas—, pero por otro, apoyan una fuerte limitación de los derechos de las mujeres, siendo radicalmente antiabortistas. La declaración de Mentzen de que incluso en casos de violación el aborto no debería permitirse provocó indignación generalizada”.
“El 75% de sus seguidores son hombres jóvenes, de hasta 30 años, con educación media y ingresos medios, más de ciudades pequeñas que grandes”, añade, en este sentido, la profesora asociada de la Universidad de Varsovia.
Gendźwiłł apunta en la misma dirección: “Es un partido clasificado como de extrema derecha, euroescéptico y muy conservador en asuntos ideológicos. Pero en realidad es una federación de distintos grupos. Los más importantes son los nacionalistas —liderados por Krzysztof Bosak, vicepresidente del Sejm, que se presentó a la presidencia hace cinco años— y los libertarios de libre mercado de derecha —liderados por Sławomir Mentzen—”.
“En el electorado de la Confederación hay muchos jóvenes decepcionados con los gobiernos actuales y anteriores; los estudios también muestran una clara mayoría de hombres. En los últimos años, algunos votantes del PiS que consideraban que ese partido no era lo suficientemente radical también se han unido a ellos”, añade el especialista, que considera que “la mayoría de sus seguidores se inclinan hacia el PiS y Nawrocki, pero una parte, quizás una cuarta o una quinta parte, probablemente apoyará a Trzaskowski”.
La primera vuelta de las presidenciales quedaron marcadas por el auge de la ultraderecha. Decir esto en Polonia es decir mucho. Los candidatos más radicales de este espectro concentraron poco más del 21% de los votos. Sumando el 29,5% del aspirante del PiS, las extremas derechas sobrepasan ligeramente el 50% del electorado.
Y es que, en primera vuelta, por detrás de Mentzen, apareció el nombre del eurodiputado Grzegorz Braun, un antisemita confeso que, en enero, fue expulsado de las filas de Confederación.
A diferencia de Mentzen, Braun respaldó a Nawrocki de forma explícita. Braun, el mismo que pide “detener la ucranización de Polonia”, el mismo que pide “rechazar las reclamaciones judías y cesar la celebración de Janucá en el Palacio Presidencial”, el mismo que pide “eliminar la obligación de vacunación”. “Me alegra, cada voto me alegra”, reaccionó Kaczyński, consciente de que todos contarán este domingo.