
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares (d) y su homólogo alemán, Johann David Wadephul, este lunes en Madrid. E.P. 47714i
Sánchez intenta cumplir con Puigdemont presionando a la UE para que otorgue hoy algún estatus al catalán 1f1o3k
El ministro de Exteriores de Alemania, tras "hablar largo y tendido" del tema con Albares, sólo se comprometió a "transmitir los argumentos" a su Gobierno. 3u744
A diferencia de otras ocasiones, Albares no asistirá a la reunión del Consejo de Asuntos Generales en cuyo orden del día figura el asunto. 331044
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Este martes, alrededor del mediodía, se celebra en Bruselas el decisivo debate sobre la oficialidad del catalán en la Unión Europea, que supone la culminación de casi dos años de trabajo en Bruselas por parte del Gobierno de Pedro Sánchez.
El objetivo de ese empeño es dar satisfacción a Carles Puigdemont y mantener el apoyo parlamentario de Junts. Pero el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ni siquiera asistirá a la reunión.
En su equipo aducen que la representación de España en el Consejo de Asuntos Generales le corresponde al secretario de Estado para la UE, Fernando Sampedro, lo cual es correcto.
Pero también es cierto que durante la presidencia española del Consejo, en el segundo semestre de 2023, Albares acudió hasta en tres ocasiones al Consejo para defender personalmente el reconocimiento del catalán.
Lo hizo incluso cuando no había prevista ninguna votación.
"Trabajamos con todos los Estados y vamos a seguir trabajando hasta mañana mismo (por este martes) para incluir cualquier duda que puedan tener. Hemos trabajado con varios Estados sobre aspectos en los que tenían dudas o reticencias para conseguir una propuesta sólida", explicó Albares este lunes.
Sin embargo, el ministro de Exteriores ni siquiera ha conseguido arrancar el apoyo de su nuevo homólogo alemán, Johann Wadephul, que comparecía a su lado tras una reunión bilateral en Madrid.
"Hemos hablado de esta cuestión largo y tendido. Y me llevo la información y los argumentos para transmitirlos al Gobierno federal", se limitó a señalar el ministro alemán.
El Gobierno de Sánchez está gastando todo su capital político en la UE para tratar de dar satisfacción a Puigdemont con el reconocimiento del catalán.
Lo está haciendo con una presión constante e intensa al resto de socios y llamadas a las capitales, según han confirmado a EL ESPAÑOL varios diplomáticos europeos.
El periódico Financial Times, considerado la biblia de la información comunitaria, asegura que Albares ha llegado al extremo de amenazar con retirar sus tropas en los países bálticos si no apoyan el reconocimiento del catalán.
Las tropas españolas se desplegaron para reforzar el flanco Este por la amenaza de Rusia.
La información del Financial Times ha sido desmentida por el Ministerio de Exteriores.
"El compromiso de España con la seguridad del Este de Europa y la presencia de tropas españolas en países del Este es firme e incondicional. No está y nunca ha estado en cuestión", aseguran fuentes oficiales del departamento de Albares.
En un último esfuerzo por convencer a los más reticentes, el Gobierno de Sánchez ha planteado una propuesta descafeinada para el reconocimiento del catalán, que no estaría en igualdad de condiciones con las 24 lenguas oficiales actuales, sino que tendría un estatus de segunda división.
Solo se traducirían al catalán de forma obligatoria el 2,6% de los actos jurídicos comunitarios, no está claro que se usara en los plenos de la Eurocámara, no habría edición catalana del Diario Oficial de la UE y tampoco se traducirían los fallos del Tribunal de Justicia de la UE.
Además, España se haría cargo de todos los costes (132 millones de euros al año, según Bruselas), mientras que el resto de idiomas los paga el presupuesto de la UE.
Y ese semireconocimiento parcial del catalán se retrasaría al año 2027, según el texto al que ha tenido El ESPAÑOL.
Albares propone además fijar una serie de criterios para garantizar que la petición española no sirva como precedente para otras lenguas minoritarias europeas.
Pero todas estas concesiones y presiones de última hora no han servido para mover el reparto de fuerzas que se evidenció en el primer debate a nivel técnico el pasado 13 de mayo, del que informó en exclusiva este periódico.
Un gran número de Estados (entre ellos los bálticos, los nórdicos o Bulgaria) mantienen reservas a la oficialidad del catalán por el impacto jurídico, económico y operativo de esta petición del Gobierno de Sánchez.
También ponen en duda que España vaya a seguir pagando cuando cambie el Gobierno. Y los servicios jurídicos del Consejo están en contra de este reconocimiento y sostienen que se necesitaría una reforma de los Tratados.
La adopción requiere un apoyo unánime de los 27 Estados , aunque las abstenciones cuentan como un sí. Así que lo que importa es que nadie se oponga.
Si finalmente se somete a votación, un solo voto negativo serviría para tumbar definitivamente la solicitud de Sánchez.
Así que la hipótesis más probable que se contempla en Bruselas es que España pida en el último minuto que no haya votación, y que el reconocimiento del catalán vuelva a aparcarse en un cajón. Al menos hasta que Puigdemont plantee otro nuevo ultimátum al Gobierno.