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Ser autónomo en España no es tarea fácil, y menos aún, en el primer momento de la historia del país en el que el número de funcionarios supera al de trabajadores por cuenta propia. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer trimestre de 2025 se registraron 3.499.100 empleados públicos frente a 3.259.500 autónomos. Una diferencia de casi 240.000 personas que refleja una tendencia clara: cada vez menos ciudadanos apuestan por emprender un proyecto propio.

Pese a ello, algunos deciden ir contracorriente y asumir el riesgo de emprender como es el caso de Débora Pousa, una joven de Vigo que, con tan solo 25 años, abrió su propia clínica podológica en el número 1 de la Rúa Couto Piñeiro. Tras estudiar Podología en Ferrol y trabajar en distintas clínicas, optó por fundar Pousa o Pé para ejercer la profesión desde una perspectiva propia.

"Siempre quise ser mi propia jefa para decidir los tratamientos de los pacientes según mi propio criterio profesional, sin seguir protocolos impuestos por otras clínicas", explica. No obstante, su decisión no fue sencilla, ya que a lo largo de la carrera recuerda haber recibido comentarios desalentadores: "Me decían que era imposible emprender siendo joven y sin ahorros".

Pese a las críticas, Débora logró poner en marcha su proyecto. Para ello ite que logró beneficiarse de tres programas públicos: la ayuda general para autónomos, una subvención para recuperar parte de la inversión inicial y el kit digital. Aun así, advierte de que estas ayudas pueden suponer un arma de doble filo, ya que computan como ingreso en la declaración de la renta y eso puede obligarte a devolver parte del dinero.

Además, durante sus dos primeros años como autónoma puede acogerse a la cuota reducida, una medida que califica como "fundamental para empezar". En su caso, trabajar en el sector sanitario también le exime del pago de IVA.

"Muchas veces he notado que dudan de mi autoridad por ser joven" 3m473z

Entre los principales obstáculos para emprender, la podóloga subraya la escasa formación empresarial que se ofrece en el sistema educativo español. "Hay que conocer muchas normativas y trámites de los que nadie te habla y es fácil cometer errores", señala. Por ello, recomienda contar desde el principio con una gestoría, aunque eso supone un gasto añadido.

Otro desafío relevante, especialmente para autónomos con menos habilidades digitales, es que casi todos los trámites istrativos están digitalizados. "Hoy en día necesitas certificado digital para todo. Hay personas que llevan años como autónomas y no se manejan con estas herramientas como lo haría alguien joven", observa.

La inversión inicial también representa una barrera. "Empezar desde cero sin recursos obliga a afrontar gastos elevados sin contar aún con ingresos estables", afirma. A esta situación se suma, en su caso, la percepción social por su edad: "Muchas veces he notado que dudan de mi autoridad por ser joven", dice. Sin embargo, destaca que su actitud cercana y su forma de explicar los tratamientos ayudan a generar confianza en los pacientes.

La podología, la gran olvidada del sistema sanitario 544k3a

Además de los desafíos propios del emprendimiento, la profesión de Débora enfrenta una dificultad estructural: la podología no está incluida en el sistema público de salud gallego (Sergas), a diferencia de otras especialidades como la odontología o la psicología. "La podología es una profesión relativamente reciente. En Galicia, la facultad existe desde hace 20 años y a nivel estatal lleva reconocida unas tres décadas. Antes era una rama de la enfermería o la medicina, por lo que aún existe mucho desconocimiento sobre nuestras competencias", explica.

Desde el Colexio Oficial de Podólogos de Galicia se ha reclamado en varias ocasiones la inclusión de la especialidad en el sistema público, ya que diversos apuntan a que su integración podría suponer un ahorro significativo para el Sistema Nacional de Salud, pero la existencia de intereses contrapuestos sigue frenando este avance.

Esto hace que, en su día a día, Débora observe con frecuencia casos de pacientes que no pueden asumir el coste de los tratamientos necesarios. "Muchos podólogos se enfrentan a dilemas éticos cuando llegan personas con necesidades urgentes pero sin capacidad económica", lamenta.

En clínicas como la suya se ofrecen principalmente dos tipos de servicios: ortopodología (estudios biomecánicos de la marcha, análisis de zonas de presión o dolor) y quiropodología (tratamiento de uñas, piel y patologías externas del pie). Se trata de áreas sanitarias esenciales que, sin embargo, siguen sin tener el reconocimiento institucional y público que otras ramas ya han conquistado.