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Felipe Sacristán, mecánico: "Esta avería puede suponer 10.000 euros de arreglo, es más común de lo que parece" 1w3c1e
El mantenimiento preventivo es una herramienta esencial para detectar fallos a tiempo y evitar averías graves y costosas. 5le1w
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"Hola, buenos días. Lo que voy a contaros con este coche es una avería que se suele producir de vez en cuando". Así comienza el vídeo que Felipe Sacristán, mecánico con experiencia y presencia activa en redes sociales, ha compartido recientemente.
El protagonista del mensaje no es otro que un componente pequeño, pero clave: el sensor de presión de baja de combustible.
Según Sacristán, esta avería es más común en vehículos BMW, aunque no exclusiva de esa marca. "Creo que en otros vehículos de otras marcas también se producen", advierte.
El problema se origina cuando este sensor, en lugar de limitarse a medir, permite que el combustible se filtre a través del sistema eléctrico del coche.
El mecánico lo explica con claridad: el combustible no debería salir del sensor, pero en ocasiones lo hace. "A través de la instalación el combustible se cuela en todos los lugares", señala.
Y esos lugares incluyen zonas críticas como la unidad de mando del motor y la parte eléctrica del turbocompresor.
Las consecuencias pueden ser devastadoras para el bolsillo. Si el combustible contamina esos componentes, la avería alcanza cifras que impresionan: "entre 8.000 y 10.000 euros", dice sin rodeos.
Sin embargo, no siempre el daño llega tan lejos. "Si únicamente se ha visto afectada la instalación, el precio de la instalación y la mano de obra cambiaría", comenta, apuntando que el coste puede ser menos si se detecta a tiempo.
Por eso, insiste en la importancia del mantenimiento preventivo. "Muy importante ir revisando siempre que se pueda si ese sensor está derivando combustible a la instalación", recomienda. Un simple chequeo periódico podría evitar una reparación que arruinaría a más de un conductor.
Otras averías 5p4h3f
Además de la avería relacionada con el sensor de presión de baja de combustible que explica Felipe Sacristán, los talleres mecánicos se enfrentan con frecuencia a otros fallos comunes.
Entre ellos destacan los problemas con la válvula EGR, que suele obstruirse por la acumulación de carbonilla, generando pérdida de potencia o dificultad al arrancar.
También son habituales las averías en el turbo, sobre todo en motores diésel, muchas veces provocadas por falta de lubricación o un mantenimiento deficiente.
Otro fallo recurrente son las fugas en el sistema de refrigeración, que pueden causar sobrecalentamiento si no se detectan a tiempo.
En invierno, la batería suele ser la protagonista de muchos problemas de arranque, mientras que los inyectores sucios o en mal estado afectan el rendimiento del motor y elevan el consumo.
El caudalímetro, una pieza clave en la gestión del aire del motor, también puede fallar y provocar tirones o pérdida de fuerza.
Finalmente, otra de las averías más graves y costosas es la rotura de la correa de distribución, que puede ocasionar daños irreparables si no se sustituye dentro del plazo recomendado.