La Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) aprobó en 2024 una Ordenanza tipo de Gobierno del Dato, que muy pocas entidades locales han incluido en sus planes normativos. David Egea, profesor de derecho istrativo de la Universidad de Murcia, publicó a finales de 2024 en la revista La Ley Privacidad (Aranzadi) una interesante y ponderada visión de esta ordenanza tipo de la FEMP. Además, hace apenas dos semanas la propia FEMP compartió un importante documento de referencia para la publicación de los 80 conjuntos de datos que recomienda poner a disposición de la ciudadanía. w6n5v
La idea de los datos abiertos tiene que ver con la transparencia, por supuesto, pero también con la participación ciudadana y la apertura de las instituciones a la sociedad. Tras la oleada de la llamada Nueva Gestión Pública (New Public Management) auspiciada por el nuevo laborismo de Tony Blair, que propuso relegitimar lo público incorporando criterios de la gestión de empresas, y que supuso que se empezara a ver a los ciudadanos como clientes, junto a la introducción de criterios de eficiencia a ultranza en los servicios públicos, llegó un nuevo paradigma de la gestión pública, la llamada Gobernanza, que apostaba por la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas. Y de ahí vienen muchas leyes que parece que han caído del cielo o responden a la inspiración puntual de alguien. La desconexión de los gestores públicos y de los decisores políticos con la Ciencia de la istración es, más que preocupante, un síntoma: se lee poco y se estudia menos, y se aceptan las novedades porque sí, sin la más mínima curiosidad sobre su origen, su motivación o su pertinencia.
El portal www.datos.gob.es es una referencia ineludible en cuanto a datos abiertos, al igual que la web del INAP . El Ministerio para la Transformación Digital ha publicado en fechas recientes una oportuna Guía para el Despliegue de Espacios de Datos, con buenas prácticas y recomendaciones, y la suma de todos estos elementos (Ordenanza de Gobierno del Dato de la FEMP, documento con los 80 conjuntos de datos que se recomienda poner a disposición de la ciudadanía, Guía para el Despliegue), junto a la imprescindible financiación y la adecuada iniciativa política, puede permitir el impulso de un modelo de gestión pública destinado no sólo a favorecer la transparencia, sino también a mejorar la provisión de servicios, a implicar a la sociedad en la mejora de lo público, y a la anticipación para prevenir problemas futuros.
La cuestión es que se hace camino al andar, y cualquier despliegue de estas características requiere de una planificación estratégica, de una voluntad decidida, de la correspondiente asignación de recursos y de una sólida constancia en el desarrollo del proyecto. No basta con colgar bases de datos en una web para que nadie las mire o consulte: hay que actualizar los datos, y sobre todo hay que dinamizar la participación ciudadana, mediante formación, concursos o iniciativas que propicien ese enganche social que es lo que se persigue al abrir a la comunidad los datos internos en poder de las istraciones públicas.
Un ejemplo a seguir es el Ayuntamiento de Valencia. Allí tienen la suerte y el mérito de contar con Fermín Cerezo, un profesional espléndido. En mayo de 2022 el Ayuntamiento de Valencia aprobó su Plan Director de Gobierno Abierto 2021-2023, y un poco más tarde su Plan Estratégico de Datos Abiertos, un documento completísimo de 70 páginas que es toda una referencia. Lo bueno es que todo esto no se quedó en una rueda de prensa, en un gesto de cara a la galería, sino que se siguió el plan y hoy, en mayo de 2025, el ayuntamiento valenciano cuenta con un portal de datos abiertos envidiable (https://valencia.opendatasoft.com/pages/home/), actualizado y útil. Con 276 datasets y casi 1’3 millones de descargas, merece la pena revisar sus contenidos, sus políticas y sus logros para entender con conocimiento de causa de qué estamos hablando.
Una persona curiosa puede, asimismo, explorar el portal de datos abiertos del Ayuntamiento de Málaga (https://datosabiertos.malaga.eu/). Hay 3.056 recursos disponibles y 1.266 conjuntos de datos. La web es mucho menos vistosa que la de Valencia, pero lo que importa es su utilidad. Lo más descargado es la ubicación de los contenedores de ropa usada y los cortes de tráfico. Si se explora el apartado de “conjuntos de datos” se advierte cierta actualización (actas de las mesas de contratación), pero si se explora la pestaña de “organizaciones”, y dentro de ellas los “flujos de actividad”, se podrá comprobar que la mayoría sólo cuentan con un seguidor, y que las actividades de los conjuntos de datos (excluidas las actualizaciones de recursos) se remontan a 2018.
Es cierto que existe información actualizada, pero también que hay datos sobre el vandalismo en contenedores de residuos sólidos urbanos que son de 2013 y 2014. La agenda cultural última es de 2024, y el padrón de habitantes tampoco aparece actualizado. La agenda de congresos no existe, y podríamos continuar. Lo que es también evidente es que no hay ningún indicador a la vista sobre descargas, interacciones con la ciudadanía o pruebas sólidas de que estos conjuntos de datos puestos a disposición de la sociedad se hayan utilizado por alguien o hayan servido para algo más que para decir que existe un portal de datos abiertos.
A finales de febrero, una nota de prensa municipal anunció que la FEMP había seleccionado a Málaga, junto a otras 11 ciudades, para el desarrollo del proyecto EDINT (Espacio de Datos para las Infraestructuras Urbanas Inteligentes), que contempla “la puesta en marcha de una Oficina del Dato de cara a desarrollar casos de uso sobre movilidad inteligente, urbes y actividad económica y social, con el fin de contribuir a la mejora de los servicios públicos”. Este proyecto ha recibido una subvención directa de casi 13 millones de euros del Ministerio para la Transformación Digital, a través de la FEMP (RD 1062/2024, publicado en el BOE del 16 de octubre). Bienvenida sea la inversión en digitalización y en la puesta en valor de los datos públicos, siempre que se haga a partir de un diagnóstico, con una planificación estratégica, y con una exposición previa de los resultados esperados. Las políticas de escaparate, las haga quien las haga, tienen las patas muy cortas: su vida útil no suele ir más allá de una nota de prensa, un comunicado, o una foto oficial.