Marina Perezagua. Foto: Páginas de Espuma.

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Letras

'Luna Park': Marina Perezagua desafía la maternidad y la soledad en un Nueva York decadente 4l55g

La escritora sevillana, afincada en Estados Unidos, explora en sus relatos los desafíos de la identidad y la pertenencia en una ciudad donde todo parece provisional. 6z5u3l

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La escritura luminosa de Marina Perezagua (Sevilla, 1978) ha encontrado un cauce perfecto en Luna Park, su nuevo libro de relatos. Autora consolidada, Perezagua se estrenó con las colecciones de cuentos Criaturas abisales (2011) y Leche (2013), y continuó con las novelas Yoro (2015) –Premio Sor Juana Inés de la Cruz–; Don Quijote de Manhattan (2016); Seis formas de morir en Texas (2019) y La playa (2024), que aborda el tema de la maternidad. La creadora, además, tiene un amplio historial académico en Estados Unidos y es colaboradora de El País.

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Marina Perezagua

Páginas de Espuma, 2025. 125 páginas. 17 €

Luna Park es un libro formado por diez narraciones breves en las que se revelan aspectos actuales de Nueva York, un lugar que Perezagua conoce bien y del que ha afirmado que está en decadencia. El lema que lo introduce resulta revelador de los sentimientos ambivalentes que la ciudad le provoca y es un avance sobre el sentido del texto.

Se lo debe al escritor Colson Whitehead, que, al referirse a la metrópoli, afirma: “Es una recompensa por todo lo que te permitirá alcanzar y un castigo por todos los delitos que te forzará a cometer”. Manhattan, Queens, Brooklyn, Coney Island o East River son espacios en los que se desarrollan algunas de estas tramas. Otras desplazan su escenario –real o imaginado– a Idaho, Dakota, New Jersey o San Francisco.

Todos los relatos tienen un trasfondo común –la maternidad– que funciona como catalizador y que se afronta de formas diversas. Es curioso que en ellos avance progresivamente la edad de los bebés a los que se menciona: si en “Violeta no tiene porqué” la niña es una recién nacida, en “Diez palabras” tiene dieciocho meses, en “La mujer del puente” veintidós y en “La tendresse” dos años, una singularidad que quizá responda a la evolución vital de la autora durante la redacción de los textos.

Lo significativo, en cualquier caso, es la referencia persistente al hecho de ser madre y su forma de permear los cuentos. El libro comienza con una historia en la que una mujer, a punto de dar a luz (está sola, separada por el Atlántico), le pide a su madre un apoyo que esta no le da.

Es un disparo a la cabeza, una disonancia atroz que explica el devenir de la narrativa. El texto se muestra desgarrador en su desnudez: “En los días posteriores a mi parto, mi madre se me descolgó del corazón. Una vez más”. Después de esto, cualquier quiebro es posible.

Luna Park es un libro de relatos espléndido en el que se mezcla lo real, lo ficcional y lo ensayístico

Pero Luna Park contiene otros muchos argumentos. En el trabajo que da título al conjunto se aborda el tema de la salud mental de las mujeres, mientras se reflexiona sobre las incubadoras y sobre la importancia de encontrar apoyo para ahuyentar la soledad. “La mujer del puente” trata sobre el aislamiento y el suicidio, y en “Apartheid” se aborda la violencia desatada, asunto que deviene inquietante en “Matar niños” y se hace desgarrador en “María de Mississippi y los fetos de Peng Wang”.

La ternura está en la base del relato homónimo –“La tendresse”–, mientras en “Diez palabras” y “El tercer hijo es el horror” desarrolla su divertido, y por momentos hilarante, sentido del humor.
Luna Park es un libro espléndido en el que se mezcla lo real, lo ficcional y lo ensayístico (algunos fragmentos parecen no encajar, aunque al final tienen su sentido).

A menudo, la obra adopta un tono irreverente que muestra las costuras de la ideología woke; una voz disonante, fresca e independiente marca la diferencia.