Mujeres jóvenes posando en el patio. Foto: Cortesía de Editorial Universidad de Granada

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Libros para comprender

Historia

Mujeres que sufrieron el franquismo: las pequeñas historias que hacen la Historia e4f41

La Universidad de Granada publica 'Las niñas de nuestros ojos', libro en el que Aurora Morcillo Gómez relata experiencias de resistencia y lucha contra las adversidades en los tiempos de la dictadura. 2o5h5q

Más información: Homenaje a Juan Avilés, historiador polifacético de la edad contemporánea y sus convulsiones j6471

Publicada

Las niñas de nuestros ojos es el tercer libro que Aurora Morcillo Gómez, profesora de la Florida International University nacida en Granada en 1962, dedicó a la situación de las mujeres en el franquismo.

Título: Las niñas de nuestros ojos: Resistencias (in)visibles a la dictadura de Franco. Una narración histórica

Autora: Aurora Morcillo Gómez

Traductores: Mª. Asunción Gómez y Álvaro Gutiérrez Morcillo

Editorial: Universidad de Granada

Año de edición: 2024

Disponible en Editorial EUG

Publicada por la Universidad de Granada, y apoyada en enriquecedores registros filosóficos y poéticos, la obra se divide en dos apartados: el primero surge de entrevistas realizadas en 1989 por la autora a antiguos activistas estudiantiles antifranquistas de la ciudad andaluza; el segundo, de investigaciones desarrolladas a partir del año 2000 que manifiestan su creciente interés por la historia de las emociones y la historia oral.

Morcillo rinde homenaje a profesoras, familiares y amigas que le contaron sus experiencias. Un capítulo final debería haber recogido una entrevista con sus padres, pero la autora falleció en marzo de 2020, antes de acabar el libro.

El recorrido de la primera parte, en la que late el concepto unamuniano de “intrahistoria”, arranca con Amalia y Concha, comunistas de educación religiosa, vecinas y amigas desde los tiempos universitarios.

En su entrevista con Morcillo recuerdan estos tiempos un año antes del fallecimiento de Concha, que fue historiadora del arte y miembro del movimiento estudiantil clandestino de finales de los 60 (y la única mujer que participó en el primer mitin del PCE en Granada, el 20 de abril de 1977, junto a Santiago Carrillo).

Amalia subraya el heroísmo de su amiga, a la que resultó muy difícil superar el rechazo de su familia conservadora. La siguiente protagonista es Socorro, universitaria a pesar de la resistencia de su estricto padre, activista política y social, marxista seducida por la “mística revolucionaria”.

Con su novio, Jesús, enseñó a leer a obreros y campesinos e instruyó a trabajadores sobre la injusticia de sus circunstancias. Actividades que ocultaba a su padre, a quien temía “más que a la policía”. Socorro conoció la cárcel en 1971: celda pequeña, cama desvencijada, comida mohosa. Jesús, además de encerrado, fue torturado. Ya en democracia se convirtieron en profesores de secundaria e integrantes de la sección de educación de Comisiones Obreras. En 2015 se divorciaron.

Joaquín y Arturo también eran estudiantes y militantes antifranquistas. Joaquín lideró una célula comunista en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Arturo era miembro de la organización estudiantil jesuita Fecun (Federación Española de Comunidades Universitarias), cuya relación con el Partido Comunista, según Morcillo, “fue cordial pero distante”.

Los dos conocieron la cárcel. Joaquín pasó por varias, recibió palizas y se unió a sus compañeros de Carabanchel para protestar por sus condiciones. A Arturo un policía le presionó el cuello con una pistola en un interrogatorio. Joaquín abandonó el Partido Comunista en 1980 y Arturo se unió al Partido Socialista de Andalucía (PSA). Morcillo destaca que “la heroica resistencia de activistas estudiantiles” como ellos resultó fundamental para “vencer los días oscuros del franquismo”.

Valentina trabajando en la fábrica de corsetería. Foto: Cortesía de Editorial Universidad de Granada

Valentina trabajando en la fábrica de corsetería. Foto: Cortesía de Editorial Universidad de Granada

Amparo era en 1989 titular y catedrática del departamento de Geografía de la Universidad de Granada. De fuertes convicciones religiosas, se unió a la Fecun, que en 1968 experimentó una profunda radicalización y donde “trabajó incansablemente en bambalinas”. Y se enamoró de Arturo. En la Transición fue una de las fundadoras del PSA.

Morcillo recupera también las historias de Julia, comunista que fue traicionada por una compañera en un interrogatorio, acusada de asociación ilegal y distribución de propaganda subversiva y encarcelada; y Marga, de poderosa conciencia feminista y cuya vida estuvo “llena de amor y caridad por los demás”. Viajó a Holanda para abortar. 

En el intermedio de la obra, la investigadora acude a “lo personal y autobiográfico en busca de revelación”. Acogiéndose a la idea de “la historia como devenir” y apoyada en la “razón poética” de María Zambrano, lo dedica a las Auroras de su familia (su abuela y su madre, además de ella). 

Si el primer grupo de entrevistas se centra en “el espacio y lo visible”, el segundo explora “el tiempo y lo invisible” como elementos articuladores de las “narrativas de vida de la clase trabajadora”.

Patrocinio era su madrina, prima de su madre, carnicera de día y costurera de noche. A su marido lo enviaron a Sevilla para servir como cocinero en la casa de Queipo de Llano. Se quedó viuda a los 29 años, con cuatro niños, y salió adelante vendiendo casquería

Comparece la tía Pura, que no quiere hablar de la guerra ni reconocer que se casó con un viudo y que tuvo que empezar de cero varias veces en distintas geografías. Y Valentina, a la que Morcillo compara con Antígona y que “representa la resistencia tenaz de las mujeres, en su mayoría olvidadas por la Historia, cuyos sacrificios fueron significativos para la supervivencia de España después de la Guerra Civil y su surgimiento final como una democracia europea moderna”.

Mujeres irables como Esperanza y Adoración, que se ganaron la vida en Francia y Alemania y que “personifican la noción de sujeto nómada de Braidotti”. Y como Luz, cuya historia suministra “una silenciosa dignidad al sufrimiento”.

En su coda, la profesora Morcillo afirma que con este trabajo no ha pretendido “conocer y comprender una especie de verdad objetiva”. La verdad (“si es esta la palabra apropiada”) reside “en las emociones sentidas y derramadas por estas mujeres”, en su resistencia, su capacidad de superación y el ejemplo que suponen para las generaciones posteriores.