
Oriana Fallaci, la periodista y escritora italiana considerada la corresponsal más intrépida del siglo XX. Getty Images 4n4ik
Oriana Fallaci, la periodista que se enfrentó a los poderosos del siglo XX y se salvó de la morgue gracias a un cura 1m574m
Recordada por ser la primera corresponsal de guerra italiana, por su peculiar forma de entrevistar a cientos de personajes y no dejar indiferente a nadie. 4y1165
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Periodista y escritora con más de veinte millones de copias de sus libros a sus espaldas, se caracterizó por poner patas arriba el mundo del periodismo, dejando claro que jamás había que ponerse al lado del poder, siempre frente a él. Cubrió conflictos bélicos en Vietnam, India, Pakistán, Oriente Medio y Latinoamérica siendo considerada la corresponsal más intrépida del siglo XX.
Una mujer que consiguió que todos quisieran ser entrevistados por ella pero también la que hacía ponerles en alerta por su estilo tan directo y su necesidad de querer destapar todas las mentiras y las medias verdades. Entrevistó a cientos de famosos como Mahatma Ghandi, Frank Sinatra, Salvador Dalí o John Kennedy. También colaboró con la NASA.
El miedo se le olvidó cuando era niña y se convirtió en una mujer de fuerte carácter que no era del gusto de todos. Su hipótesis para hacer entrevistas partía de que lo importante no eran las preguntas, sino la capacidad de respuesta que tenían los entrevistados.
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Oriana Fallaci, la primera mujer italiana corresponsal de guerra, nació en Florencia el 29 de junio de 1929 en el seno de una familia con valores antifascistas y una marcada conciencia de clase. Fue la mayor de cuatro hermanas, la última de ellas, Elisabetta, adoptada.
Aunque su infancia estuvo manchada por la Italia fascista de Mussolini, su padre, Edoardo, albañil y partisano antifascista, y su madre, ama de casa, educaron a las cuatro niñas en el rechazo al fascismo y en la defensa de los derechos humanos y libertades. Su padre influyó enormemente en las ideas de la joven, convirtiéndose en partisana durante la Segunda Guerra Mundial.
Luchó contra los nazis que llegaron a Italia y pasó a formar parte de la Resistencia 'Justicia y Libertad'. Con apenas 13 años, Oriana ayudó transportando municiones en bicicleta de una parte a otra del Arno mientras que a su padre lo hicieron prisionero y lo torturaron los nazis. A los 14 años, el ejército italiano le otorgó un reconocimiento honorífico como agradecimiento por su colaboración y ayuda al país.
Se formó en estudios medios en el liceo clásico Galileo e ingresó en la Facultad de Medicina gracias a las becas que recibió por parte del gobierno italiano. Rápidamente se dio cuenta de que aquello no era lo suyo y, alentada por su tío, Bruno Fallaci (periodista), ingresó en la Facultad de Periodismo para hacer lo que más le gustaba: escribir. Por ello, mientras estudiaba la carrera redactó pequeños reportajes para un diario de Florencia.
La joven empezó su andadura en el periodismo escribiendo sucesos, crónicas y costumbres para el Mattino dell'Italia Centrale, un periódico cristiano del que fue despedida al poco tiempo por no acatar las órdenes de sus superiores.

Oriana Fallaci.
Prosiguió su camino en Milán en el semanario Época de Mondadori, dirigido por su tío Bruno, quien le encargaba artículos, para ella, aburridos. En la década de 1950, cansada de Italia y buscando nuevas oportunidades, decidió recorrer América. Viajó por Estados Unidos, un país del que odiaba su política exterior, impregnándose del American Way of Life.
En 1951 publicó su primer artículo para L'Europeo, un medio que no le apasionaba pues escribía sobre espectáculos. En 1956 viajó a Nueva York para escribir sobre el mundo del famoseo y del corazón. Hizo numerosos viajes a Los Ángeles que le permitieron escribir su primer libro en 1959: Los siete pecados capitales de Hollywood, cuyo prólogo está escrito por el actor Orson Welles.
La italiana decidió mudarse a Nueva York y fue entonces cuando empezaron a llegarle grandes oportunidades; su primer gran éxito fue en 1961: El sexo inútil-Viaje en torno a la mujer, un reportaje sobre la condición de la mujer en Oriente. Un año más tarde publicó Penélope en la guerra, su primera obra narrativa, y en 1965 un diario que dedicó a su padre titulado Si el sol muere.
En plena carrera espacial, Fallaci consiguió un permiso para moverse sin restricciones por las oficinas de la NASA, lo que le permitió vivir de primera mano todo lo que sucedía y entrevistar a ingenieros y astronautas. Escribió la frase "Para Neil sería un pequeño paso, pero para mí ha sido muy grande" que dijo Charles Conrad, comandante del Apolo 12, cuando pisó la luna.
En 1967, el periódico L'Europeo envió a Fallaci a Vietnam, un país al que viajó 12 veces en 7 años, como corresponsal de guerra. Este conflicto fue para la italiana absolutamente sanguinario, pero tuvo destellos de luz por el heroísmo, humanidad y valentía de los civiles. Su paso por Vietnam le inspiró para escribir Niente e così sia (Nada y así sea) un libro en el que recogió todo lo vivido durante la guerra.

Oriana Fallaci de corresponsal de guerra con un cigarrillo en la mano.
A mediados de 1968, tras un año cubriendo la guerra en el país asiático, regresó a Estados Unidos con motivo de las muertes de Martin Luther King y Robert Kennedy.
Ese mismo año viajó a México para cubrir una manifestación de protesta estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, la cual fue duramente reprimida y que pasó a la historia como la matanza del 2 de octubre de Tlatelolco. Durante la cobertura, la italiana recibió en la espalda tres balas de una ráfaga de metralla del Batallón Olimpia.
La 'atea-cristiana', como se calificaba a sí misma, con un reguero de sangre a su alrededor y dándola por muerta, fue llevada a la morgue cuando, estando allí, un cura se percató de que aún seguía respirando y le salvó la vida avisando de inmediato para que fuese atendida. Entonces, la trasladaron al Hospital francés donde fue intervenida. La periodista declaró que aquella matanza fue mucho peor que las que había visto en el frente y que no daría ninguna entrevista después de que se le negase el derecho de llamar a su embajada.
Una mujer completamente enganchada a la nicotina (fumaba alrededor de 50 cigarrillos al día), que no dejaba indiferente a nadie, y a la que The New York Times calificaba como una mujer muy despistada que en la puerta de su casa tenía un cartel que decía "Vete" en inglés.
En 1979, Fallaci fue recibida por el ayatollah Ruhollah Jomeini, el entonces líder supremo de Irán. Como explicó para The New York Times, sus preguntas eran un retrato de sus ideas, temperamento y paciencia, y esta vez no iba a ser menos; las cuestiones tan tajantes sobre la condición de la mujer en Irán no gustaron nada al líder y puso fin a la entrevista. Al día siguiente recapacitó y volvieron a quedar para retomar el encuentro.
En la década de los 80, Oriana fue autorizada por el antiguo Ministro de Defensa italiano, Giovanni Spadolini, para ir a Beirut con las tropas italianas bajo el mando de la ONU y recabar la máxima información posible. De esta vivencia nació la novela Inshallah, una obra en la que la italiana contó la realidad de lo que vivió en Líbano. Su última vez como reportera fue en 1991, cuando fue enviada a la Guerra del Golfo.
El atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York le hizo volver a escena. De este suceso, la periodista escribió La fuerza de la razón y La rabia y el orgullo. En ambos libros criticó al mundo islámico por los actos cometidos y a la Iglesia católica por ser débil ante el Islam. Oriana, aun recibiendo un aluvión de críticas por sus declaraciones, tenía claro que el mundo islámico estaba intentando islamizar a Occidente, llegando a decir que el Islam era el nuevo nazismo.

Oriana Fallaci.
LOS AMORES DE ORIANA 376831
No tuvo muchos amores, y tampoco buen ojo a la hora de 'elegir' a los hombres a los que amar. Uno de ellos fue Francois Pélou (corresponsal de Presse en Vietnam), un hombre casado y con hijos del que la italiana se obsesionó y no obtuvo más que su rechazo. Le sucedió lo mismo con Alfredo Pierotti (periodista), un hombre casado que no le correspondió y que le destrozó el corazón.
La periodista fue enviada en 1973 a Grecia en calidad de corresponsal para cubrir la oposición y resistencia de los griegos a la Dictadura de los Coroneles que querían imponer en el país heleno. Fue allí donde conoció a Alexandros Panaguolis, resistente y líder de la oposición griega que luchó vivamente para impedir la dictadura en su país.
Panagoulis fue inevitablemente perseguido y encarcelado durante un largo período de tiempo. El griego y la italiana se encontraron el día que él salió de la cárcel y, desde entonces, Panagoulis se convirtió en el compañero de vida de Fallaci, en el padre del hijo que no llegó a nacer y el hombre con el que viviría hasta la muerte de él. En 1979, con su fallecimiento, escribió Un hombre, la novela inspirada en él.
Adiós a una de las grandes 4z4l20
Su adicción al tabaco le pasó factura: padeció un cáncer de pulmón que se vio agravado por los tres paquetes de cigarrillos que fumaba a diario. La 'atea-cristiana' confesó la iración que sentía por el Papa Benedicto XVI y un año antes de morir cumplió su deseo de conocerle en una audiencia privada que el Papa le concedió en el verano de 2005.
Una enfermedad que le hizo querer regresar a casa para pasar sus últimos días y morir allí. Tenía el deseo de morir en la torre de Mannelli, en Florencia, pero su delicado estado no se lo permitió y falleció en septiembre de 2006 en la clínica de Santa Chiara a los 77 años de edad.