José Manuel Felices, médico.

José Manuel Felices, médico.

Salud

Doctor Felices, médico: "Si quieres 'curar' el estrés, haz esto durante 20 segundos para que la oxitocina haga su magia"

El estrés acompaña a la sociedad occidental desde hace décadas, pero es posible remediarlo sin recurrir a los fármacos.

Más información: El roce no sólo hace el cariño: así mejoran las caricias y los abrazos la salud física y mental.

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Sufrir estrés es algo habitual e incluso hasta normalizado en la sociedad occidental actual. En muchos casos, cuando dicho estrés se llega a cronificar, llega a tratarse con potentes fármacos, con sus respectivos efectos adversos. Recordemos que sufrir ansiedad y/o depresión como formas de enfermedad no son siempre sinónimos de estrés crónico, por lo que este último no siempre debería tratarse como si fuese algo patológico, y mucho menos con fármacos.

En este aspecto, recientemente el médico José Manuel Felices ha hablado sobre cómo curar el estrés mediante algo tan simple como un abrazo. Si bien es cierto que curar puede sonar exagerado, la realidad es que los abrazos sí pueden contribuir a frenar ese exceso de estrés crónico tan característico de nuestro día a día. Y tiene una explicación fisiológica, con su respectiva evidencia científica.

Los abrazos desempeñan un papel significativo en la reducción del estrés y la mejora del bienestar emocional. Y la explicación fisiológica de dicho beneficio se relacionaría en gran parte con la liberación de oxitocina, también conocida como "hormona del amor" u "hormona del cariño", como comenta el mismo Felices.

Cuando nos damos un abrazo, se libera oxitocina y se reduce el cortisol, como comenta el mismo Felices: "cuando sube [la oxitocina], tu cerebro entiende que estás a salvo y apaga la alarma del estrés. Cae el cortisol hasta un 25%, y menos cortisol implica menos tensión muscular, menos palpitaciones y menos nudo en el estómago".

De hecho, según un estudio publicado en Plos ONE, los abrazos se asociarían con una reducción de los sentimientos negativos y un aumento de los sentimientos positivos, incluso al día siguiente de los mismos. Los participantes que recibieron abrazos durante este estudio después de haber sufrido conflictos interpersonales reportaron menos emociones negativas, lo que sugeriría que los abrazos sí pueden amortiguar los efectos del estrés.

Por su parte, otro estudio publicado en Comprehensive Psychoneuroendocrinology sugirió que tanto los abrazos como los autoabrazos reducen significativamente el cortisol en respuesta al estrés. El o físico, incluso cuando es autoistrado, parecía ser una estrategia efectiva para mitigar la respuesta fisiológica al estrés.

Además de esta reducción del estrés, Felices también comenta cómo los abrazos afectan a nuestro sistema nervioso central y periférico. Por un lado, un abrazo activa nuestro nervio vago, dando lugar a una actividad parasimpática, reduciendo la frecuencia cardíaca y la tensión arterial. Asimismo, el cerebro "cambia de canal" del "modo alerta" al "modo calma", mejorando nuestro foco, nuestro sueño e incluso nuestro estado de ánimo. Finalmente, según explica Felices, se produce un "efecto dominó emocional": cuando nos sentimos seguros, liberamos dopamina y serotonina, las hormonas de la motivación y la felicidad.

Todos estos procesos se basarían en la mencionada oxitocina, una neurohormona que se libera con el o físico, como los abrazos, y que está íntimamente vinculada a la formación de vínculos sociales y a la misma reducción del estrés. De hecho, existen diversos estudios al respecto. Por un lado, un estudio llevado a cabo por Beate Ditzen, psicóloga de la Universidad de Zúrich, sugirió que istrar oxitocina de forma externa aumentaba la duración de las interacciones positivas durante los conflictos de pareja y aceleraba la reducción del cortisol.

Por otro lado, otros estudios sugerirían que los efectos positivos de la oxitocina y los abrazos serían más pronunciados cuando el o ocurre entre personas con relaciones cercanas y de confianza. Aunque un abrazo de un desconocido también podría tener efectos positivos, la evidencia sugiere que dichos efectos podrían no producirse, e incluso llegar a generar incomodidad.