Eugene Rogan en la Fundación Ramón Areces. Foto: Fundación Ramón Areces

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Historia

Eugene Rogan, historiador: "Si el Imperio otomano no hubiera caído, no existiría el terrorismo islamista" 2s3x1i

El autor de 'Los árabes' publica un libro sobre una oleada de violencia que asoló Damasco en 1860. Nos atiende a su paso por la Fundación Ramón Areces, donde ha ofrecido una conferencia en la que relaciona el conflicto con la actualidad. 1wo5g

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En el caso de que un cristiano deseara montar a caballo en el Damasco del siglo XIX, se encontraría con la oposición de los hombres musulmanes que pasaran por allí. Primero empezarían las quejas, luego los aspavientos y los forcejeos y, por último, en caso de que el creyente en la fe de Cristo se mantuviera en sus trece, acabaría por ser arrojado al suelo. El motivo era sencillo: la norma decía que un hombre de otra religión no debía mirar por encima del hombro a un musulmán. Así que, qué remedio, vapuleado y afrentado como estaba, se tendría que conformar con una montura de estatura más humilde, como un asno o un rocín.

Damasco era entonces una ciudad cosmopolita, sí, pero con un rígido conservadurismo islámico. Si bien el Corán permitía que personas de otras creencias convivieran con normalidad en las urbes, no dejaban de ser ciudadanos de segunda. Sin embargo, esto cambió cuando la influencia occidental permeó en la Ciudad Fragante y entraron en vigor las nuevas medidas impuestas por el Imperio otomano, en las que se igualaba ante la ley a musulmanes y no musulmanes. El resultado último de esta tensión fue el estallido en julio de 1860 de "los sucesos de Damasco", una ola de violencia que provocó la muerte de unas 5.000 personas.

Autor de obras imprescindibles para entender la historia de Oriente Medio como Los árabes (2009), el historiador y profesor en Oxford Eugene Rogan (California, 1960) publica ahora Los sucesos de Damasco (Crítica). En él, recurre a unos documentos inéditos para reconstruir aquel episodio de violencia desaforada y repasar sus causas y consecuencias. A su paso por Madrid, donde ofreció una conferencia en la que relacionaba "los sucesos" con el estado actual del país, atiende a El Cultural en la sede de la Fundación Areces, institución responsable de traer al historiador a nuestro país.

Pregunta. Su libro se sostiene sobre todo en el testimonio de Mijaíl Mishaqa, vicecónsul de Estados Unidos en Damasco durante aquellos años. ¿Qué aportan estos documentos?

Respuesta. Ya se había escrito antes sobre lo ocurrido en 1860 en Damasco. Sin embargo, ninguno pudo hacer uso de un testimonio como el de Mishaqa, un hombre que era considerado "el más culto de Damasco". Pero, por encima de su inteligencia, lo más importante de esos informes que mandaba a la embajada estadounidense en Estambul es que fueron escritos al mismo tiempo en que se sucedían los acontecimientos que trata. Los testimonios con los que normalmente se ha trabajado fueron escritos años después. Mishaqa, sin embargo, nos cuenta detalles que se olvidan con el paso del tiempo y sin el sesgo de saber qué pasará a continuación.

P. ¿Cómo cree que se ve hoy en día desde Occidente al mundo árabe en general y a Siria en particular?

R. Depende de si han leído mis libros anteriores o no [ríe]. Creo que en general se les ve con miedo e incluso odio. Estamos contaminados por un orientalismo del que ya avisó Edward Said [Orientalismo, 1978] y que atraviesa toda nuestra cultura audiovisual. Es algo que se ha asumido masivamente y es muy complicado para los académicos combatirlo. Lo único que se puede hacer es añadir una voz disidente al ruido predominante.

P. En su libro vemos que uno de los principales motivos de "los sucesos" fueron los privilegios que se concedió a los extranjeros occidentales y las minorías con las que tenían relación, ¿Por qué el Imperio otomano favoreció tanto los intereses de las potencias occidentales en la región?

R. Tiene su origen en el siglo XVI, cuando los países europeos eran "potencias menores". Entonces, para estimular el comercio con ellos y protegerlos se acordaron unos tratados en los que se les concedían algunos beneficios fiscales y legales. El problema es que en el siglo XIX los europeos ya no eran "pequeños y débiles" como antes, sino todo lo contrario. Los papeles se revirtieron, pero los privilegios siguieron vigentes, cosa de la que se aprovecharon.

"El actual presidente de Siria, al-Charaa, se ha esforzado por demostrar al mundo que no es el líder de una asociación terrorista"

P. A esos favores se les suma la Tanzimat (política de renovación que llevó a cabo el Imperio otomano desde 1839 a 1876), en la que se igualaba ante la ley al musulmán y al no musulmán. ¿Cree que, pese a cuestiones como "los sucesos", el balance de este proyecto fue positivo, o fue el comienzo de la decadencia otomana?

R. La Tanzimat era una reforma necesaria en un imperio que estaba obsoleto en muchos aspectos frente a sus competidores europeos. La igualdad entre etnias y religiones tenían sentido estratégicamente para detener el intervencionismo del resto de países, pero iba en contra del Corán.

»El problema estuvo en que se impusieron medidas trascendentales sin fomentar antes un apoyo social. Pero sí que fueron fundamentales para construir un imperio moderno. Tanto que, de no haber entrado en la I Guerra Mundial, probablemente estaríamos ante una potencia que habría sobrevivido al siglo XX. Cuestiones como el genocidio armenio, el terrorismo islamista, o los conflictos árabe-israelíes no habrían sucedido, al menos no tal y como lo conocemos. Todo aquello ocurrió como consecuencia derivada de la fragmentación de un imperio.

P. En la reciente Guerra Civil Siria, los cristianos apoyaron al bando de Bashar al-Ásad. ¿Cree que puede haber represalias a gran escala?

R. En 2013 hablé con el patriarca de la iglesia católica griega en Siria. Le pregunté por qué apoyaban a un régimen que era claramente represor y violento y me contestó con la historia de varios secuestros a personas de su comunidad por parte de musulmanes salafistas que buscaban sufragar la guerra con los rescates que les pagaran. Me dijo: "Si Siria cae en manos de estos monstruos, los cristianos estamos perdidos".

»No pude rebatírselo. No sé lo que pasará de ahora en adelante, solo sé lo que deseo.
Al-Charaa [actual presidente de Siria] se ha esforzado por mostrar al mundo que no es el líder de una asociación terrorista. Era algo necesario en un país que ha estado 14 años en guerra. De otra manera no se habrían levantado las sanciones vigentes. El resto está por ver.