María Dolores Navarro, junto a sus quesos de cabra artesanales.

María Dolores Navarro, junto a sus quesos de cabra artesanales.

Alicante CAMPO

María Dolores, quesera y ganadera: "Conozco el origen de cada litro de leche de nuestras cabras porque las vi nacer"

Desde la localidad alicantina de Monóvar, personifica la resistencia de los pequeños productores locales frente a la industrialización de la ganadería.

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Ir al supermercado y comprar el primer queso que se presenta ante nosotros, muchas veces atraídos por el precio más bajo.

Un gesto cotidiano que las personas solemos realizar casi de forma automática, sin apenas detenernos en la etiqueta para conocer la composición y el origen del producto.

Frente a quiénes buscan precios bajos, otras personas priorizan calidad y comprar en pequeños productores locales como la Quesería Los Molinos.

En el corazón la pequeña localidad de Monòver, María Dolores Navarro lidera una pequeña quesería artesanal que resume más de dos décadas de dedicación al campo, la ganadería y la producción local.

Lo que comenzó como una explotación caprina con vocación de mejora genética es hoy un proyecto familiar que produce quesos naturales, sin aditivos ni conservantes, muy demandados en toda la provincia.

Sello propio

Navarro y su marido iniciaron su andadura hace más de 20 años, centrados en la cría y selección genética de cabras.

“Nos dedicamos a mejorar la raza para aumentar la producción de leche y optimizar sus cualidades, como la grasa y la proteína”, explica.

Mediante controles veterinarios periódicos, análisis de leche y una estricta selección de ejemplares, han conseguido un rebaño de alto rendimiento, cuyas crías se exportan a países como Irán, Grecia o Italia.

La clave está en una mejora genética basada en la observación y la constancia: conservar las crías de las mejores cabras, registrar cada dato y trabajar con especialistas. “No hay manipulación, solo selección. Cada cabra tiene su carta genética”, señala Navarro.

El salto al queso

Tras años criando cabras y vendiendo leche, llegó un momento en el que el aumento de los precios de los alimentos para los animales y la caída del precio de la leche ya no era sostenible.

Ante este problema, María Dolores decidió, junto a su marido, empezar a hacer quesos. Nacía entonces en 2020 la Quesería Los Molinos.

“Empecé a hacer cursos de quesería cuando vi que la ganadería por sí sola no era viable. Esperé a que mis hijas fueran mayores para poder arrancar el proyecto”, cuenta.

Así, la ganadera y quesera lleva produciendo su propio queso desde hace cinco años, donde solo se utiliza leche de su propio rebaño, vendiendo el exceso de leche a otras queserías.

Aunque dispone de página web, las ventas se concentran en la tienda física y en envíos directos a comercios y restaurantes de la provincia. “No damos más de sí. Si salgo a repartir, dejo la quesería vacía”, ite.

Artesanía frente a industria

María Dolores defiende con firmeza el valor de lo natural. “Conozco el origen de cada litro de leche, porque lo he visto nacer.

Las cabras salen al campo, se alimentan de forma natural, están tranquilas. Eso se nota en el queso. No es comparable con un producto industrial”.

Unas características únicas que suscitan cada vez más interés y demanda, pues la clientela de la quesería Los Molinos busca un producto artesanal, sin aditivos, de trazabilidad transparente y sabor auténtico.

“No podemos competir en precio, pero sí en calidad”, dice. Y esa calidad le permite vender toda su producción.

Sacrificio

Desde fuera, los clientes difícilmente pueden ver todo el trabajo de dedicación que requiere dedicarse a la ganadería.

El negocio se sostiene con esfuerzo diario. María Dolores lleva la quesería junto a una empleada, mientras su marido continúa al frente de la ganadería, con la ayuda de dos trabajadoras.

“Nuestro horario es de seis de la mañana a diez de la noche. Durante 17 años no salimos ni un solo día de vacaciones. Mi hija conoció la playa con ocho años”, recuerda.

Sus hijas estudian fuera y, por el momento, no planean continuar con el negocio familiar, aunque ayudan cuando es necesario. “Yo prefiero que estudien lo que les gusta. El futuro ya dirá. Pero esto está aquí, por si algún día les hace falta”.

Resistencia rural

Pese a las dificultades del sector generadas principalmente por unos gastos altos, la competencia con precios industriales y la falta de relevo generacional, la quesería sigue adelante gracias al respaldo de su clientela local y al compromiso familiar.

“Aquí vivimos de esto. Hay que agachar el lomo, pero merece la pena. No me puedo quejar: vendo todo lo que hago”.

En un contexto en el que cada vez más ganaderos optan por transformar su propia leche ante la inviabilidad del modelo tradicional, la historia de Los Molinos es un ejemplo de adaptación, arraigo y resistencia en la España rural.