
Elisabeth Eidenbenz hizo de matrona en la Segunda Guerra Mundial. Cedida 6l1654
Elisabeth Eidenbenz, la mujer que puso la maternidad como un acto de resistencia y fue perseguida por la Gestapo 2p3w1h
Movida por sus convicciones sociales, quiso dejar atrás su cómoda vida para dedicarse a salvar la de los demás y traerles luz en la oscuridad. 1d111
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Un año antes de que estallase la Primera Guerra Mundial, el 12 de julio de 1913, nació Elisabeth Eidenbenz en la ciudad suiza de Wila.
Fue la tercera de seis hermanos, cuidados por un padre pastor y criados en una familia donde la religión y la ayuda a los demás eran pilares fundamentales en su educación.
Por ello, a pesar de haber estudiado magisterio por vocación y ejercer su profesión en Suiza y Dinamarca, decidió dejar atrás su cómoda vida como profesora en un país neutral para adentrarse en la boca del lobo.
O más bien en la Guerra Civil española, pues fue este conflicto el que despertó su necesidad de ayudar sobre el terreno.
En Suiza, mientras Elisabeth se formaba en primeros auxilios, se produjo una donación masiva para ayudar a los republicanos españoles con la que se llenaron cuatro camiones.
En 1937, tras un año de guerra, decidió dejar la tiza e ir a España junto con un grupo de voluntarios de la Asociación de Ayuda a los Niños de la Guerra cuya misión era prestar ayuda a la población civil en zona republicana, en especial a mujeres y niños.
Estos exiliados fueron acogidos en campos de refugiados en el sur de Francia, donde las condiciones de vida eran lamentables. Las embarazadas eran llevadas a establos para dar a luz entre paja y estiércol, las carencias de higiene brillaban por su ausencia.
El 95% de las mujeres que daban a luz morían y el 90% de los recién nacidos no conseguían sobrevivir por las bajas temperaturas, desnutrición y enfermedades. Tras acabar el parto eran llevadas de nuevo a los campos, sin tener días de descanso.
La maternidad de Elna z1t1r
Tras conocer estos alarmantes y desesperanzadores datos, Elisabeth decidió no quedarse de brazos cruzados y actuar.
Fue entonces cuando encontró un palacete abandonado próximo a la localidad de Elna y junto al campo de Argelès-sur-Mer que no dudó en reformar y convertir en un lugar seguro e higiénico para que las mujeres pudieran alumbrar.
Ella sola no podía hacerse cargo de la remodelación, pidió ayuda a la Asociación de Ayuda a los Niños de la Guerra, quienes le donaron unos 30.000 francos.
Junto con un grupo de hombres voluntarios empezaron a reparar el tejado y tres plantas del palacete, creando así la Maternidad de Elna.
La Maternidad, que estuvo activa desde 1939 hasta 1944, ayudó, salvó y vio nacer a más de 500 bebés. Sirvió de luz para familias que solo veían oscuridad y destrucción por el paso de la guerra, y consiguió devolver la dignidad a las mujeres.
Se estableció un plan de parto: las mujeres acudían al palacete cuatro semanas antes de dar a luz y volvían a los campos cuatro semanas después de haber sido madres.
No había médicos, eran las comadronas experimentadas las que asistían los partos. Cuando era posible, alargaban las estancias y también acogían a los hijos de las mujeres.
En la Maternidad no importaba quién eras, de dónde venías o cuáles fueran tus creencias.
Se acogían a mujeres republicanas exiliadas, judías, gitanas y todas aquellas que sufriesen desamparo. Tantas fueron que se estima que en Elna nacieron alrededor de 200 bebés judíos.
Elisabeth consiguió crear un lugar de paz dentro de una Europa que se había convertido en un redil de sangre. Dentro de los muros de Elna, irónicamente, las bombas eran de paz, de lloros de alegría por la llegada de la vida.
Sin embargo, fuera de los muros del palacete las bombas eran de horror, sangre y llantos por la pérdida de vidas inocentes.

Elisabeth Eidenbenz, plantó cara a los nazis y no cesó en su ayuda a los demás.
La Maternidad de Elna pudo ser mantenida económicamente gracias a las donaciones solidarias que llegaban desde todas las partes de Europa.
Por desgracia, fueron menguando a causa de los estragos que estaba produciendo la Segunda Guerra Mundial, pero la Maternidad se unió a la Cruz Roja y así pudo sobrevivir.
Sin embargo, esta afiliación no trajo tanto beneficio como se pensaba al principio: Cruz Roja imponía a todas las instituciones que colaboraban con ella a mantenerse neutrales ante los acontecimientos que sucedían.
Por ello, Elisabeth no dudó en falsificar las partidas de nacimiento y documentos cuando se trataban de judíos, gitanos o exiliados.
Elisabeth no se libró de las persecuciones de los nazis, la Gestapo controlaba de cerca todos los movimientos que se hacían en el palacete. Fue detenida en más de una ocasión, pero la suiza no se dejó amedrentar y les plantó cara.
Finalmente, sus esfuerzos no fueron suficientes y en 1944 los nazis consiguieron cerrar la Maternidad un año antes de finalizar la guerra.
La maestra y enfermera regresó a Zúrich y en 1946 fue contratada por la Ayuda Protestante Suiza para liderar acciones de apoyo a los refugiados del Este en Viena. Dedicó su vida al servicio de los demás hasta su jubilación y recibió galardones por ello.
Los homenajes en vida 5f5z2d
En 2001, Guy Eckstein, nacido en la Maternidad de Elna y Nicolás García, nieto de refugiados españoles y alcalde de Elna, le rindieron homenaje a Elisabeth.
Por parte del Gobierno de Israel recibió la medalla de los Justos entre las Naciones en 2002.
En 2006 el Gobierno de España le entregó la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social, y la Generalitat le concedió la Creu de Sant Jordi.
El Estado francés, por su parte, le entregó el Ordre national de la Légion d’honneur en 2007.
Elisabeth Eidenbenz falleció en Zúrich el 23 de mayo de 2011 con 97 años.