
Lucas Ciasullo en su restaurante Hiro. Mar León 5p1f27
Lucas, el chef que triunfa con sus burgers, abre un restaurante de raciones en Malasaña: "Lo estamos reventando" 326z6y
Con su toque vintage y sus románticas velas, Hiro es el nuevo sitio donde comer muy bien en la calle Espíritu Santo, y eso que iba a ser un kebab. 216z2o
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Iba a ser un kebab —"nos queríamos subir a esa tendencia"—, pero ha acabado siendo el sitio de las citas para los más modernos de Malasaña. Con su toque vintage, —como todos los locales de este barrio— sus vinilos, su tipografía árabe y sus deliciosos platos, Hiro se ha convertido en el nuevo restaurante de la calle Espíritu Santo que siempre está lleno.
Lucas Ciasullo, aprendiz de Dani García en alta cocina y fundador de Goat, una hamburguesería de éxito con un Solete Repsol y tres locales en Málaga y Madrid, decidió abrir el pasado 16 de octubre un restaurante de platos y raciones de cocina creativa. Todo fue gracias a las arquitectas y diseñadoras Florencia Fernández y Lola Penjasoff, que le dijeron que el local tenía mucho más potencial como para ser sólo un kebab.
Dicho y hecho. Ahora Hiro es un luminoso restaurante con una gran barra donde pueden comer hasta 10 comensales y lo preside un gran mural de un amigo argentino de Lucas. "Es una reinterpretación de un cuadro de Joaquín Sorolla", puntualiza.

Mesa de Hiro con la mantequilla ahumada, la straciatella, el pan de Santo Bakehouse y el vino Pielihueso Naranjo.
En cambio, por las noches se transforma en un acogedor y romántico restaurante del que disfrutar de una cena rodeada de velas y luz tenue. Esto hace que, en horario nocturno, siempre esté lleno. De todos modos, últimamente, da igual cuando vayas: "Lo estamos reventando. No nos da la vida", confiesa. Por eso, Lucas recomienda reservar siempre.
Cuenta con productores de renombre como la tienda madrileña Formaje para los quesos, Discarlux para tener las mejores carnes y abogando todavía más por el comercio de proximidad, tienen el delicioso y recién tostado pan del obrador que hay en su misma calle, Santo Bakehouse.

Su carta se compone de diez platos, algunos cambiantes, y difíciles de encasillar, pues cada creación es "una mezcla": "Son opciones que a lo mejor se me pasan por la cabeza o son platos que he probado en algún sitio y están en mi memoria gustativa", cuenta el joven Lucas.
En lo que suele ser el primer entrante, la mantequilla ahumada del colmado Rooftop Smokehouse se lee el nombre de Hiro, una primera pista de que cada plato va a estar cuidado al más mínimo detalle.

Lucas Ciashullo en la puerta de Hiro.
En las judías con crema de jamón te espera al fondo del plato una combinación de salsas y sabores que, si lo mezclas, te harán olvidar que esta verdura es 'ese plato odioso para la dieta'.
Aunque ya no es un kebab, asoman platos con ligeras influencias de Medio Oriente, como el kofta, un rollo de carne con salsa de yogur y pan lavash; el halloumi, una preparación hecha con queso de Chipre; o la stracciatella, maíz y chili crunch, que se come como un hummus.

Judías con crema de jamón.
Hay un plato que "sorprende un poco", y eso hace que sea el favorito de los comensales. Se trata del saam de mollejas y langostinos con salsa tártara. En el apartado de carnes, el que más gusta es el pincho de lomo bajo de vaca gallega con jugo de pollo cítrico.
También se encuentran en la carta las papas con yema de huevo, pesto de shio koji y cheddar; el rodaballo nikkei a la malagueña, servido en una deliciosa salsa; las mollejas de vaca, mantequilla, yuzu y salsa criolla, uno de los que más gustan; y el 'niño revuelto' (vegano), que "es arroz basmati, soja texturizada, muchas hierbas y un poco de yogur que envolvemos en una hoja de soja de color amarillo. Es como si fuera un papel de arroz. Se come con la mano y tiene una salsita de tomates San Marzano muy buena", detalla su creador.
Todo acompañado de una cuidada selección de vinos naturales blancos, tintos y naranjas de Argentina, Marruecos, Italia, Francia y España. El ticket medio por persona ronda los 40-50 euros.
Hiro sólo puede ir a más. Lucas, de 29 años, ya ha empezado con las obras de la planta baja de su restaurante, para abrir un bar y coctelería, y espera poder inaugurar más restaurantes en Madrid.