Son las doce del mediodía. Es martes, pero no un martes cualquiera de mayo para Paco. Al día siguiente es el besamanos de la Virgen de los Desamparados, una ocasión única para poder besar la imagen de la patrona de Valencia.
Paco Ferris pertenece a la Hermandad de los Seguidores de la Virgen, y no puede perderse esta oportunidad que cada año surge tras celebrarse el día de la patrona. Es ya una tradición.
Pero no basta con poder verla de cerca, Paco quiere ser el primero. Junto a su hermana, Rosa Ferris, y una familiar, Marisa Rosa, esperan desde el mediodía del martes a que lleguen las 6.30 horas del miércoles, momento en el que comienza el besamanos.
Son gente experimentada. Van cada año a ver a la Virgen, y ya conocen todos los trucos: "Venimos todos los años y pasamos la noche sin dormir". Con ropa y comida ven pasar las horas desde la plaza de la Virgen.
"Cenamos, no dormimos, y hacemos paseos al Horno de los Borrachos, que está abierto durante toda la noche", explica Rosa.
Entre cafés y conversaciones pasan la noche hasta que llegan las cinco de la mañana, hora en la que "las vallas para esperar ya están puestas y hay cola para entrar a la Basílica".
Es en el interior de la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados donde descansa la imagen de la Virgen. Así, esta abre sus puertas a las 6.30 horas y permanece abierta hasta que el último fiel presente pasa por la Mare de Déu.
Hasta ese momento, el goteo de personas que van llegando a la plaza de la Virgen es constante. "A partir de la 1 de la mañana suele llegar más gente, pero nosotros siempre intentamos estar los primeros", destaca Rosa.
La plaza de la Virgen, durante el besamanos. EE
Cada persona que se suma a la fila para participar en el besamanos tiene una historia y situación personal.
Algunos recuerdan a familiares que ya no están o piden por los enfermos. Para Rosa, una cosa está clara: "Lo bonito es estar, y este año lo tenemos que celebrar".
Para Marisa, la Mare de Déu es su "segunda madre": "Es a la que le pido, le rezo, le digo que me ayude cuando necesito algo".
Un día largo 2l3w4g
A las 6.30 horas de este miércoles abría sus puertas la Basílica de Valencia para recibir a los miles de fieles que durante todo el día han querido acudir al besamanos de la Virgen.
En un día caluroso, donde la ciudad ha alcanzado los 26 grados, han sido más que necesarios los paraguas y las botellas de agua para afrontar la espera hasta entrar en la Basílica.
De hecho, la afluencia de devotos de este año podría incluso superar el récord de participantes, que "suele alcanzar las 25.000 personas".
Así, personas de todas las edades han querido participar en esta tradición valenciana, que se suele extender hasta última hora de la noche, cuando el último fiel que así lo desea entra a ver a la Virgen.