El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , hace un gesto durante una reunión a puertas cerradas de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , hace un gesto durante una reunión a puertas cerradas de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes. Ken Cedeno Reuters 5h4r14

EEUU

La otra cara del odio político en EEUU: de mandar pizzas para intimidar a jueces a publicar un código para "eliminar" a Trump 5z481a

La investigación contra James Comey por un críptico mensaje en la arena ha reavivado el debate sobre los mensajes de odio, que en ocasiones se presentan como gestos que desafían los límites de la legalidad y la libertad de expresión. 51205e

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Washington
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En un país cada vez más polarizado y en el que el diálogo se hace cada vez más difícil, los estadounidenses vienen recurriendo desde hace tiempo al uso de códigos para criticar y, en ocasiones, atacar a quienes no comparten sus ideas.

Un fenómeno que vivió su apogeo durante la pasada campaña electoral, pero que en los últimos días ha alcanzado una nueva dimensión después de que se le abriera una investigación al exdirector del FBI James Comey.

La semana pasada la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, sorprendía al país al anunciar que el gobierno estaba valorando presentar cargos criminales contra Comey, quien se ha convertido en un vocal crítico de Trump desde que éste le despidiera durante su primer mandato.

El motivo de la investigación, una bucólica fotografía que el exjefe del Buró publicó en sus redes sociales en la que se podía leer el mensaje “8647” escrito con conchas sobre la arena de una playa.

“Hasta un niño sabe lo que eso significa”, reaccionó el presidente Donald Trump a las pocas horas, durante una entrevista con la cadena Fox News. “Si eres director del FBI y no sabes lo que significa… significa: asesinato”.

Según el diccionario Merriam-Webster, el número 86, en jerga, puede significar "eliminar" o "deshacerse de" algo o alguien; mientras que los otros dos dígitos son una clara referencia a Trump, que es el presidente número 47.

Susan Benesch, investigadora asociada del Centro Berkman Klein para Internet y Sociedad de la Universidad de Harvard, explicó a El Español que son tres los principales motivos por los que la gente recurre a este tipo de mensajes codificados: pueden resultar “divertidos”, sirven de “nexo” entre los de una comunidad y, “por supuesto”, ofrecen la posibilidad de “negar cualquier responsabilidad”.

“Algo que es importante entender de los mensajes en código es que es difícil estar completamente seguro de lo que la persona que lo difunde quería decir”, observa Benesch, quien también ejerce de directora del Dangerous Speech Project, un equipo de investigación independiente y sin ánimo de lucro que estudia el impacto del discurso de odio.

En este sentido, cabe destacar que a pesar de las acusaciones del Gobierno, distintos expertos consultados por este medio han coincidido en señalar que el post de Comey no tiene por qué ser interpretado como un llamamiento a la violencia en sí mismo, si bien reconocen que se trata de una crítica velada a Trump, un llamamiento al fin de su presidencia.

“Hasta ahora ninguna publicación con el número 8647 se había interpretado como una incitación de asesinato”, explicó a EL ESPAÑOL Jon Lewis, investigador asociado del Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington, quien observó que, de hecho, en internet se pueden comprar numerosos productos con el mensaje “8646”, en referencia al predecesor de Trump, el expresidente Joe Biden.

Comey ha argumentado que, en un principio, pensó apenas que era el número de alguna residencia cercana y que, al percatarse del tono político del mensaje decidió borrar la imagen de su cuenta inmediatamente.

En este sentido, Lewis considera que se trata ante todo de una cuestión de libertad de expresión, uno de los derechos fundamentales protegidos por la Constitución estadounidense.

“El discurso está protegido en este país salvo que implique una amenaza clara y explícita o una incitación a la violencia o a causar daño inmediato a una persona”, dijo el experto, quien no dudó en afirmar que en este caso no se ha incitado “directamente” a la violencia.

De la sorna a la amenaza velada 59y47

Muchos de estos mensajes en código buscan apenas ridiculizar, en ocasiones haciendo referencia a algún malentendido o a algún suceso concreto sacado de contexto. Ese es precisamente el origen de otra de las consignas más coreadas el año pasado por la extrema derecha durante la campaña electoral: “Let’s go Brandon” (Vamos Brandon).

En este caso, todo comenzó como un malentendido por parte de un periodista tras una carrera de Nascar, en la que mencionó que el público estaba animando a uno de los pilotos que tomaron parte en la competición -Brandon Brown- cuando en realidad lo que coreaban era “Fuck Joe Biden” (Que se joda Joe Biden).

Desde entonces, esta frase se ha convertido en una constante en redes sociales, gorras y pancartas, e incluso algunos legisladores republicanos se han hecho eco de ella.

Pero el problema con estos códigos es que, aunque no siempre sean un llamamiento a la acción, en muchas ocasiones su objetivo es, sin duda, cuanto menos intimidar.

Ese es el caso de cientos de pizzas que, a lo largo de los últimos meses, han recibido en sus respectivos domicilios numerosos jueces, la mayoría de los cuales en el pasado ha fallado en contra de Trump o de su istración.

“Al enviar una pizza a un juez, lo que dicen es: sabemos dónde vives”, advirtió recientemente, en entrevista con la cadena PBS, la magistrada del Distrito de Nueva Jersey Esther Salas, quién en 2020 perdió a su hijo, Daniel Anderl, a manos de un abogado que le guardaba rencor y que se personó en su domicilio disfrazado de repartidor. Su marido, Mark Anderl, también resultó gravemente herido.

En una muestra más de la crueldad a la que llegan estas acciones, en los últimos meses muchos de estos amenazantes envíos van a nombre del joven Daniel, fallecido a los 20 años.

“Están usando el nombre de mi hijo como un arma para infundir auténtico miedo a los jueces por todo el país”, se lamentó Salas, quien considera que las autoridades deben tomarse “muy en serio” estas amenazas.

En este sentido, Benesch sostiene que el envío de pizzas “tiene un significado diferente” al de otros mensajes codificados, puesto que no se limita a las palabras, sino que se trata de un acto. “Se trata de una amenaza”, zanja.

Ante la cada vez menor moderación de contenidos en las plataformas digitales, la directora del Dangerous Speech Project aboga por que se adopte algún tipo de “mecanismo” para evitar la difusión de estos mensajes, si bien reconoce la dificultad de regular este tipo de discurso frente al derecho a la libertad de expresión.

Por ello, Benesch hace un llamamiento a la responsabilidad, especialmente por parte de aquellas personas que tienen una gran visibilidad pública.

“Existe una responsabilidad por parte de quien emplea expresiones codificadas de aclarar cualquier malentendido”, concluye.