Cuando lo exótico se vuelve un peligro: así combate Zaragoza las 20 especies invasoras que se expanden en la ciudad 62375w

La flora y la fauna de Zaragoza son muy variadas. No obstante, en ese extenso abanico de especies hay algunas que pueden resultar peligrosas para la diversidad local, las infraestructuras y la salud pública. Ejemplo de ello es el ailanto, uno de los vegetales más invasivos en la ciudad.

De hecho, hace unas semanas el Ayuntamiento comenzó la tala de estos árboles en el entorno del río Huerva. Un trabajo que supone uno de los primeros pasos en su plan de reparar una de las grandes cicatrices urbanas de la capital.

Pero el Consistorio no trabaja únicamente contra esta especie. En Zaragoza, actualmente, hay unas 20 clases de animales y plantas que están consideradas como exóticas invasoras. Y de las que el Ayuntamiento se ocupa activamente en su detección, control y eliminación.

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Se trata de un problema medioambiental de creciente preocupación tanto a nivel local como europeo. Así lo explica a este diario Monse Hernández, jefa de la Oficina de Medio Ambiente, Acción Climática y Salud Pública del Ayuntamiento de Zaragoza, quien destaca que la presencia de estas especies supone una amenaza directa para la ciudad.

Vista aérea del río Huerva, en la actualidad. Ayuntamiento de Zaragoza Zaragoza

Las especies exóticas invasoras son aquellas que, procedentes de otros ecosistemas, "logran establecerse, reproducirse y expandirse en un nuevo entorno, desplazando a las especies autóctonas". Según Hernández, su capacidad de colonización es tan rápida que "resulta muy difícil erradicarlas una vez asentadas". Además del impacto ecológico, estas especies pueden transmitir enfermedades, alterar genéticamente a la fauna local a través de la hibridación, y causar importantes daños económicos.

Uno de los ejemplos más problemáticos es el del mejillón cebra, conocido por obstruir tuberías y sistemas de riego, lo que obliga a realizar costosas labores de mantenimiento. También destaca el cangrejo rojo americano, que amenaza al cangrejo autóctono, y el galápago de Florida, introducido por el abandono de mascotas, que ha desplazado a la especie nativa europea.

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En cuanto a la flora, el ailanto (Ailanthus altissima) es actualmente la especie más extendida y preocupante en la ciudad, especialmente en entornos fluviales como la ribera del Huerva, donde su rápida reproducción a través de semillas dificulta su contención. Otra especie vegetal problemática es la hierba de la pampa (Cortaderia selloana), aunque su presencia está más asociada a la jardinería urbana previa a su catalogación como invasora, lo que ha facilitado una gestión más localizada.

La erradicación de la cotorra argentina 365p69

Zaragoza ha logrado algunos avances importantes. Uno de los casos de éxito ha sido la erradicación de la cotorra argentina, especie que construía grandes nidos que ponían en riesgo árboles y viandantes. “Hoy solo queda algún ejemplar aislado, pero está controlado”, asegura Hernández.

A pesar de los esfuerzos municipales, la gestión directa de estas especies recae principalmente en el Gobierno de Aragón, según establece la legislación vigente. El Ayuntamiento, sin embargo, colabora activamente con programas como el de recuperación del galápago europeo, en colaboración con el Gobierno autonómico y la Fundación Acuario de Zaragoza, o el seguimiento de especies aún no catalogadas oficialmente como invasoras pero con comportamiento potencialmente peligroso, como el arce negundo.

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Estas acciones se enmarcan dentro de una normativa europea y estatal cada vez más estricta. La Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, desarrollada por el Real Decreto 630/2013, establece un Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, donde se enumeran las especies prohibidas para su comercialización o tenencia, tanto en el ámbito del mascotismo como en jardinería.

La Unión Europea destina más de 1.200 millones de euros a combatir la expansión de estas especies, de las cuales se estima que entre "un 10 y un 15 % de las introducidas llegan a volverse invasoras".

En palabras de Hernández, “es fundamental actuar de forma preventiva y coordinada. La educación ambiental y la responsabilidad ciudadana son claves para evitar nuevas introducciones”. La concienciación sobre los riesgos de traer plantas o animales de otras regiones, especialmente como souvenirs turísticos o mascotas, puede ser determinante para frenar este fenómeno.