Marruecos se alía con las tres dictaduras del Sahel alineadas con Putin para abrir una nueva salida al mar cerca de Canarias

Marruecos se alía con las tres dictaduras del Sahel alineadas con Putin para abrir una nueva salida al mar cerca de Canarias 4ea70

África

Marruecos se alía con las tres dictaduras del Sahel alineadas con Putin para abrir una nueva salida al mar cerca de Canarias 2x5b1p

Dado que ninguno de los tres países que integran la Alianza de Estados del Sahel cuenta con una salida marítima, desde Rabat han aparecido con una curiosa opción que desafía a todas las leyes de la lógica. 56u5z

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“Algún día ayudaremos a los marroquíes a conquistar el Sáhara Occidental”. Esta frase la dijo a este periodista un capitán de la gendarmería maliense en la ciudad de Kayes, próxima a la frontera senegalesa, acomodado en su sofá, con el aire acondicionado encendido en su despacho y sorbiendo a la vez un refresco de mango. El capitán procedió entonces a alabar una por una las bondades y virtudes de Marruecos como nación aliada de Mali y, lo que es más importante, como representante de ese león rugiente que se llama África. Había algo en Marruecos que embelesaba a este capitán que conoció el país alauí durante un intercambio de estudios en su juventud, una simbología concreta y feroz para un militar de un país hundido en la guerra.

No es el único que lo piensa entre los suyos. El pasado 28 de abril, los ministros de Exteriores de Mali, Níger y Burkina Faso se reunieron en Rabat con el rey Mohamed VI para, según los medios de comunicación malienses, “garantizar el al Atlántico a los países del Sahel”.

Dado que ninguno de los tres países que integran la Alianza de Estados del Sahel (AES) cuenta con una salida marítima, desde Rabat han aparecido con una curiosa opción que desafía a todas las leyes de la lógica, aunque esto no haya supuesto impedimento alguno para que se celebrase la reunión citada el 28 de abril.

La iniciativa fue propuesta por primera vez por el monarca marroquí en 2023, en un contexto en el que los países de la AES atravesaban una fuerte crisis diplomática en sus relaciones con el resto de los países de África Occidental, integrados a su vez en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).

La propuesta que ofrece Marruecos es la siguiente: establecer un corredor terrestre que lleve desde los tres países de la AES hasta los puertos de Dajla y de Tánger y que permita ese deseado marítimo. A primera vista, esta ruta terrestre es en sí una odisea comparable a la infame Ruta de Oregón que recorrían los colonos americanos en el siglo XIX. La opción más corta entre Niamey (capital de Níger) y Tánger implica recorrer 4.600 kilómetros que crucen de extremo a extremo el desierto del Sáhara; una aventura que, como si no fuera suficiente, significaría que los transportistas deberían atravesar zonas de Mali y de Níger controladas por toda clase de grupos yihadistas y de rebeldes de corte independentista. Una ruta similar deberían seguir los camiones que salgan de Uagadugú (capital de Burkina Faso), sólo que en su caso sería algo más larga.

La única alternativa convendría una segunda ruta que lleve por la costa Atlántica, a través de Mauritania y del Sáhara Occidental, aunque esto implicaría a los camiones burkineses recorrer 5.000 kilómetros… y 5.400 kilómetros a los nigerinos. Para que se comprendan estas distancias, bastaría decir que la distancia que separa Madrid de Moscú es de 4.100 kilómetros, considerando que las carreteras europeas se encuentran en un estado bastante mejor que las de los países africanos citados.

Esto, al mirar al puerto de Tánger. Es evidente que el puerto de Dajla, situado en el Sáhara Occidental, reduciría las distancias en mil kilómetros, aunque su uso despierta nuevas incógnitas que tampoco deben desdeñarse a la hora de considerar la viabilidad del proyecto. Esto sería por el conflicto que despertaría en cuanto a la soberanía del Sáhara Occidental, lo que lleva a que diversas voces relacionadas con la liberación saharaui hayan protestado contra este acuerdo.

Una de esas voces es la de Taleb Alisalem, activista político y autor de Un viaje a la libertad. Alisalem considera en una entrevista a EL ESPAÑOL que “el mismo Sankara que todos citan fue el primero en pisar el Sáhara Occidental liberado de la mano del Frente Polisario. No es posible construir una África libre mientras se aplaude al opresor de uno de sus pueblos”.

El amigo de mi enemigo… 2z4v4k

Una de las cuestiones que más llaman la atención a la hora de realizar una lectura de este supuesto acuerdo puede encontrarse en que los tres países del Sahel han adoptado de forma conjunta una política abiertamente antisa, habiendo llegado a expulsar a militares y diplomáticos ses destinados en sus respectivas naciones. Es de sobra conocido que las juntas militares del Sahel, en definitiva, sienten una especial animadversión por los ses. Y, sin embargo, a la hora de valorar un posible acuerdo con un provechoso rendimiento económico, optan como posible socio a Marruecos, que es, como se sabe, el mayor abanderado con que cuenta Francia en el norte de África. ¿El amigo de mi enemigo… es mi amigo?

Ya lo dice el activista saharaui: “¿Cómo se puede hablar de liberar África mientras se normaliza con quien la sigue ocupando? Marruecos no es un país neutral, es el instrumento regional de la Francia que dicen haber echado. Y acercarse a él, mientras se silencia al pueblo saharaui, no es solo una incoherencia, es una traición al espíritu mismo del panafricanismo”.

Las relaciones entre Marruecos y Mali, sin embargo, se remontan hasta tan atrás como el siglo XVI. Fue entonces cuando un ejército marroquí compuesto por varios miles de hombres y liderado por el eunuco español Yuder Pachá atravesó la fiereza del Sáhara para exterminar al imperio Songhai (en el actual Mali), saquear sus ciudades más importantes y regresar de vuelta a Rabat, tras comprender el sultán de Marruecos que no sería posible controlar como tenían previsto las rutas de oro y sal que enriquecieron a los songhai.

Antes de irse, también tuvieron tiempo de hundir un poco más al reino de Mali (que ya se encontraba en aquellas fechas en el culmen de su decadencia) y de obligarles a pagar un tributo a Marruecos como condición de no seguir machacándolos.

Los ministros de Exteriores de Burkina Faso, Mali y Níger agradecieron este lunes al rey Mohamed VI -quien los recibió en Rabat- su iniciativa para favorecer el  de los países del Sahel al océano Atlántico, en un contexto de crisis con Argelia y ruptura con su entorno subsahariano.

Los ministros de Exteriores de Burkina Faso, Mali y Níger agradecieron este lunes al rey Mohamed VI -quien los recibió en Rabat- su iniciativa para favorecer el de los países del Sahel al océano Atlántico, en un contexto de crisis con Argelia y ruptura con su entorno subsahariano. Efe

De nuevo resulta impresionante que, aquellos que juraron odio eterno a Francia por el daño provocado a su pueblo, se dispongan sin embargo a enriquecer al país que destruyó al imperio Songhai. A quien provocó que la zona que hoy conocemos como Mali, Níger y Burkina Faso pasara de ser un poderoso imperio a un territorio fragmentado en pequeños y débiles reinos que no pudieron detener el empuje de la bota colonialista. Y, sobre todo, cuando el concepto conocido como Gran Marruecos (que resulta en un eje fundamental de la política exterior alauí) implicaría que Marruecos tome el control del Sáhara Occidental, el norte de Mauritania, zonas de Argelia… y áreas del noroeste de Mali.

Todo es un poco confuso. Sobre todo, cuando la alternativa a este éxodo hasta Tánger se encuentra en cualquiera de los puertos disponibles en Dakar (Senegal), Conakri (Guinea Conakry) o Lomé (Togo), ubicados a 2.600 km, 2.100 km y 1.100 kilómetros de Niamey, respectivamente. Eso, sin considerar que las capitales de Burkina Faso y de Togo distan en apenas 939 kilómetros. Esta es la pregunta que se hacen todas las mentes pensantes: ¿Por qué complicarse tanto?

El propio Alisalem, que durante años fue un fuerte defensor de las juntas militares del Sahel por su supuesto discurso anticolonialista, confiesa que “al principio creía de verdad que lo que estaba pasando en el Sahel era el inicio de algo histórico, el renacimiento del panafricanismo real, ruptura con el colonialismo, soberanía de verdad, no de escaparate. Pero lo que estoy viendo ahora me deja una sensación amarga y de decepción”.

Un buen negocio 2l4a70

En este punto debe reconocerse un detalle importante. Que Marruecos sabe convencer a sus aliados. Y que lo hace muy bien. Existe otro ejemplo en el gaseoducto Nigeria-Marruecos que dicen que construirán a lo largo de la costa occidental africana para abastecer a Europa, pese a que el jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell, dijo durante una visita a Rabat en enero de 2023 que “hay que considerar cuándo estará terminado. ¿Seguiremos utilizando entonces gas metano?”.

Pese a que el gaseoducto, valorado en unos 25.000 millones de euros, deba ser financiado en su mayor parte por capital europeo sin que la UE se haya pronunciado jamás al respecto; pese a la ficción que levanta que su construcción tardaría 25 años en hacerse, en Marruecos han sabido venderse y todavía saltan noticias ocasionales donde se anuncia un nuevo acuerdo entre Rabat y Abuja en lo relacionado con el gaseoducto que jamás se construirá.

La alternativa a este gaseoducto, igualmente complicada, implicaría que el gas nigeriano atravesara el Sáhara, vía Níger, hasta la costa argelina. Es evidente que la construcción del gasoducto ha traído una nueva dimensión a las habituales tensiones entre Marruecos y Argelia, pero resulta interesante que el 28 de abril, el mismo día que los ministros de la AES se reunieron con el rey marroquí, ese mismo día, cuentas de X afines a las juntas militares anunciaron (aunque esta información no está verificada) que Níger se había retirado del acuerdo del gaseoducto para dar prioridad a la opción marroquí.

Por supuesto, el gaseoducto no deja de ser un suculento negocio por el mero hecho de que no se construya. El Banco Islámico de Desarrollo acordó con el ministerio de Economía marroquí financiar con 90 millones de dólares un estudio de viabilidad del gasoducto, mientras que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se ha comprometido a financiar la segunda fase de dicho estudio con 14,3 millones de dólares. Y ya son 104 millones de dólares a repartir.

Para que el proyecto atlántico de Marruecos y de los países de la AES salga adelante, haría falta construir miles de kilómetros de carreteras (que violarían la soberanía saharaui o que sencillamente no podrían construirse en las zonas que atraviesen territorios controlados por los yihadistas), puentes, en definitiva, infraestructura, y harán falta inversiones millonarias que realicen los estudios pertinentes que digan que no se puede completar un proyecto cuya inviabilidad se demostraba echando un vistazo rápido a Google Maps.

Los sueños imposibles son un negocio redondo. Marruecos lo sabe. Los países del Sahel también saben cómo funciona. Un ejemplo por su lado puede encontrarse en la promesa hecha por el Gobierno burkinés en 2023, cuando se dijo que Rosatom construiría una central nuclear en el país, pese a que los atentados terroristas se cuentan por decenas al mes.

Otra vez, se trata de un proyecto que choca con las barreras de la realidad pero que no ha impedido que las cuentas de propaganda de la AES repitan como un mantra la cuestión de la central nuclear. Un proyecto cuyos avances entre 2023 y 2025 son inexistentes, pese a que los burkineses ya han aprovechado la ocasión para crear (y presupuestar) la nueva Agencia Burkinabé de Energía Nuclear. Qué hacen los de esta agencia cuando ni siquiera ha empezado a construirse la famosa central, eso es un misterio aún por resolver.

Es un juego recurrente. Como la vez que el Gobierno burkinés anunció a bombo y platillo haber nacionalizado la mina de oro de Kourweogo, sacando músculo nacionalista, para luego entregar la concesión de su extracción a la compañía rusa Norgold.

Y todos estos planes sobre autovías que llevan al horizonte chocan violentamente con el hecho de que la carretera que une Kayes (donde encontramos al capitán de la gendarmería tan amigo de Marruecos) con Bamako obliga a recorrer 580 kilómetros en 12 horas por el pésimo estado en que se encuentra. Todas estas autovías de miles de kilómetros con destino a un puerto lejanísimo chocan con la realidad de que conducir de Bamako a Mopti es hoy (y desde hace trece años) un deporte de riesgo por los grupos terroristas que dedican el tiempo a explotar, secuestrar y tirotear, según el día.