Publicada

A Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) no hay que buscarla en el centro del foco, sino en sus bordes: ahí donde lo comercial se cruza con lo poético, con un estilo propio que ya es historia de la música en España. Más de tres décadas después de irrumpir en el pop español ochentero con la banda Ella y Los Neumáticos, su voz dulce y melancólica sigue siendo un canto de resistencia a los nuevos tiempos y gustos.

Una resistencia que también la empodera como mujer y como artista multidisciplinar (cantautora, actriz, escritora) en una industria, dice, que decide qué cuerpos merecen un altavoz y cuáles no. "No hay chicas con un físico 'normalito' llenando estadios. Mientras que a Ed Sheeran no se le deben volver las tías a mirarle por la calle", expresa en una entrevista con EL ESPAÑOL.

A sus 60 años, no teme envejecer. Al contrario, lo celebra: "Sigo haciendo lo que soñé en la adolescencia". En aquella juventud en la que aprendió a tocar tres instrumentos de forma autodidacta, mientras que fracasaba en el instituto porque "no sabía obedecer ni estudiar bajo órdenes".

Christina Rosenvinge dice que no teme envejecer.

Christina Rosenvinge dice que no teme envejecer. Laura Mateo

Por eso ha hecho siempre lo que ha querido, sin imposiciones comerciales que guiaran su carrera. Un compromiso consigo misma que le ha permitido sobrevivir a las modas sin traicionarse. "Siempre he sido libre para hacer lo que pensaba que la gente quería escuchar, aunque ellos no lo supieran", comenta.

Comprometida con el feminismo desde siempre, Rosenvinge lamenta el auge de discursos reaccionarios entre los más jóvenes y reivindica la necesidad de explicar que el feminismo no resta, sino que libera: tanto a mujeres como a hombres. "De los hombres he aprendido que son una cosa en el ámbito privado y otra en el ámbito público. La máscara de macho que muchos hombres se ponen es una cárcel para ellos", sostiene.

Precisamente, ahora ha compuesto la banda sonora de 'Hombres íntegros', una película dirigida por el mexicano Alejandro Andrade que habla sobre la huella que deja el patriarcado también en los hombres. El mismo patriarcado que aún hoy cuestiona a las madres que apuestan por su carrera profesional. "Si la mujer delega en el padre, parece que es una egoísta y una mala madre. A mí me ha resultado muy doloroso no poder estar en el cumpleaños de mi hijo, pero tenía que apostar por mi carrera, como es lógico", confiesa a este periódico.

PREGUNTA.– Esta película, 'Hombres íntegros', habla sobre la identidad, el machismo, la homofobia y el clasismo. ¿Cómo se involucró en este proyecto?

RESPUESTA.– Conocí a Alejandro Andrade en la gira que hice por Latinoamérica cuando saqué Un hombre rubio. Él vino a un concierto mío en Ciudad de México. Me dijo que estaba escribiendo un guion y que quería que yo hiciera la banda sonora. Luego vino a Madrid y nos vimos muchas veces, porque fue un proceso muy largo, y nos fuimos haciendo amigos y perfilando los detalles del proyecto.

P.– ¿Y qué es lo que le atrapó y le inspiró a la hora de componer la banda sonora?

R.– Me pareció que la película hablaba de un tema muy importante. Estamos acostumbrados a leer noticias en los periódicos sobre las consecuencias trágicas de la sociedad patriarcal y desigual en la que todavía vivimos y cómo, un día, un grupo de chicos le dan una paliza a otro por ser homosexual. Y siempre se cuenta la historia de la víctima, pero nunca el trasfondo del agresor, de cómo un niño normal se transforma en una persona llena de odio y de violencia. De alguna forma, la película desgrana ese momento en el que un niño pasa a adquirir una personalidad cargada de intolerancia y odio para encajar en un molde en el que realmente no encaja. La película habla de cómo la armadura del machismo oprime mucho a los hombres y de cómo esta armadura no permite tampoco que los hombres crezcan de forma sana.

P.– Y también habla del miedo a ser uno mismo. Vivimos en una sociedad en la que, a pesar de los avances, mucha gente lucha por encajar.

R.– Sí, y sobre todo en el colegio, donde existe un ambiente muy opresor. Y es una etapa crucial en el desarrollo de la personalidad.

P.– En su caso, a pesar de haber sido una mujer exitosa, ¿ha sentido que no encajaba en algún lugar?

R.– Sí, claro. Yo también tuve un momento de rebelión hacia lo que se esperaba de mí. Y en el mundo de la música, y en la vida en general, siempre lo que he hecho ha sido romper prejuicios. Hacer cosas que se supone que no se podían hacer, sobre todo siendo mujer.

P.–Tuvo que hacerse un hueco en un mundo de hombres rockeros. Un gran reto, imagino.

R.– Es más difícil que una mujer entre en la estructura del mundo de la música que un hombre. Los que toman las decisiones en la industria y los dueños de las compañías discográficas y programadores de conciertos, todos suelen ser hombres. Todos ellos conforman una estructura masculina que se identifica mucho más con lo que ellos conocen, que suelen ser grupos de tíos. Pero es normal, porque para un alto mando de la música es más fácil que le guste un tío cantante por el simple hecho de que se identifican con él. Sin embargo, para ellos, una mujer es como un extraterrestre en muchas ocasiones.

P.– Y el envoltorio, el físico, ¿ha podido ser un aliado para usted o, por el contrario, le ha hecho sentir cosificada?

R.– En el mundo de la música, si te pones a mirar los 30 cantantes con más éxito del mundo, las mujeres de ese top son tremendamente atractivas. Sin embargo, en los hombres existe un abanico más amplio. Los hay más atractivos y menos atractivos. Y lo que esto demuestra es que hay hombres que pueden triunfar perfectamente sin tener ningún tipo de atractivo sexual.

P.– ¿Por ejemplo?

R.– Ed Sheeran, que tiene un carrerón y es un tío al que no se le deben volver las chicas a mirarle por la calle. Yo muchas veces me pregunto por qué no vemos a chicas con un físico normalito llenando estadios como Beyoncé. No las hay. Y si no las hay es porque es mucho más difícil para una chica ascender dentro de la escalera.

P.– Haciendo alusión al título de la película, ¿le ha resultado difícil encontrar hombres íntegros en su vida?

R.– Esa es una gran pregunta. Para empezar, ¿qué es un hombre íntegro? El título de la película tiene mucha ironía. Se llama así porque en el colegio del director de esta película, cuando era pequeño, se otorgaba el título al hombre íntegro del año, y eran de todo menos íntegros. Y esto ocurre en México, pero podría ser Madrid también. Y lo que ocurre es que creemos que un hombre ya es íntegro cuando está en lo más alto de la pirámide social, pero al mismo tiempo puede estar en lo más bajo de la pirámide moral.

P.– Siempre ha reivindicado el feminismo a través de sus letras. Aunque el feminismo ha evolucionado desde que comenzó a hablar sobre ello hasta la actualidad. ¿Qué piensa del feminismo actual?

R.– Bueno, el feminismo ha pasado por distintos estadíos. Hubo un momento en el que tuvo una enorme popularidad y parecía que iba a convertirse en una ideología predominante asumida por todo el mundo, incluso derechas e izquierdas. Sin embargo, ha habido una contraola conservadora muy potente. Ahora mismo los chicos jóvenes reciben un bombardeo de ideas que les hacen creer que el feminismo supone una cesión de derechos y privilegios. Y creo que es importantísimo explicar que esto no es así. Que el feminismo libera tanto a hombres como a mujeres.

Lo que pretende es que lo que nos defina en esta vida no dependa del sexo con el que nacemos, sino la persona que somos. Y para los hombres, el feminismo les puede ayudar a entender que no pasa nada si dedican su tiempo a cuidar de sus hijos, que parece que la valoración y aceptación de ellos está motivada siempre por motivos económicos. Y, al contrario, que las mujeres no se vean obligadas a tener que cuidar siempre de sus hijos para ser buenas madres, sino que puedan tener una carrera profesional plena porque los cuidados se compartan con los hombres de su familia. En realidad, son cosas muy obvias.

La artista ha tenido que luchar en una industria dominada por hombres

La artista ha tenido que luchar en una industria dominada por hombres Laura Mateo

P.– A finales de la década de 1980, cuando empezó, existía una pulsión muy grande en cuanto a manifestar los derechos de cada individuo, ¿piensa que hemos retrocedido?

R.– Cuando yo irrumpí en este mundo, había un espejismo de revolución propio de aquel contexto post-dictadura. Y parecía que se había acabado el conservadurismo. Incluso parecía que la gente conservadora se había abierto a cosas nuevas. Y realmente yo creo que ocurrió. Pero también hubo una contraola de, 'a ver, no nos volvamos locos tampoco'. Así que vamos dando pasos para delante y otros para atrás. Hay diálogo y confrontación en las calles, y es importante que los haya para seguir luchando y no dejarnos llevar por los que quieren que retrocedamos.

P.– ¿Dónde está la mayor amenaza? ¿Quién quiere que retrocedamos ahora?

R.– Pues lo vemos cada día. En Estados Unidos, por ejemplo, se ve con la cuestión del aborto. Es algo fundamental y debe estar garantizado. A nadie le gusta abortar, pero tienes que hacerlo si no puedes tener ese hijo, por lo que sea. A la mayoría de las mujeres nos gustaría tener una familia, pero también queremos elegir cuándo y con quién, y no con uno que no se puso un condón. Eso es parte de la maternidad responsable.

P.– Ha sido madre de dos hijos. ¿Ha tenido que batallar mucho para poder compaginar su carrera artística y ser una madre responsable?

R.– Muchas veces he estado donde no quería estar. Tanto a nivel profesional como familiar. Me ha resultado muy doloroso no poder estar en el cumpleaños de mi hijo, y también resulta muy doloroso no poder hacer una gira larga porque tienes a tus hijos. Pero yo no me arrepiento de haber tenido hijos, aunque haya tenido que estar todo el rato haciendo malabares.

P.– ¿Le ha preocupado que se pudiera decir que no era buena madre por no priorizar a sus hijos en alguna ocasión?

R.– Yo me quedo con que he hecho todo lo posible por estar con ellos, pero también he apostado por mi carrera, como es lógico. Lo curioso es que la estructura social está hecha para que el hombre que se queda cuidando a sus hijos sea reconocido por ello, lo cual es algo completamente normal. Y la mujer, si apuesta por su carrera y delega en el padre, parece que es una egoísta y una mala madre. Y más con estas corrientes que existen acerca de la crianza y el apego. Parece que tienes que estar siempre con tus hijos porque si no estás no se van a desarrollar y va a ser tu culpa.

P.– ¿Qué ha aprendido, para bien o para mal, sobre los hombres?

R.– He estado la mayor parte de mi carrera acompañada por hombres. No he tenido una banda mayoritariamente femenina hasta muy recientemente. Y lo que he aprendido, sobre todo, es que los hombres son una cosa en el ámbito privado y otra en el ámbito público. Es decir, un hombre que en el ámbito privado puede ser feminista, frágil y tener ciertas reflexiones, lo sacas al ámbito público y puede decir cosas que no encajan para nada con lo que piensa o dice.

P.– ¿Es la sociedad la que lo lleva a embrutecerse para aparentar lo que no es?

R.– Exacto. Hay una máscara de macho que muchos hombres se ponen. Y es muy incoherente. Y si quitáramos esa máscara y acabáramos con el machismo, sería muy liberador para los hombres.

P.– ¿Y qué ha aprendido del amor?

R.– Buf, es complicado (ríe). ¿Qué tipo de amor?

P.– Del amor de los hombres de los que hablamos y que la han querido. Del romántico, del amor de pareja.

R.– Es un tema tan complejo que desde Safo, que fue una de las primeras que habló del amor, por lo menos dejando constancia por escrito, llevamos hablando de esto. Y han pasado ya 27 siglos. (Christina realizó una obra teatral en 2022 encarnando a esta poetisa griega). El amor es la fuerza que mueve al mundo, y nunca lo acabaremos de descifrar.

P.– Sin embargo, el desamor siempre es fuente de relatos. Sus canciones casi siempre han tratado sobre desamor.

R.– Sí, porque es la parte más compleja del amor.

P.– Y es donde nace el conflicto.

R.– Exacto, y donde hay un relato más interesante.

P.– ¿Ha aprovechado sus canciones para mandar mensajes a sus exparejas?

R.– (Risas) No. Pero la mayoría de las obras artísticas hablan sobre ese momento de ruptura, sobre el dolor de una relación que se acaba. Pero porque es ahí donde hay cosas que contar. Del momento de apogeo del amor maduro hay muy poco donde rascar.

P.– ¿Siente que las letras de la música comercial actual transmiten cada vez mensajes mucho más vacíos? Las estrellas del rock están pasando de moda.

R.– No lo creo. Yo creo que hay ahora mismo letristas buenísimos también. Y creo que la palabra rítmica hablada, con el hip hop o el reguetón, ha dado lugar a letras que juegan mucho con la música y el ritmo. Es decir, con convertir la palabra en música. Y creo que se han inventado lenguajes que me parecen interesantes. Quizá no se encuentra tan fácilmente un relato coherente de la canción clásica, pero sí que hay experimentos interesantes con la literatura.

P.– ¿No le parece que cualquier tiempo pasado fue mejor?

R.– No, yo creo que lo que pasa es que cuando recordamos canciones de atrás nos quedamos con lo que ha trascendido y pervivido hasta nuestros días. Es decir, nos quedamos con lo bueno. Pero mediocridad ha habido en todas las épocas.

P.– Su carrera ha sobrevivido durante más de tres décadas. ¿Nunca le ha preocupado ser mainstream?

R.– Bueno, yo empecé en lo mainstream. Álex & Christina (la banda que formó junto al cantante Álex de la Nuez a finales de la década de 1980) fue mainstream en aquella época. A pesar de que el grupo nació en un cuarto de ensayo, donde hacíamos canciones malas y luego aprendimos a hacerlas buenas. Y nos convertimos en mainstream. El problema del mainstream es que entras en la industria donde se te exige que pongas por encima los números a la expresión artística. Entonces entras en una competencia musical y comercial que es muy limitante a nivel artístico.

P.– ¿Siempre ha hecho lo que ha querido?

R.– Sí, siempre he hecho lo que me ha nacido. Y ahí tienes que saber que lo que haces no le va a gustar a todo el mundo. Yo en su momento tuve mucho conflicto con esto. Porque quería ser libre para hacer lo que pensaba que la gente quería escuchar, aunque ellos no lo supieran.

P.– Qué bonito eso.

R.– Y sigo haciendo lo mismo. Yo no hago la música para mí, hago la música buscando encontrar qué tengo yo en común con sentimientos universales. Y no siempre terminas de conectar con todo el mundo, pero es el propósito.

A Christina Rosenvinge no le preocupa envejecer.

A Christina Rosenvinge no le preocupa envejecer. Laura Mateo

P.– ¿Qué es lo que más le preocupa de cumplir años?

R.– No me preocupa nada cumplir años. Creo que los años hay que celebrarlos. Y celebro que más de tres décadas después sigo haciendo lo que había soñado en la adolescencia.

P.– Fue mala estudiante en la adolescencia, tengo entendido. Sin embargo, aprendió a tocar tres instrumentos de forma autodidacta. La música era el camino.

R.– Sí, era muy mala atendiendo y estudiando bajo órdenes. Siempre he sido muy mala siguiendo instrucciones, pero de forma autodidacta, que es algo que se debería estimular en los colegios, he aprendido mucho. Hay que dar más libertad a los jóvenes para no encasillarlos en el sistema educativo tradicional. Estudiando voluntariamente llegas a sitios que no te puedes imaginar.

P.– ¿Ha cumplido los sueños que tenía de niña?

R.– Sí. No ha sido un camino fácil. Ha sido inestable. Lleno de dudas y de cuestionarse si todo esto tenía sentido. Pero luego me doy cuenta de que pertenezco a ese reducido grupo de personas en el mundo que trabajan en algo que les apasiona. Ya que tienes que trabajar y dedicarle muchas horas, que por lo menos te apasione.

P.– ¿Y de qué se siente más orgullosa?

R.– En los momentos de dudas, lo que más me lleva a seguir es los mensajes de la gente que te dice que tus canciones les ayudan. Me pasó hace poco en un semáforo, un señor que decía que lo había pasado muy mal con la muerte de su padre y que una letra mía lo llevó a reflexionar y a sanar un poco el alma. Y eso es la mayor recompensa. Mucho más que el ego de estar en el escenario y que la gente te mire.