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Querer tener el control de todo no es malo. El problema surge cuando toda tu vida gira en torno a ello, al orden y la perfección de absolutamente todo. En ocasiones, esta obsesión llega a convertirse en un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), caracterizado por pensamientos no deseados, pero muy recurrentes.

Se estima que, en España, existen 1.750.000 personas con TOC, habiéndose incrementado un 30% esta cifra especialmente tras la pandemia. Una situación que sorprende y preocupa a partes iguales a los profesionales de la psicología como el neuropsicólogo Álvaro Bilbao.

El especialista lanza una advertencia que está haciendo reflexionar a miles de personas: preocuparse excesivamente por los objetos y el desorden puede ser una señal de salud mental frágil. Un mensaje que ha compartido recientemente en un vídeo de TikTok y que ha tocado la fibra sensible a un gran porcentaje de la población.

"Preocuparse mucho por las cosas puede ser síntoma de una salud mental frágil. Las personas con una buena salud mental se preocupan más por las personas que por las cosas", explica el experto. El ejemplo más claro lo tenemos con el orden y cómo reaccionamos ante ello.

Aunque se pueda pensar que enfadarse es lo aparentemente normal, esa actitud podría estar escondiendo algo más profundo. Para el neuropsicólogo, esta reacción no es simplemente una cuestión de educación o límites. Es una pista emocional. "Es un rasgo obsesivo. Tendemos a darle más importancia al orden y al objeto, que angustiarnos por cosas que realmente son irrelevantes", afirma.

El orden como refugio emocional 5t622l

Según Bilbao, esa necesidad de que todo esté perfecto no es una virtud, sino una forma de controlar el entorno como respuesta a una inseguridad más profunda. De hecho, puede tratarse de un patrón aprendido desde la infancia.

"Es un mecanismo que te permite sentir alivio cuando todo está bajo control. Posiblemente, porque alguien de tu familia le pasaba lo mismo, por ejemplo, con el orden y el desorden, y esta situación te hace sentir seguro", comenta el experto.

Lo que a simple vista parece una simple preferencia por el orden, puede ser un reflejo de una historia emocional mucho más compleja. Según el neuropsicólogo, muchas personas que se angustian si algo está fuera de lugar crecieron en ambientes donde el desorden generaba tensión, nerviosismo o incluso conflictos.

Así, el orden se convierte en una tabla de salvación, en un refugio emocional. Pero, lejos de ser saludable, esta necesidad de control puede volverse en contra de quienes la sufren y de las personas que les rodean, especialmente los hijos.

Priorizar a las personas sobre los objetos o6b6x

El mensaje central del experto en psicología es claro: una mente sana valora más a las personas que a las cosas. No se trata de vivir en el caos, sino de entender que un mantel manchado o una habitación desordenada no son tragedias. Son oportunidades.

"No es disfrutar cuando todo está ordenado; es un alivio que se experimenta porque todo está bajo control", explica Bilbao. Y ese matiz lo cambia todo. Porque cuando solo se disfruta si todo está perfecto, el bienestar propio y la convivencia con los demás se vuelve frágil y tensa.

Una de las claves del enfoque de Bilbao es transformar las pequeñas imperfecciones en momentos de aprendizaje y conexión emocional. En lugar de perder los nervios porque un niño ha hecho una mancha, propone sentarse con él y usar ese momento para enseñar algo mucho más importante que la limpieza: el valor de la tranquilidad, el afecto y la capacidad de reparar.

"Esa mancha en la mesa puede ser una gran oportunidad para sentarte con tu hijo y enseñarle que puedes disfrutar de la vida. Le estarás enseñando también que puede reparar sus errores, que no tiene que tenerlo todo controlado y lo más importante de todo: que él es más importante para ti que esa mesa".

Una sociedad obsesionada con el control 6r4x3v

Vivimos en una sociedad que valora el control, la perfección y la productividad. Las redes sociales están llenas de casas impecables, rutinas milimétricas y vidas aparentemente sin errores. Pero detrás de esa fachada, muchas veces se esconde ansiedad, frustración y una salud mental en riesgo.

El mensaje de Álvaro Bilbao resuena precisamente porque rompe con esa narrativa. Porque nos recuerda que la salud mental no consiste en tenerlo todo bajo control, sino en saber soltar lo que no importa.

Este enfoque no solo alivia el estrés familiar, sino que ayuda a los niños a desarrollar una autoestima sana y una mayor tolerancia a la frustración. Porque si desde pequeños aprenden que no tienen que ser perfectos para ser queridos, estarán más preparados para una vida adulta emocionalmente estable.

Este llamado del neuropsicólogo no es solo una reflexión para padres y madres. Es una invitación abierta a todos los adultos a mirar hacia dentro, identificar esos automatismos emocionales que nos hacen vivir con tensión y a poner a las personas, y no a las cosas, en el centro de nuestra vida emocional.