Claudio Giraldez, apuesta personal de Marian Mouriño para el banquillo del Celta tras promocionarlo desde el filial, fue cocinero antes que fraile, o lo que es lo mismo, jugador antes que entrenador.
Lateral izquierdo de largo recorrido y mucha calidad, era un jugador rápido, incisivo y que tenía un buen golpeo tanto en centros laterales como en tiros o remates desde media distancia.
Nacido en Porriño (Pontevedra), grandes clubes gallegos contaron con su presencia. El Pontevedra, por ejemplo, lo vio en los años 2009/10 y 2010/11. Desde los granates, dio el salto a un club del que guarda mucho cariño.
Y es que el extinto CD Ourense fue uno de los lugares donde fue feliz el ahora técnico celeste. Allí jugó dos cursos, el 2011/12 y 2012/13. Su heredero, la Unión Deportiva Ourense, se quiso acordar ayer de él con un tuit.
Coruxo fue su siguiente parada. A partir de ahí, su carrera empezó a ser mixta entre los banquillos del Celta en categorías inferiores y el Porriño como jugador, donde colgó las botas en el curso 2018/19.