Alicia, María y Andrea, en la final del concurso nacional de monólogos científicos: "Llegar hasta aquí ya es un premio" 195x64

Las tres jóvenes investigadoras de la Universidad de Zaragoza, la veterinaria Alicia Otero, la lingüista Andrea Ariño y la ingeniera María Mateo, forman parte de los ocho seleccionados de toda España que este jueves 29 de mayo competirán en la final del concurso nacional de monólogos científicos “Solo de ciencia” de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), que se celebrará en Madrid.

La rectora de la Universidad de Zaragoza, Rosa Bolea, asistirá a la gala para respaldar a las investigadoras del campus público aragonés, que fueron seleccionadas en la semifinal que tuvo lugar en marzo en el Teatro Principal de Burgos, en la que compitieron doce jóvenes de toda España.

El acto estará presidido por la reina Letizia, algo que les hace especial ilusión: "Solo pienso en disfrutar de esta oportunidad única, porque actuar en un escenario tan bonito como el salón de columnas del Círculo de Bellas Artes y conocer a la reina Letizia no es algo que ocurra todos los días", comenta María.

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Tanto Alicia Otero, miembro del grupo RISArchers —de investigadores monologuistas de Unizar— como Andrea Ariño y María Mateo, futuras integrantes del grupo cuando finalicen su paso por el IX Taller de Monólogos Científicos de Unizar, deberán defender un nuevo monólogo científico con una duración máxima de tres minutos. La persona ganadora de los ocho concursantes en esta cita representará a España en la final internacional de Ecuador.

Sin embargo, el llegar a Madrid lo consideran ya un regalo "Llegar hasta aquí ya es un premio, y es que solo el hecho de poder comunicar y tener este altavoz para acercar la ciencia y la tecnología a todas las personas siempre es un regalo que me hace muy feliz" explica Mateo.

El evento tendrá lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid a partir de las 19.00 y será retransmitido por el canal de YouTube de FECYT:
https://www.youtube.com/live/xwY9yzlFnBw

Los monólogos defendidos en la semifinal 333o5o

Alicia Otero, profesora de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria, que investiga sobre enfermedades neurodegenerativas, aludió en su monólogo a los pensamientos intrusivos, esas ideas absurdas que aparecen sin previo aviso. A través de ejemplos cotidianos, mostró cómo el estrés activa el sistema de alarma cerebral y cómo intentar suprimir estos pensamientos solo los refuerza. Con un enfoque ameno, desdramatizó el fenómeno y recordó que es una experiencia normal.

Por su parte, Andrea Ariño, doctora en Lingüística Hispánica por la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación PSYLEX, abordó en su monólogo cómo nuestra lengua materna influye en la manera en que percibimos y describimos los eventos, centrándose en la relación causa-efecto. A partir de una anécdota personal sobre un regalo no deseado, se introduce la teoría de "Pensar para hablar" de Slobin, que postula que las estructuras lingüísticas de una lengua moldean la atención y el pensamiento de sus hablantes.

La tres aragonesas junto con el resto de participantes en la semifinal del concurso nacional de monólogos científicos. Universidad de Zaragoza

A través de ejemplos comparativos entre el español y otras lenguas, explicó cómo los hablantes de lengua castellana tienden a describir oral y gestualmente la intencionalidad de sus acciones. La diferencia no es solo lingüística, sino que tiene implicaciones en la forma en que se atribuye la responsabilidad y la culpabilidad. Además, el monólogo reivindica que la Lingüística es una ciencia y que sus resultados tienen aplicabilidad en nuestro día a día, como en el derecho penal o en ámbitos prácticos como la traducción y la interpretación.

Por su parte, María Mateo, ingeniera en Diseño Industrial, que combina su labor docente con la investigación sobre cómo el diseño y la tecnología pueden abordar problemáticas sociales, presentó un monólogo en el que realiza una reflexión sobre la soledad no deseada entre los jóvenes, una problemática creciente en nuestra sociedad.

A través de ejemplos cercanos y situaciones cotidianas, pone de manifiesto cómo la tecnología, lejos de ser solo una herramienta de conexión, puede influir en la forma en que nos relacionamos y en cómo nos sentimos. Desde su experiencia en el ámbito del diseño centrado en el , plantea la necesidad de que quienes crean tecnología comprendan mejor las ciencias del comportamiento para diseñar soluciones que realmente ayuden a paliar esta “epidemia silenciosa”.