A finales del siglo XIX, Zaragoza comenzaba a encenderse, literalmente. Hoy nos parece inconcebible vivir sin electricidad, y prueba de ello ha sido el histórico apagón de este pasado lunes. Aunque hubo un tiempo en que la luz artificial era un lujo reservado para unos pocos, y su presencia marcó un hito en la modernidad urbana.
La historia del primer edificio que contó con electricidad en la capital de Aragón está llena de curiosidades, rivalidades y avances tecnológicos que cambiaron para siempre la vida en la ciudad. Y, es que, los primeros en iluminar sus instalaciones no fueron edificios públicos ni viviendas, sino empresas industriales que generaban su propia electricidad.
Es el caso de las fundiciones Rodón, propiedad de los hermanos Rodón, quienes en 1882 instalaron generadores de gas para producir electricidad destinada a su fábrica. Así lo explica a este diario Jesús Martínez, historiador, quien señala que, curiosamente, estos mismos empresarios construyeron también el famoso Teatro Pignatelli, demostrando su papel pionero en la transformación urbana de Zaragoza.
Poco después, entre 1883 y 1886, algunos cafés emblemáticos como el Café Iberia, el Ambos Mundos (considerado el más grande de Europa por entonces) y el Café París empezaron también a autoabastecerse de energía. Pero todos estos casos, según Martínez, compartían una particularidad: generaban su propia electricidad, "sin conexión a una red de distribución".
Interior del café Ambos Mundos, en Zaragoza.
El primero en recibir suministro externo 553y5x
El primer edificio que recibió suministro eléctrico externo fue el Casino Principal, situado en lo que hoy conocemos como el Palacio de Sástago, en pleno paseo del Coso. Este hecho histórico ocurrió gracias a la Compañía Aragonesa de Electricidad, que en torno a 1889 dotó al casino de iluminación eléctrica.
Aunque la energía era limitada, y solo permitía encender bombillas durante la noche, "el impacto fue enorme". En una época en la que la luz artificial era símbolo de estatus, el Casino Principal, frecuentado por la élite zaragozana, "se convirtió en el escaparate ideal para popularizar esta nueva tecnología", asegura Martínez.
La electricidad se convirtió pronto en una herramienta de marketing. Enfrente del Casino Principal se encontraba el Casino Mercantil, al que una empresa rival, la Electra Peral, suministró electricidad un año más tarde. La competencia entre ambas compañías fue intensa, y ambas usaron su presencia en estos clubes como estrategia para captar nuevos clientes entre las clases altas.
La iluminación pública llegó después. Las primeras calles en electrificarse fueron el Coso, la Plaza de España y el Paseo de la Independencia, lo que marcó el inicio del uso urbano generalizado de la electricidad. Para atraer abonados, las empresas ofrecían la instalación gratuita a quienes se conectaran en los primeros años, y disponer de luz en casa pasó a ser un signo de modernidad y prestigio.
El punto de inflexión 6h4x4k
Martínez cuenta que la Exposición Hispano-sa de 1908 marcó el punto de inflexión definitivo. En ella, las eléctricas mostraron su potencial iluminando profusamente el arco de entrada, financiado por Eléctricas Reunidas. A partir de entonces, la electricidad se expandió rápidamente a las viviendas y comercios.
El Coso a finales de siglo XIX.
Un hito técnico especialmente importante ocurrió en 1901, cuando se logró por primera vez en España (y segundo caso en Europa) transportar energía eléctrica a distancia. La prueba se hizo desde las compuertas de Casablanca hasta el centro de la ciudad, a través del Molino de San Carlos. Esta innovación permitió superar la limitación de tener que generar electricidad muy cerca del punto de uso, y fue clave para el crecimiento de la red eléctrica urbana.
Por supuesto, no todo era estabilidad. Los apagones eran frecuentes, debido a la dependencia de fuentes como el agua, el gas o el carbón. Sin embargo, la población estaba acostumbrada: "aún se cocinaba con leña o carbón, y las velas eran compañeras habituales en los hogares", asegura Martínez.
Ahora, más de un siglo después, cuando la luz eléctrica es esencial y omnipresente, recordar cómo llegó a Zaragoza nos permite valorar el impacto de uno de los avances tecnológicos más decisivos de la historia moderna. Y todo comenzó, modestamente, con la tenue luz de unas bombillas en el Casino Principal.