Una imagen de Susana.

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Rincón de la Victoria

Susana, la jubilada que ha perdido 94.001 euros por una ciberestafa en Málaga: "Solo quería ayudar a mis hijos" 1q584r

La mujer confió en unos supuestos asesores que la animaron a invertir en oro y que la marearon hasta hacerse con los ahorros de toda su vida. 6z6t6m

Más información: El drama de una madre al ser estafada buscando piso en Málaga: “Confié en el 'casero' y me ha destrozado la vida” 63692n

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Susana tiene 73 años y desde abril vive con un pensamiento que la atormenta a diario: morir sería lo más sencillo. Su historia ya era dura antes, pero a finales de marzo un hecho concreto la sumió por completo en la desesperación. Mientras jugaba en su tablet, hizo clic en un anuncio sobre inversiones en oro. Poco después, recibió la llamada de un supuesto operador de un centro de inversiones que, con promesas de alta rentabilidad y un espectacular don de la palabras, logró ganarse su confianza. Un mes y medio después, Susana había perdido 94.001 euros: los ahorros de toda una vida. Había sido víctima de una estafa y, ahora, no sabe qué más puede vender para sobrevivir los próximos meses.

Su caso refleja con crudeza la vulnerabilidad de muchas personas mayores frente a los riesgos de Internet, así como el creciente nivel de sofisticación de los estafadores. “Me siento estupidísima. No entiendo cómo he podido caer”, confiesa. La culpa la asfixia. Aunque nada parece aliviar su dolor, su historia, por desgracia, no es única. Solo en el primer trimestre de 2025, en Málaga se denunciaron una media de 52 ciberdelitos al día.

“Quiero contar mi caso para que ninguna persona mayor más caiga en esto”, dice Susana con la voz quebrada. Desde que descubrió la estafa, solo la medicación le permite conciliar algo el sueño. La Guardia Civil ya ha iniciado una investigación tras la denuncia presentada en el cuartel de Rincón de la Victoria. El caso ha sido remitido al juzgado.

Según consta en la denuncia, a la que ha tenido EL ESPAÑOL de Málaga, todo comenzó el 7 de marzo. Susana estaba entretenida jugando en su tablet cuando apareció el anuncio. Al pinchar, recibió una llamada desde un número español. El interlocutor le dijo que la pondría en o con una asesora y le envió un enlace para descargar una supuesta aplicación de inversiones, junto con una contraseña que debía facilitar a la asesora. A partir de ahí, comenzó una pesadilla que aún no ha terminado.

Ese mismo día, Susana descargó la aplicación que le habían indicado y, poco después, la supuesta asesora se puso en o con ella. Esta vez, la llamada llegó desde un número con prefijo del Reino Unido. Siguiendo las instrucciones del primer interlocutor, Susana le proporcionó la contraseña. A partir de ese momento, toda la comunicación se realizó exclusivamente a través de WhatsApp. La asesora también le solicitó una fotografía de su pasaporte y un recibo de luz, supuestamente para verificar su identidad, domicilio y cuenta bancaria.

El 12 de marzo le propusieron realizar una primera inversión: 5.002 euros, mediante transferencia bancaria a nombre de una sociedad que, según le dijeron, era italiana. Le aseguraron que, una vez hecho el ingreso, podría seguir en tiempo real la evolución de su inversión a través de la aplicación. Un detalle crucial: en ningún momento el dinero pasó por una cuenta bancaria a su nombre, todo quedaba reflejado únicamente en la app.

Susana no dudó. Confió en ellos desde el principio. “Son unos profesionales de la palabra”, afirma. “Te marean, te convencen, y acabas cayendo”. Además, recuerda que días antes había hablado con un familiar sobre lo rentable que era invertir en oro, lo que ahora la lleva a sospechar: “Sinceramente, creo que escuchan más de lo que creemos”.

Al día siguiente, los 5.002 euros invertidos aparecían como 8.002 euros en la aplicación. En solo 24 horas, había “ganado” 3.000 euros. Fue una jugada calculada para ganarse su confianza. Al ver su reacción, volvieron a presionarla para realizar una nueva inversión, esta vez mucho mayor: 29.999 euros. “Sospecho que no pidieron exactamente 30.000 porque quizá con una cifra redonda el banco podría haberme alertado… pero nunca lo hicieron. Y eso también me preocupa. Creo que los bancos deberían estar más atentos”, reflexiona.

El 14 de marzo, la asesora volvió a ar con ella para comunicarle que su inversión se había disparado: los 29.999 euros se habían transformado —según la app— en más de 100.000. Entusiasmada, Susana accedió a transferir otros 29.999 euros. Con esta nueva inversión, su supuesta cartera digital superaba ya los 600.000 euros.

Fue entonces cuando decidió retirar el dinero. Pero la respuesta fue negativa. El 19 de marzo le informaron de que, para poder disponer de sus ganancias, debía pagar previamente unos impuestos por beneficios en el Reino Unido. Aunque dudó, terminó accediendo y transfirió otros 29.001 euros pidiendo un préstamo incluso, convencida de que así podría liberar los fondos. En total, Susana invirtió 94.001 euros. A cambio, le prometían una rentabilidad ficticia de 603.000 euros. Esas ganancias nunca existieron.

El 21 de marzo, la asesora volvió a ar con Susana. Le aseguró que, tras haber recibido el último pago, en un plazo máximo de nueve días podría disponer de su dinero. Sin embargo, los días pasaban y el dinero no llegaba. Inquieta, Susana volvió a escribirle. El 2 de abril, la supuesta asesora le prometió que la transferencia se haría efectiva a las 18:00 horas como muy tarde. Pero la hora llegó… y nada. Entonces, Susana decidió acudir a su banco. Allí le confirmaron lo que tanto temía: no había ninguna operación pendiente, y mucho menos por una suma tan elevada. Le recomendaron denunciar los hechos de inmediato. Había sido víctima de una estafa.

El 7 de abril, ya con la denuncia interpuesta, ocurrió algo inesperado: le devolvieron los primeros 5.002 euros que había invertido. Un ingreso que la desconcertó, pero que, al mismo tiempo, le dio algo de oxígeno. Porque en ese momento Susana no tenía absolutamente nada. Para abonar los falsos impuestos había tenido que pedir un préstamo. “Yo tenía 10.000 euros y ellos me pedían 29.000. Pedí ese préstamo y ellos lo sabían, me dijeron que habían entrado en mi banca digital”, cuenta. Cree que dejaron de presionarla porque sabían perfectamente que ya no le quedaba más dinero y que les había descubierto.

Hoy, Susana paga 800 euros de alquiler y vive con la angustia de no saber qué será de ella cuando agote lo poco que le queda. “A mis hijos no les conté nada durante todo el proceso. Quería darles una sorpresa, ayudarles con algo de dinero… Fue un error. Ahora me están ayudando como pueden. Son lo único que tengo”, afirma.

Ha empezado por vender su coche y todo lo que tiene de valor. Busca trabajo de lo que sea, mientras su salud se lo permita. Bioquímica de profesión, en Argentina —su país natal— dirigía un instituto de medicina laboral hasta su jubilación.Nos dedicábamos al seguimiento de enfermedades profesionales, al control del absentismo…”, explica. Ahora, se ofrece para dar clases particulares de Química o incluso planchar ropa en su casa. “No puedo limpiar escaleras, mi cuerpo ya no me lo permite. Tengo achaques de todo tipo. Tuve cáncer”, lamenta.

Se separó de su pareja a los 27 años, cuando sus hijos tenían dos años y seis meses, respectivamente. Desde entonces, los sacó adelante sola. Con esfuerzo, logró comprarles una casa a cada uno en Argentina. Con el tiempo, ambos decidieron mudarse a España. Tras la pandemia, la convencieron para que se instalara en Málaga, donde había encontrado tranquilidad en lo que ella llamaba su “departamento chiquito”. “Pensé que, a mi edad, lo mejor era alquilar. No quería embarcarme en una compra. Solo quería algo pequeño, para mí y mi perra. Pero nunca imaginé vivir algo así”, confiesa.

Sus hijos han abierto un crowdfunding para ayudarla a pagar la deuda y, aunque le cuesta decirlo, para que pueda seguir viviendo. “Quiero escribir un libro con historias reales de estafas como la mía. Si alguien ha sido engañado de forma parecida, que me informe. Quiero recopilar sus relatos para agradecer a todos los que me han ayudado”, concluye.

La página web a través de la cual fue estafada sigue activa y se puede navegar en español, inglés e italiano. En la plataforma ScamAdviser, consultada por EL ESPAÑOL de Málaga, se recogen varios testimonios similares al de Susana. Uno de ellos, escrito en inglés, denuncia una estafa de 54.000 dólares, realizada con un modus operandi casi idéntico.

Consejos 5t2e4j

La Policía Nacional aconsejar verificar, a través de la página web o ando directamente con la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), que la entidad se encuentra autorizada para ofrecer servicios de inversión por los organismos reguladores.

También se debe desconfiar de las páginas web sofisticadas de la plataforma o entidad de inversión aunque aparezcan logos institucionales (CNMV, Banco de España, AEAT) o sean publicitadas por personas reconocidas.

En el caso de decidir invertir, se debe preguntar antes por las condiciones del servicio por escrito y asegúrate de la existencia de oficinas o sede social. Los intermediarios financieros autorizados que te ofrecen un producto, evalúan tu experiencia y conocimiento, así como tu situación financiera y objetivos de inversión a través de un perfil o cuestionario.

No se debe dar credibilidad a las altas rentabilidades sin riesgo; ni siquiera los productos financieros volátiles ofrecen las ganancias que te prometen los chiringuitos financieros. Igualmente, hay que desconfiar ante la urgencia de la inversión, afinidad personal con el bróker, esquemas piramidales donde solicitan captar gente, bonificaciones de entrada o por la captación de nuevos clientes, solicitud de instalación de aplicaciones de control remoto en tus dispositivos para tutorizar inversiones o páginas que muestren el estado en alza de su inversión con grandes ganancias en poco tiempo.

Si no se logra la devolución de la inversión no se debe continuar haciendo aportaciones ni pagos en concepto de tasas, impuestos o comisiones para recuperar esos fondos. Finalmente, hay que desconfiar de bufetes de abogados o entidades de recuperación de activos que te prometen recuperar la inversión a cambio de una provisión de fondos.