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En 1948, el pastor calvinista Daniel François Malan ganó las elecciones en Sudáfrica con un mensaje tan simple como brutal: la instauración de la separación absoluta entre razas. Así nació el apartheid, un sistema político y social diseñado para mantener a la minoría blanca en el poder a costa de la opresión de la mayoría negra.

Aquella ideología de la "separación" no sólo justificaba la violencia y el racismo institucional, también llevaba implícita una obsesión por la pureza y la moralidad según los cánones ultraconservadores de sus creadores. Bajo el apartheid, la homosexualidad, al igual que otras conductas consideradas "desviadas" o subversivas, era vista como un pecado gravísimo y una enfermedad perseguida por la ley que había que extirpar.

Para evitar ese tipo de problemas en el ejército, los mandos decidieron que, a los soldados que se descubriera que eran homosexuales, se les "ofrecería" un tratamiento para convertirlos en heterosexuales. Esta siniestra iniciativa, avalada por la jerarquía militar y sectores de la profesión médica, dio lugar a lo que años después se conocería como el Proyecto Aversión. Los mandos militares situaron a un monstruo como su director: Aubrey Levin.

Aubrey Levin durante una entrevista televisiva.

Aubrey Levin durante una entrevista televisiva. The Awareness Center Inc

La sala 22 62p1p

En 1969, el coronel y psiquiatra militar Aubrey Levin asumió la dirección de la Sala 22 del Hospital Militar Nº 1 de Voortrekkerhoogte, cerca de Pretoria. Oficialmente, aquel ala psiquiátrica se destinaba a tratar a soldados con trastornos mentales o traumas de combate, pero en la práctica, Levin la convirtió en un laboratorio de reorientación sexual y conductual al servicio del apartheid.

Bajo sus órdenes, la Sala 22 comenzó a llenarse de jóvenes que en su mayoría nunca habían pisado el frente, veinteañeros que habían sido denunciados por sus superiores, capellanes militares o incluso por sus propias familias por ser gays, consumir drogas o negarse a cumplir con el servicio.

Convencido de que la homosexualidad era una psicopatología curable, Levin aplicó con entusiasmo un método tan cruel como rudimentario. A cada paciente se le conectaban electrodos en el brazo o la cabeza y se le mostraban imágenes de personas del mismo sexo desnudas mientras se le instaba a fantasear. En cuanto el médico o sus ayudantes detectaban la más mínima señal de excitación en el sujeto, accionaban una descarga eléctrica.

El pulso de corriente empezaba siendo leve, pero se incrementaba gradualmente hasta hacer convulsionar de dolor al "paciente". Acto seguido, se le exhibía una fotografía de personas del sexo opuesto desnudas, intentando asociar en su mente el alivio tras el choque, con la atracción heterosexualmente adecuada.

Levin combinó estas "terapias" de electroshock con un régimen casi carcelario. A los recién llegados se les confiscaba la ropa y las pertenencias, los enfermeros iban armados con pistolas, para remarcar que aquello no era voluntario.

También se les istraba altas dosis de sedantes para mantener a los internos en un estado de letargo y docilidad y, además, muchos de los pacientes eran sometidos a sesiones de narcoanálisis con "suero de la verdad" con el que se les interrogaba durante horas para que confesaran sus "vicios" ocultos.

El 'doctor Shock' 2e143q

Su ambición por corregir a todo aquel que no encajara en el modelo de soldado blanco, cristiano y patriota del apartheid parecía no tener límites. Además de homosexuales, por su pabellón pasaron también adictos a la marihuana y objetores de conciencia contrarios a la guerra que el régimen libraba contra los países vecinos. Para Levin, estos jóvenes "perturbados" simplemente necesitaban mano dura y reprogramación psicológica hasta aceptar las normas.

Tras varios años, el propio Levin, a quien se comenzó a conocer como "Doctor Shock", llegó a la conclusión de que sus métodos no estaban "curando". Ni los gays se volvían heterosexuales, ni los adictos dejaban las drogas, ni los pacifistas abrazaban entusiasmados el fusil. Pero lejos de desistir, el coronel psiquiatra redobló sus esfuerzos, explorando métodos aún más invasivos y destructivos.

Sistema de electroshock durante la Primera Guerra Mundial.

Sistema de electroshock durante la Primera Guerra Mundial. Wikimedia Commons

A partir de mediados de los 70, el Proyecto Aversión entró en una fase todavía más oscura, ya que, en colaboración con otros médicos militares, Levin comenzó a istrar "tratamientos" hormonales masivos a los reclutas homosexuales para provocar una castración química y suprimir su libido. En algunos casos, se obligó a soldados a tomar sobredosis de hormonas del sexo opuesto, buscando feminizar (o masculinizar) sus cuerpos como castigo o supuesta terapia, pero lo peor vendría más adelante.

Cuando ni los choques eléctricos ni los cócteles de fármacos lograban borrar la identidad sexual de los pacientes, el último recurso era la solución final: la cirugía. De esta manera, cientos de jóvenes considerados "incurables" fueron trasladados a hospitales militares donde equipos médicos los sometieron a operaciones de cambio de sexo contra su voluntad. Si no aceptaban que estaban equivocados, les darían la razón, pero modificando su sexo con cirugía.

Se calcula que entre los años 1971 y 1989 alrededor de 900 pacientes de menos de 24 años sufrieron alguna forma de reasignación sexual forzada. A muchos les extirparon los genitales y les practicaron vaginoplastias parciales o implantes, otorgándoles nuevos documentos de identidad como hombres o como mujeres antes de licenciarlos del ejército.

La mayoría de estas cirugías se realizó de manera chapucera, dejando a los pacientes mutilados o con procesos de transición incompletos, además de provocar un número indeterminado de muertes dada la precariedad y negligencia con que se ejecutaban estas intervenciones extremas.

El psiquiatra y coronel Aubrey Levin durante su juventud.

El psiquiatra y coronel Aubrey Levin durante su juventud. The Awareness Center Inc

Quienes sobrevivieron se encontraron abandonados a su suerte, sin seguimiento médico adecuado, sin apoyo psicológico y con una nueva identidad impuesta que debían sobrellevar en soledad, causando unas secuelas devastadoras y provocando que muchos cayeran en profundas depresiones y terminaran quitándose la vida al no poder asumir la brutal transformación que les habían impuesto.

Destapando el Proyecto Aversión 3i702x

Los abusos del Proyecto Aversión se mantuvieron en la sombra durante años, ocultos por el secretismo militar y el estigma social que pesaba sobre sus víctimas, hasta que a finales de los 90, tras la caída del apartheid, empezaron a salir a la luz.

Se elaboró un informe conocido como The Aversion Project que documentaba con testimonios e historias clínicas la extensión de estas atrocidades y la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, establecida por Nelson Mandela para destapar los crímenes del apartheid, llamó a Aubrey Levin y a otros 24 doctores involucrados para que testificaran.

Pero Levin se negó a comparecer y huyó del país un año antes, en 1994, cuando supo que su nombre iba a figurar como perpetrador de abusos en el informe final de la Comisión, rumbo a Canadá.

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En Norteamérica, Aubrey Levin rehízo su vida con sorprendente facilidad, consiguió los permisos para ejercer como psiquiatra en la provincia de Alberta y llegó a ser profesor clínico en la Universidad de Calgary, especializándose en pacientes remitidos por el sistema penitenciario, logrando mantener oculto su tenebroso pasado en Sudáfrica.

Sin embargo, los fantasmas del "Doctor Shock" terminaron por alcanzarle ya que, en marzo de 2010, un paciente varón lo denunció por abuso sexual. Tras hacerse público el caso, más de una veintena de antiguos pacientes de Levin alzaron la voz con acusaciones similares, en un proceso que conmocionó a la opinión pública canadiense, en parte porque reveló de golpe el oscuro historial del psiquiatra emigrado.

Aubrey Levin en 2013, tras ser llevado a juicio y condenado por abusos sexuales.

Aubrey Levin en 2013, tras ser llevado a juicio y condenado por abusos sexuales. The Awareness Center Inc

En 2013, con 74 años de edad, Aubrey Levin se sentó en el banquillo de los acusados y fue declarado culpable de múltiples cargos de agresión sexual. Fue condenado en enero de 2014 a cinco años de prisión, aunque, por su estado de salud, pasó sólo 18 meses en la cárcel.

A pesar de la condena en Canadá, Aubrey Levin jamás fue llevado a la justicia por sus crímenes durante el apartheid y ningún tribunal sudafricano ha procesado a los médicos implicados en el Proyecto Aversión. Sigue vivo, con 86 años, enfermo y olvidado por todos.

El legado de un horror 6982u

Hoy, Sudáfrica es una avanzada democracia que reconoce constitucionalmente la igualdad y los derechos de todos los colectivos, en contraste con aquella época oscura, pero las heridas dejadas por el Proyecto Aversión perduran en la memoria de la comunidad.

Aubrey Levin, con su bata de médico y sus galones de coronel, personificó una alianza perversa entre ciencia y militarismo fanático. El Proyecto Aversión resuena aún hoy como advertencia de una incómoda realidad: las mayores atrocidades pueden gestarse con total respetabilidad cuando se convierten en política de Estado.