Montaje con los gemelos David y Frederick Barclay.

Montaje con los gemelos David y Frederick Barclay. E.E. 5e4y4z

Reportajes

El penúltimo 'apagón' del 'Telegraph': auge y caída del imperio de los gemelos Barclay al vender a un fondo americano 1l5r3w

El rotativo británico apunta directamente a las autoridades españolas como responsables del apagón y el Gobierno responde recordando sus "bulos". 33d1h

Más información: Montero acusa al Telegraph de "difundir bulos al servicio de un grupo de interés empresarial" f45y

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Multimillonarios, dueños de varios periódicos, compradores del Ritz de Londres y constructores de la mayor residencia privada construida en el Reino Unido en los últimos dos siglos.

Es el currículo detrás de los gemelos David y Frederick Barclay, propietarios casi históricos del Telegraph hasta perderlo a manos de un fondo estadounidense hace apenas unos días.

Los hermanos, inseparables hasta la muerte en 2021 de David, vuelven a la primera línea de la actualidad.

Y lo hacen después de que su ya experiódico haya apuntado que el apagón que dejó a oscuras a España y Portugal el pasado 28 de abril se debió a un "experimento que salió mal" al probar hasta qué punto podía resistir la red la dependencia de las renovables.

En suma: las autoridades, según esta tesis, querían saber cuánto es demasiado, o si es que lo había. Que la Península Ibérica quedase a oscuras 12 horas demuestra que sí fue excesivo, al menos teniendo en cuenta la inversión realizada hasta la fecha en la red.

La acusación, de hecho, se ha emitido mientras el diario cambia de manos. La semana pasada se cerró la venta del grupo editor a RedBird Capital Partners por 500 millones de libras (cerca de 675 millones de dólares o casi 600 millones de euros).

Atrás quedan dos años de drama, el tiempo que se ha tardado en encontrar nuevo dueño una vez Lloyds constató que los hermanos no podrían hacer frente a las deudas acumuladas y tomaron el control.

El fin de una época, en suma, en el Reino Unido. Vinculados a un largo historial de polémicas, los hermanos comenzaron los años 90 tratando de construir un imperio mediático indispensable para amasar una fortuna de 7.000 millones de libras (unos 8.300 millones de euros) en el que el Telegraph era la joya.

Fundado en 1855 y considerada una biblia para el Partido Conservador y referencia en toda información relativa a la Casa Real británica, su adquisición permitió a los gemelos situarse en la órbita de figuras como Rupert Murdoch.

Con un precio: ponerse en la diana de la prensa de la competencia, que durante década ha investigado, encontrado y publicado sus escándalos.

Micros ocultos en el Ritz, fraude fiscal, acusaciones falsas de manipulación de imágenes y otras con aparentemente más base sobre pseudónimos son algunos de los trapos sucios de los gemelos que se han ido aireando, sin dejar de lado cierta excentricidad de multimillonarios que les condujo a alcanzar cierta fama internacional.

Fue el caso de la compra de la isla de Brecqhou, una de las Islas del Canal. Una vez allí, echaron abajo la casa señorial existente y construyeron en su lugar un castillo bautizado como Fort Brecqhou que, con torres, almenas e interiores propios de los Windsor, está considerada la mayor residencia privada construida en el Reino Unido en los últimos dos siglos.

Abonados al escándalo 4p1n10

La controversia sobre la forma de proceder de los gemelos es notoria y va más allá de la sombra de la sospecha lanzada este fin de semana por María Jesús Montero al decir que detrás del artículo sobre el apagón había "protagonistas de bulos muy sonados a lo largo de los últimos años".

¿Hasta qué punto es esta otra reacción airada contra la prensa, en este caso internacional, del Gobierno? La respuesta está atravesada por claroscuros: estamos ante dos hermanos que no se detuvieron para aglutinar poder y que han sido señalados por prácticas delictivas... y engañosas.

Los Barclay se hicieron con el Telegraph hace veinte años, culminando un recorrido mediático que arrancó en 1992, cuando compraron The European. Bajo la batuta de los gemelos, la publicación se convirtió en un tabloide del mundo económico de altos vuelos y corta vida: echó el cierre en 1998.

También compraron The Scotsman y Sunday Business, pero su salto definitivo en cuanto a influencia no llegó hasta la adquisición del grupo editor del Telegraph, fundado en 1855 y considerada una biblia para el Partido Conservador y referencia en toda información relativa a la Casa Real británica.

La operación les situó en la órbita de figuras como Rupert Murdoch. Y su dirección convivió con los escándalos que el dúo fue acumulando, y que la prensa británica competidora fue revelando.

Las relaciones entre ellos y sus descendientes se enturbiaron hasta alcanzar la esfera de lo delictivo

Entre ellos destacan acusaciones de fraude y evasión fiscal, recogidas por The Economist y relativas a un acuerdo para evitar la quiebra que los hermanos lograron en los años 70; también jugaron a ser exiliados fiscales, alegando que vivían parte del año en Mónaco aunque operaban en el Reino Unido, una cuestión levantada por The Guardian.

Sus complicadas relaciones con el fisco británico no escaparon al ojo de la BBC. La cadena pública reveló que otro de sus activos estratégicos, el Hotel Ritz que compraron en 1995 y remodelaron –y que vendieron a Abdulhadi Mana al-Hajri, cuñado del emir de Catar, en 2020–, no pagó el impuesto de sociedades en el país durante 17 años.

Mientras los impuestos iban y venían –o no– las relaciones entre ellos y sus descendientes se enturbiaban hasta lo delictivo. Frederik y su hija Amanda fueron durante meses grabados con micros ocultos en el inevitablemente familiar Ritz por sus primos Alistair, Aidan y Howard.

Los hijos de David enfrentan ahora acciones legales por el uso de información que captaron en esas escuchas ilegales, y que llegaron hasta el Tribunal Superior de Londres en 2020.

Noticias y firmas falsas 255y71

Mientras el cambio de manos del Telegraph se concretaba, se sucedían las polémicas en torno al diario por acusaciones de noticias falsas y manipulación.

La más reciente ha tenido lugar esta primavera. Circuló en redes sociales una imagen falsa que simulaba ser la portada del periódico y en la que se describía a la Fuerza Aérea de Pakistán como “el rey indiscutido de los cielos”.

El Telegraph ha sido acusado de firmar con nombres falsos artículos escritos por periodistas de agencia

La portada se demostró rápidamente falsa, pero el caso ganó notoriedad al ser dada como válida inicialmente –y promocionada– por el ministro de Exteriores de Pakistán. Se abundaba con ello en las dudas que en los últimos años levantaba al rotativo tras acumular tropiezos.

Uno de los más destacados fue el uso reiterativo de pseudónimos. El Telegraph ha sido acusado de firmar con nombres falsos artículos que, en realidad, habían sido escritos por periodistas de agencia, dando a entender así que el contenido era propio.

Llegaron a encontarse siete firmas inexistentes en la sección de Deportes. Los responsables del diario, lejos de mostrar arrepentimiento tras ser descubiertos, justificaron lo sucedido como una cuestión de diseño, erosionando con ello la ética periodística del periódico.

También se ha señalado a la cabecera por negarse a retirar en 2018 una información que se reveló incorrecta sobre un adolescente presuntamente vinculado a protestas anti-fracking, y han debido rectificar artículos con información falsa en aspectos extremadamente sensibles.

Publicaron un reportaje que vinculaba erróneamente a un líder scout musulmán con extremismo islámico. El Telegraph tuvo que pedir disculpas públicas, reconocer que la información no tenía fundamento y era difamatoria, y pagar daños al afectado.

La cuestión de la información engañosa les persiguió también en relación a la pandemia. Publicaron columnas y artículos que miniminaban los consensos científicos y promovían perspectivas pseudocientíficas.

Llegaron por ello a recibir un toque de atención de la Independent Press Standards Organisation, (IPSO), el regulador británico de prensa, que derivó en otra contricción dolorosa para la reputación del medio: tuvieron publicar correcciones por afirmaciones “significativamente engañosas” sobre inmunidad y la pandemia.