Un soldado ucraniano de la 1.ª Brigada de Tanques Independiente sostiene un dron con una granada acoplada, cerca del frente de Vuhledar, en la región de Donetsk, Ucrania.

Un soldado ucraniano de la 1.ª Brigada de Tanques Independiente sostiene un dron con una granada acoplada, cerca del frente de Vuhledar, en la región de Donetsk, Ucrania. Reuters 3t1b4x

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Ucrania sigue una ingeniosa estrategia para desgastar a Rusia: atacar sus aeropuertos con drones kamikazes l5k6d

El nuevo frente de Kiev con drones kamikazes busca erosionar la moral de los ciudadanos, desestabilizar la conectividad aérea y poner a prueba los sistemas de defensa del Kremlin. 3i264y

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La guerra que se libra en Ucrania ha alcanzado un nuevo nivel de intensidad lejos del frente de batalla. Cientos de drones ucranianos han sido lanzados en las últimas semanas con un objetivo claro: Moscú.

Aunque ninguno de estos aparatos habría impactado directamente en la capital rusa, las consecuencias están siendo profundas y disruptivas.

Desde principios de año, al menos 217 cierres temporales de aeropuertos se han registrado en Rusia, superando el total de 2023 y 2024, según datos de la agencia estatal Rosaviatsia citados por Novaya Gazeta Europe.

La nueva estrategia aérea de Kiev no se limita a infligir daños materiales, sino a perturbar la vida cotidiana de los ciudadanos rusos.

“Moscú es el mayor centro de aviación de Rusia. Este es un ataque a la conectividad interna y al control territorial del país”, explicó Serhii Bratchuk, portavoz del Ejército del Sur ucraniano, al Kyiv Independent.

El punto álgido de esta campaña se produjo en los días previos al Día de la Victoria ruso, el 9 de mayo. Tres noches consecutivas de incursiones forzaron restricciones aéreas que afectaron a unos 60.000 pasajeros.

La ofensiva se reanudó esta semana: solo entre el 20 y el 22 de mayo, el Ministerio de Defensa ruso afirmó haber derribado 485 drones, incluidos 63 en la región de Moscú.

Durante la noche del 23, los aeropuertos de Vnúkovo, Domodédovo y Zhukovski suspendieron operaciones por la detección de 6 drones aproximándose a la capital.

Estas alteraciones afectan a la infraestructura aérea y también al ánimo de una población que ha vivido hasta ahora la guerra como un fenómeno lejano.

En palabras de Bratchuk: “la población rusa tiene que pagar por esta guerra. Dormir en tiendas de campaña en un aeropuerto no es el precio más alto, pero sí afecta a la moral”.

Las imágenes de pasajeros varados, aeropuertos evacuados y vuelos cancelados se han convertido en escenas habituales en las redes sociales rusas, donde crece el malestar por la sensación de vulnerabilidad.

Las pérdidas económicas directas, aunque reales para aeropuertos y aerolíneas, no serían, según expertos consultados, el objetivo principal de esta táctica.

El economista ruso afincado en EEUU Sergei Aleksashenko calificó las pérdidas de “menores”, mientras que su colega Andrei Movchan negó que existiera un trasfondo económico real.

Lo que sí parece claro es el propósito militar de esta maniobra. Kiev busca agotar los sistemas antiaéreos rusos obligándolos a responder ante cada amenaza aérea, por pequeña que sea.

“Hasta el objetivo más pequeño exige una respuesta completa del sistema de defensa”, explicó Bratchuk. Esto, según el analista, debilita la capacidad de reacción de Rusia y allana el terreno para futuras ofensivas más precisas y profundas.

La estrategia también se enmarca en la campaña sostenida de ataques contra refinerías de petróleo y almacenes de munición en territorio ruso.

Los ataques de drones ucranianos buscan, en última instancia, erosionar la capacidad del Kremlin de financiar su invasión y poner en evidencia la vulnerabilidad de su infraestructura crítica.

“Quizás esta sea la antesala de ataques más eficaces contra objetivos militares”, concluyó Bratchuk. Mientras tanto, las prioridades parecen haberse desplazado: del impacto directo al desgaste psicológico, logístico y simbólico.