Los alimentos fermentados son probióticos naturales.

Los alimentos fermentados son probióticos naturales. 3q6y5n

Salud y Bienestar

Probióticos de verdad: los pequeños aliados para una digestión tranquila que puedes elaborar en casa b5z59

Estos microorganismos vivos pueden y deben consumirse de manera habitual a través de los alimentos. Descubre los beneficios sobre la salud intestinal. 5z6a4h

Más información: Dolores de la Puerta, experta en flora intestinal: "La clave para tener una microbiota sana está en estos alimentos" 334r2g

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Si alguna vez has sentido la tripa inflada, digestiones pesadas, gases traicioneros o simplemente esa sensación de que “algo no va bien ahí dentro”, este artículo es para ti.

Hablemos de los probióticos, pero no desde el marketing ni desde los botes con etiquetas brillantes. Vamos a referirnos a los de verdad: los que están vivos, los que ayudan a corto, medio y largo plazo; y que puedes tener en tu cocina sin gastar una fortuna.

Se trata de microorganismos vivos que, cuando los consumimos en cantidades adecuadas, aportan beneficios a nuestra salud, especialmente al sistema digestivo.

Es decir, son bichitos buenos que se encuentran en tu intestino y que, si los cuidas y les das de comer bien, te devuelven el favor en forma de mejor digestión, menos inflamación y un sistema inmunitario más fuerte.

La forma inmediata y natural de introducirlos en nuestro cuerpo es a través de los alimentos fermentados. Pero no, no todos ellos son probióticos y tampoco los suplementos de este campo funcionan.

Para que un producto sea considerado realmente probiótico debe contener cepas vivas de bacterias beneficiosas, que lleguen hasta tu intestino sin morir por el camino, y en cantidades suficientes para marcar la diferencia.

¿Por qué tienen tanta importancia? 3y1yt

El citado órgano no es solo un tubo que digiere comida, sino un ecosistema, un centro de producción de hormonas, una barrera inmunológica y, en muchos casos, el origen (o el alivio) de muchísimos síntomas que creemos normales, pero no lo son.

Nos referimos a digestiones lentas, intolerancias, piel apagada, cansancio crónico o incluso niebla mental.

Una microbiota desequilibrada, con pocas bacterias buenas y muchas oportunistas, puede llevar a:

  • Disbiosis.

  • Mayor permeabilidad intestinal.

  • Inflamación crónica.

  • Bajada de defensas.

  • Alergias, intolerancias, SIBO, candidiasis, etc.

Los probióticos ayudan a repoblar, equilibrar y proteger ese ecosistema intestinal. Son como jardineros que devuelven el orden al caos interno. Y cuando tu intestino está feliz, lo notas en todo:

  • Mejores digestiones.

  • Menos hinchazón.

  • Más energía.

  • Mejor estado de ánimo.

  • Piel más sana.

  • Reglas menos dolorosas.

  • Y hasta menos antojos.

¿Por qué deberíamos tomarlos? 2u6g6n

Porque los perdemos a diario. El estrés, los antibióticos, una dieta rica en ultraprocesados, el alcohol, el tabaco, la falta de fibra… todo eso hace que nuestra flora intestinal se empobrezca.

No basta con hacer una 'cura de probióticos' una vez al año, lo ideal es mantener un aporte constante de bacterias vivas y saludables, como parte natural de nuestra alimentación.

¿Y sabes cuál es la mejor manera de hacerlo? Comiendo alimentos fermentados caseros, porque los que compras en el súper muchas veces están pasteurizados (adiós bacterias) o llevan tanto vinagre y conservantes que solo aportan sabor.

Probióticos de verdad 2f5n6c

  • Yogur natural sin azúcar (especialmente si lo haces tú en casa).

  • Kéfir de leche o de agua.

  • Chucrut casero (col fermentada).

  • Kimchi (versión coreana, más picante).

  • Encurtidos caseros en salmuera (ojo, no en vinagre).

  • Miso sin pasteurizar.

  • Tempeh.

  • Té kombucha hecho en casa.

Como ves, la clave está en hacerlo tú misma, porque así las bacterias llevan a cabo su función. Además, no es una tarea difícil y te damos una receta sencilla para que empieces a elaborarlos hoy mismo.

Receta: verduras fermentadas caseras 3a6p16

Ingredientes

  • 1 zanahoria

  • 1 pepino

  • ½ col lombarda o col blanca

  • 2 dientes de ajo

  • 1 trozo de jengibre (opcional), unas semillas de cardamomo, granos de pimienta…

  • 1 cucharada de sal marina sin refinar

  • 1 cucharita de miel de calidad

  • 500 ml de agua filtrada o agua mineral

  • Frasco de cristal con tapa

Paso a paso para la elaboración

  • Lava bien las verduras y córtalas en bastones, rodajas o tiras finas.

  • Disuelve la sal y la miel en el agua para hacer una salmuera.

  • Introduce las verduras en el tarro, apretándolas bien para que no queden burbujas de aire.
  • Añade el ajo y el jengibre pelados y enteros entre las verduras.

  • Vierte la salmuera hasta cubrir completamente.

  • Coloca un peso encima (puede ser una hoja de col doblada o una piedra limpia dentro de una bolsa de agua) para que no floten.

  • Cierra el tarro sin apretar demasiado o usa una tapa especial de fermentación. Si no, abre un poco cada día para liberar el gas.

  • Deja fermentar a temperatura ambiente (entre 18 y 22º) de 5 a 10 días. Cuanto más tiempo, más sabor y potencia probiótica.

  • Cuando te guste el sabor, guarda en la nevera. Ahí aguantan semanas.

  • Tip: no uses agua del grifo con cloro, porque mata las bacterias. Si no tienes filtrada, recurre a agua mineral o deja reposar la normal 24 h antes de utilizarla.

¿Y los suplementos? 27lz

No están mal, pero tampoco son la panacea. Pueden ser útiles tras una toma de antibióticos, en casos de disbiosis o SIBO controlado, o como parte de un protocolo personalizado.

Pero no sustituyen a los alimentos fermentados, que vienen con un paquete completo: bacterias, enzimas, fibra, vitaminas y un montón de compuestos bioactivos.

Si vas a tomar uno, asegúrate de que:

  • Tiene cepas bien identificadas (como Lactobacillus rhamnosus GG).

  • Está refrigerado si es necesario.

  • Se compone de al menos 10 mil millones de UFC (unidades formadoras de colonias).

  • Tiene recubrimiento entérico para que sobreviva al ácido del estómago.

  • Idealmente, que te lo paute un especialista.

Conclusión 6i3iv

Tu digestión no necesita milagros, sino presencia, atención y bacterias buenas. Los probióticos caseros son una forma deliciosa, accesible y poderosa de cuidar tu microbiota sin tener que depender de pastillas ni superalimentos exóticos.

Empieza por un tarro, sigue por una rutina. Y escucha lo que tu intestino tiene que decir cuando por fin respira tranquilo.