
Izanami Martínez, antropóloga.
Izanami Martínez, antropóloga: "Si las mujeres son más celosas es por culpa de las feromonas"
Cuando una mujer ovula, se convierte en un foco de atracción hormonal para los hombres y una amenaza bioquímica para las demás mujeres.
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Un 25% de hombres y un 13,8% de mujeres de entre 15 y 29 años, según datos del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fad, cree que los celos son una prueba de amor. Estas cifras, aunque preocupantes, han mejorado con el paso de los años, y es que, de acuerdo con un estudio de la Universidad Complutense de Madrid en el año 2001, el 70% de los españoles se consideraba "bastante" celoso para entonces.
En la actualidad, menos de un tercio (29,2%) de los españoles se considera celoso; sin embargo, hay una diferencia de casi 8 puntos entre hombres (25,1%) y mujeres (32,7%). Aunque para según qué género resulte muy evidente que el contrario es mucho más celoso, la realidad es que los investigadores del comportamiento humano han revelado que la mayoría de los hombres son más celosos respecto a la infidelidad sexual que de la emocional, mientras que a las mujeres les sucede exactamente lo contrario.
A pesar de las diferencias sociales, la realidad es que existe una razón biológica que puede llegar a respaldar los celos de uno de los géneros, y son las feromonas de las mujeres. Según ha explicado la antropóloga Izanami Martínez, estas señales bioquímicas "pueden activar la atracción, la conexión e, incluso, el rechazo", también entre mujeres.
El papel de las feromonas en los celos
Las feromonas son señales bioquímicas que desempeñan un papel crucial en las interacciones sociales entre de una misma especie. El concepto deriva de las palabras griegas "pherein" (transportar) y "hormon" (excitar), e influyen en diversos comportamientos, como el apareamiento, el marcaje territorial e incluso la agresión.
A diferencia de las hormonas, que actúan dentro del organismo, las feromonas son señales externas que afectan de forma inconsciente y subliminal a quienes las perciben, muchas veces a través del sistema olfativo, aunque no siempre de manera consciente. Originalmente, han sido observadas en los animales; sin embargo, los humanos también las producen.
En los seres humanos, las feromonas juegan un papel muy importante en las relaciones sociales, sobre todo a nivel individual, influyendo en el estado de ánimo, la atracción, en los procesos cognitivos e, incluso, en los celos o la competencia entre personas de la misma especie, en este caso las mujeres. "Es algo que va directamente al inconsciente y si alguna de las personas de tu alrededor está ovulando, automáticamente la testosterona del hombre va a subir", indica Izanami Martínez.
Durante el ciclo menstrual femenino, el cuerpo atraviesa diversas fases hormonales, siendo la ovulación una de las más determinantes en términos de atracción biológica. En este periodo, que es el momento más fértil del ciclo, el cuerpo de la mujer cambia sutilmente: "Te haces más simétrica, tu cuerpo retiene líquidos de los lados para que seas más simétrica. Y entonces, seas más atractiva físicamente".
Además de esta mejora física, la antropóloga indica que muchas mujeres, durante este ciclo, tienden a maquillarse más, a elegir ropa más llamativa e, incluso, comportarse de manera más seductora. "Hicieron un estudio que grababa a chicas que iban a discotecas a bailar y medían el nivel de ondulación de sus caderas. Las que estaban ovulando eran mucho más sensuales".
Cuando estas señales químicas son detectadas por los demás, es cuando inicia el proceso. Los hombres, al oler inconscientemente las feromonas que emite una mujer ovulando, experimentan un aumento en su nivel de testosterona, incrementa su deseo sexual y, su interés por esa mujer en específico.
Sin embargo, el efecto no es exclusivo del sexo opuesto y es que "el resto de mujeres también olemos cuando otra está ovulando" y es donde se desencadenan los celos: las feromonas de una mujer ovulando activan una respuesta de alerta en las demás, sobre todo en aquellas que están en pareja o que sienten atracción o apego por un hombre en común. De forma biológica e instintiva, se percibe una amenaza.
Dicho en otras palabras, cuando una mujer detecta que otra está en su pico de fertilidad —más atractiva, más sensual y, sobre todo, químicamente más estimulante para los otros— aparece el mecanismo de defensa, los celos, la posesividad o incluso un comportamiento hostil.