En la imagen, David Álvarez y Jorge Carro (de 33 y 32 años, respectivamente), las dos personas más jovenes de los fallecidos tras el accidente en la mina de Cerredo. Diseño E. E. 3h15z
Del prejubilado Iván al joven Jorge: los 5 muertos de la mina de Cerredo fueron sepultados tras una explosión de gas grisú 3rf6g
El accidente ha teñido de luto a la comarca leonesa de Laciana, donde el dolor se mezcla con la rabia ante una tragedia que muchos consideran evitable. 2k1459
Más información: Cinco muertos y cuatro heridos tras la explosión de la mina de carbón de Cerredo, en Asturias. 5n5u36
Desde la carretera que une la provincia de León con la parroquia asturiana de Cerredo, los restos de lo que fue una brillante región minera se despliegan como monumentos oxidados al pasado. Algunos complejos siguen activos, otros, cerrados, recuerdan el esplendor industrial de una tierra que hace décadas sostuvo economías enteras bajo tierra. Cerredo, con poco más de 500 personas censadas pero visiblemente menos en sus calles, se encuentra en el concejo asturiano de Degaña, justo al borde con Castilla y León.
Pero el corazón del suceso que ha sacudido al norte de España este lunes está en Villablino, en la comarca leonesa de Laciana. Allí vivían cuatro de los cinco mineros que fallecieron tras una explosión de grisú en la mina de Cerredo.El accidente ocurrió a las 09:30 de la mañana, cuando una detonación de gas metano sepultó a los trabajadores en una explotación que, según fuentes del Gobierno asturiano, contaba con un permiso de investigación otorgado a la empresa Blue Solving.
"No se explotaba, sólo se analizaba el mineral", repitieron las autoridades durante todo el día. Pero el resultado fue el mismo que si hubiera estado en plena actividad: cinco muertos y cuatro heridos.Los fallecidos son Iván Radio, de 53 años; Jorge Carro, de 32; David Álvarez, de 33; Rubén Souto Robla y Amadeo Bernabé. Cuatro eran vecinos de Villablino o de pueblos cercanos como Sosas de Laciana, Villaseca de Laciana y Caboalles de Abajo. El quinto, de Torre del Bierzo.
Entrada de la mina donde fallecieron los cinco hombres en la mañana de este lunes.
Un pueblo minero 2x6315
La noticia corrió como el humo por la cuenca: todos los nombres eran conocidos. En el centro de Villablino, pueblo minero por excelencia, no se hablaba de otra cosa. "Jorge deja a un niño pequeño", decía una mujer en la puerta de un bar. "Iván estaba prejubilado de la mina, había vuelto para echar una mano por su experiencia", agregaba un hombre de rostro gris y manos encallecidas.
En la entrada de la mina, la escena a primera hora era de desgarradora desesperación. Familiares de las víctimas se agolparon desde primeras horas. Una mujer gritaba entre sollozos: "¡Me quiero morir con él!". Era Jenny, la viuda de Jorge. El hermano de David Álvarez, también presente, denunciaba entre lágrimas: "Nos enteramos por la prensa. Nadie vino a decirnos nada. Esto es una negligencia". Su padre también fue minero, y siempre quiso evitarle ese destino a su hijo. Pero David entró a trabajar en enero. Duró tres meses.
Jenny, viuda de Jorge C., tras ser consolada por otro familiar presente.
La Brigada de Salvamento Minero de Hunosa, junto a los bomberos y la Guardia Civil, participaron en el rescate. Los cuerpos fueron recuperados del interior de la mina pasadas las tres de la tarde y trasladados al Instituto de Medicina Legal de Oviedo. Los cuatro heridos fueron derivados a hospitales de Cangas del Narcea, Oviedo y León. Uno de ellos tuvo que ser evacuado en helicóptero con un traumatismo craneoencefálico. Dos presentan quemaduras graves. Los diagnósticos, al cierre de este reportaje, siguen siendo reservados.
El presidente del Principado, Adrián Barbón, y la delegada del Gobierno, Adriana Lastra, se trasladaron hasta el lugar. Barbón calificó lo ocurrido como una "tragedia imposible de predecir" y pidió "respeto para las familias". Las instituciones de Asturias y Castilla y León decretaron dos días de luto oficial. El Ayuntamiento de Villablino fue más allá: tres días de luto y el polideportivo municipal convertido en capilla ardiente para despedir a los cinco vecinos que la tierra se llevó.
Horas después del suceso, las calles de Villablino permanecían vacías pero las conversaciones sólo tenían un protagonista.
Comarca golpeada 6q4px
El suceso remueve viejas heridas en una comarca que ha sido golpeada muchas veces por la actividad minera. El alcalde de Villablino, Mario Rivas, lo explicaba con la voz quebrada: "Es muy difícil de entender que en pleno siglo XXI el grisú siga matando". Y lo subrayó: "Estos trabajadores querían seguir aquí, mantener el arraigo con su tierra".
La explosión se produjo en un contexto de incertidumbre sobre la seguridad en las minas de investigación. La consejera de Transición Ecológica, Belarmina Díaz, aseguró que "queda mucho por investigar". La policía judicial de la Guardia Civil se ha hecho cargo del caso, con agentes desplazados desde A Coruña. A falta de un informe definitivo, la hipótesis principal sigue siendo la acumulación de grisú.
Este gas inflamable, compuesto por metano, puede provocar una explosión al entrar en o con una chispa o fuente de calor. Según testimonios recogidos en el lugar, los detectores de grisú "no siempre son fiables". "Esto antes no pasaba tanto", se quejaba José Antonio Álvarez, vecino de Cerredo con lazos familiares con Jorge Carro. "Las empresas garantizaban la seguridad, ahora parece que se relajan".
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, afirmó sobre el terreno que "el peso de la ley caerá sobre las posibles responsabilidades". Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, envió un mensaje de condolencias a través de sus redes sociales.
Efectivos de emergencias durante las labores de búsqueda de las víctimas del accidente en la mina de Cerredo.
Los enterramientos tendrán lugar este miércoles, pero la tierra ya se ha tragado otra parte de la historia minera de España. Una historia que se repite. En 1995, en el pozo San Nicolás de Mieres, una explosión de grisú mató a 14 mineros. En 2015, otro trabajador murió en esta misma mina tras el derrumbe de un túnel. Hoy, otros cinco nombres se añaden a esa lista.
Al regresar por la misma carretera que lleva a Cerredo, el visitante puede apreciar la montaña intacta y el silencio de la naturaleza, como si nada hubiera pasado. Pero bajo esa calma hay una herida abierta. En Villablino, todos se conocen. Todos han bajado alguna vez. Aquí, la muerte hoy tiene nombre, apellidos y un casco amarillo.
