
Patricia García, sumiller de Pabú 1u5i2d
Un vino para relajarse y disfrutar por menos de 15 euros: la recomendación más honesta de la sumiller de Pabú 5m2337
Patricia García, sumiller del restaurante del chef Coco Montes en Madrid, recomienda su vino favorito para entregarse al disfrute: un blanco de la Terra Alta singular, limitado pero muy económico. 1r5b45
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Patricia García inició su trayectoria en el mundo del vino a los 19 años, cuando se trasladó a París con el objetivo de perfeccionar su francés y, sin saberlo, encontró su verdadera pasión. Comenzó trabajando en la hostelería, donde descubrió la magia de la gastronomía y el vino, lo que la llevó a adentrarse en el mundo de la sumillería. Absorbía conocimientos de los sumilleres y se dedicó a estudiar cartas de vinos, sentando así las bases de su futuro profesional.
Posteriormente, su inquietud la llevó a Roma, donde obtuvo la certificación de Sommelière en la AIS, profundizando en la teoría y práctica del vino. Su formación se enriqueció aún más con una estancia en Jerez, donde experimentó la complejidad de los vinos del Marco y se sumergió en bodegas y viñedos, aprendiendo sobre la crianza biológica y oxidativa. Más tarde, en Madrid, comenzó el Diploma WSET en Borgoña, pero una crisis de fe con la industria del vino la llevó a detenerlo. Para Patricia, el vino no es solo teoría ni negocio: es emoción, territorio y verdad, y no podía seguir un camino en el que no creyera.
Para Patricia, el vino una historia viva, una conexión entre la tierra y la copa. Por eso, desde hace cuatro años e inspirada por Fabio Bartolomei, se lanzó a la aventura de trabajar la tierra y elaborar sin intervención química. Creó su propia bodega en Gredos, pequeña pero funcional, donde cultiva un par de hectáreas sin herbicidas ni correcciones, con un enfoque personal basado en el respeto por la viña y la mínima intervención.

Patricia en la sala de Pabú
Pero es en la sala de Pabú (1* Michelin) donde pone en práctica su alma de exploradora incansable. En el restaurante del chef Coco Montes, la experiencia y sensibilidad de Patricia García, así como su conocimiento y entusiasmo, se aprecian en cada recomendación, convirtiendo el acto de elegir un vino en una experiencia memorable.
La cocina creativa de Montes, viva, colorida y llena de matices, de inspiración sa y basada en la transparencia y en una cuidada selección de productos frescos, naturales y de origen local, que llegan a diario al restaurante, se completa con una carta de vinos compuesta por más de 250 referencias de todo el mundo. No en vano, gracias a esta selección, Pabú ha ganado el reconocimiento de la crítica especializada: la Estrella Blanca de la prestigiosa Star Wine List, la guía internacional que selecciona las mejores cartas de vino del mundo.

Detalle de la cristalería de Pabú
Y es que más que una carta, la propuesta líquida del restaurante es más un relato emocional que se divide en categorías sensoriales como “envueltas en burbujas”, “doradas como el sol” o “bajo la lluvia”. Cada botella, defienden, cuenta una historia, y cada copa es un encuentro con proyectos vinícolas que respetan el entorno y transmiten un fuerte carácter personal.
Una garnacha blanca para todos los públicos 2a4i3n
La sumiller Patricia García opta por un singular vino blanco de la Terra Alta para acompañar los deliciosos bocados del menú de Pabú. Se trata de La Furtiva Vi de Vila 2023, un vino elaborado mayoritariamente a partir de garnacha blanca, con un 30% de macabeo. “Es un vino tremendamente fácil de beber, y creo que es una bonita y desenfadada introducción al relax, a la sencillez y al disfrute sin más”, invita.

La Furtiva Vi de Vila
Óscar Navas elabora sus vinos siguiendo un principio claro: hacer siempre lo que le apetece, sin atarse a normas ni modas, adaptándose a cada añada. Su bodega, La Furtiva, situada en Villalba dels Arcs (D.O. Terra Alta), aprovecha el terroir especial de la zona al sur de Cataluña, con suelos arenosos, arcillosos y calcáreos, y un clima mediterráneo que desafía a las viñas con inviernos lluviosos y veranos secos y calurosos. Estas condiciones obligan a las raíces a profundizar en busca de agua, lo que da como resultado uvas intensas y concentradas.
En la bodega, La Furtiva Vi de Vila se prensa suavemente y fermenta con levaduras autóctonas, sin desfangado previo, buscando máxima pureza y elegancia. Luego, envejece 10 meses en barricas de roble francés y castaño, y 6 meses más en botella, reflejando la libertad creativa de su autor. “Una pequeña producción relativamente fácil de encontrar, apta para todos los públicos”, defiende Patricia. Precio: 14,60 euros