
Ángel García Vidal, responsable de las operaciones en Totalán (Málaga). 2y5t4a
El ingeniero que dirigió el rescate de Julen: "Todos los días paso por donde está enterrado, me acompañará toda la vida" 52h53
"Durante un año, en 2019, no podía pisar la calle sin que nadie me viniese y me dijese… Hay un momento en que tú mismo tienes que decirte: 'Oye, que tienes que seguir viviendo'". 111l1o
Más información: El ingeniero que coordinó el rescate del niño Julen recibe la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil 2l6o2z
A sus 60 años, Ángel García Vidal es un hombre marcado por la tragedia del pequeño Julen. Un niño de apenas 2 años de edad que, en enero de 2019, se escurrió al interior de un agujero de apenas 25 centímetros y 71 metros de profundidad.
Él fue la persona elegida para dirigir el extraordinario dispositivo de rescate que fue activado a las pocas horas de la desaparición del pequeño. Una empresa casi heroica y de una dimensión extraordinaria.
Suya era la voz que a diario relataba el avance de los trabajos, presentándose ante millones de personas, de España y de otros países del mundo, para alimentar la esperanza de encontrar a Julen.
Hoy, más de seis años después del acontecimiento, Ángel vuelve a recordar. Y lo hace confesando las dificultades de recuperarse a sí mismo tras la tragedia.
Coincidirá conmigo que hay un antes y un después en su vida. Aquel mes de enero de 2019. Aunque han pasado ya unos cuantos años, entiendo que cada vez que se acerca esa fecha…
No tiene que ser enero, precisamente. Es algo que me va a acompañar siempre, toda la vida. Y he necesitado mi tiempo para asentarlo en mí mismo. Sé que tuve mucha visibilidad en ese tiempo. No la buscaba, me llegó, la encontré y afortunadamente fue en positivo. Imagina si hubiese sido al contrario. Fue un momento abrumador.
Cuando aceptó el encargo de estar al frente del equipo técnico encargado del rescate de Julen, ¿podía imaginar todo lo que iba a suponer?
En absoluto. Era lo último que se me pasaba por la cabeza. Ni que eso iba a tomar esa dimensión y yo iba a tener ese papel. A mí me llamó la Guardia Civil porque era el representante del Colegio de Ingenieros. No sabían cómo meterle mano a este tema.
Me llamó el teniente de la Guardia Civil y acepté. Hablé con bastantes compañeros que vinieron también. A partir de ahí, los acontecimientos se produjeron muy deprisa. Después fue cuando me dijeron que la mejor persona para explicar ante los medios de comunicación lo que estaba sucediendo, todo el operativo, era yo. Recuerdo que quien me lo dijo que confesó: "Es que a mí me tiemblan las piernas". Le respondí: "A mí también".
Cuando usted tomó o con la realidad física del lugar, cuando vio el agujero por el que se coló el cuerpo de Julen… ¿Daba crédito a que aquello podía haber ocurrido?
Cuando llegué arriba, vi el sitio, observé todo, el agujero, es verdad que me pareció inexplicable. “Pero ¿cómo puede ser esto?” Pero no dudé lo que había pasado. Me llamó muchísimo la atención que un niño pudiera caber por ahí. Después, pensando, dándole muchas vueltas a la cabeza, viendo cómo estaba el agujero, el cono que hacía, la zanja por donde salió corriendo el chiquillo… Fue como que lo chupó. Tomó una postura con los brazos hacia arriba…

Los mineros descienden al pozo para rescatar a Julen.
No pudo ni siquiera hacer resistencia.
Exactamente. Y es así como lo rescataron, en esa postura.
Tal y como cayó.
Exactamente, lo rescataron con esa postura.
¿Ha sentido que ha pasado como una especie de duelo tras el rescate?
Claro que te afecta. Te afecta como persona y te puede afectar hasta como padre. Estábamos ahí para intentar rescatar al chiquillo.
¿Siempre tuvo el convencimiento de que se podía encontrar vivo al pequeño?
Es que como no se le veía… Al crío nunca se le vio por el tapón de tierra. A partir del tapón, podías imaginar cualquier cosa. Pero ninguna autoridad nos dijo "vamos a buscar un cadáver". Porque es muy diferente ir a rescatar un cadáver, que ir a rescatar a una persona que puede estar viva. Desde el primero hasta el último momento trabajamos con la idea de que pudiera estar vivo.
Me decía al principio, cuando le pregunté por Julen, que no hace falta que sea el mes de enero para acordarse de aquello.
¿Qué cómo lo tengo presente? Si te dijese que todos los días paso por donde está enterrado… Está enterrado en el cementerio de El Palo. Yo he estado dos o tres veces. Cuando voy a mi casa paso por esa esquina. Porque él está casi en la esquina. Y cuando paso claro que me acuerdo. Y cuando veo a los padres o a la abuela.
He tenido que adaptarme. Y durante un año, en 2019, es que no podía pisar la calle sin que nadie me viniese y me dijese… Hay un momento en que tú mismo tienes que decirte: "Oye, que tienes que seguir viviendo".
"Creo que soy de los pocos españoles que se alegró del confinamiento. Era como un drama tapa otro drama"
Un día digo, ¿por qué estoy tan triste? Es verdad que lo viví tan cerca. La pena del chiquillo, tremendo. Pero no podía seguir siendo un triste, porque no lo he sido nunca. Y tengo hijos, una familia, una mujer, una vida.
Me hablaba de ese 2019.
Creo que soy de los pocos españoles que se alegró del confinamiento. Era como un drama tapa otro drama. Es que fue mucha visibilidad y menos mal que fue para bien. Hubo compañeros de España que me decían ‘ándate con cuidado, porque aquí se pasa de héroe a villano en un instante”. Yo todas las ruedas de prensa que di las di sin un papel. Iba a pecho descubierto. Y creo que la gente valoró eso.
A usted le tocó hacer una labor de pedagogía.
Le he dado muchas vueltas a por qué la gente se lo tomó de manera tan positivo. Te juro que no hubo nada impostado. Pensé que la única manera era ser transparente, ser humano, pero, sobre todo, contar la verdad.