La hija de campesinos que protege los secretos de las semillas en Senegal
Mariama Sonko preside un movimiento de mujeres campesinas de 8 países africanos para evitar la implantación de un modelo extensivo de agricultura y el uso de semillas modificadas genéticamente.
En la región de Casamance, considerada el granero del Senegal, se alza una voz grave y rotunda para defender a las campesinas. Es la de Mariama Sonko, que se ha convertido en todo un símbolo de resistencia frente a los modelos industriales de agricultura y firme defensora de los derechos de las mujeres en la región.
Hija de campesinos, su vida ha estado ligada a la tierra y el cultivo desde la infancia. Empezó muy joven a trabajar la legumbre en la tranquila población de Niaguis, donde vive con su marido, y pronto se dio cuenta de las injusticias cometidas contra las mujeres agricultoras. Ellas trabajaban las tierras, cultivaban y custodiaban las especies autóctonas, pero no tenían derechos sobre ellas. Su propósito se convirtió en el de luchar por las mujeres de su comunidad y proteger los secretos de las semillas.
En 2011, decidió dar un paso al frente y participar en la creación del movimiento Nous Sommes la Solution (por sus siglas NSS, y en español, Somos la Solución), que unió a 12 organizaciones de campesinas de cinco países africanos. Actualmente cuenta con más de 800 y agrupa a 175.000 mujeres de ocho países (a Senegal, Burkina Faso, Guinea, Mali y Ghana se le sumaron posteriormente Costa de Marfil, Gambia y Guinea-Bisáu).
Su objetivo era hacer frente a la Alianza para la Revolución Verde en África (AGRA), una iniciativa nacida en 2006 que promovía el uso de semillas genéticamente modificadas y fertilizantes químicos para catalizar la agricultura rural. Este modelo, según Sonko, amenazaba los métodos tradicionales de cultivo y el sustento de miles de mujeres agricultoras.
Se trata, explica la activista, de “un modelo que destruye las semillas que las mujeres campesinas han mantenido y han preservado desde sus antepasados. Ese patrimonio se desmorona a causa de los transgénicos, era una injusticia que no podíamos perdonar”. Les dio el coraje suficiente para luchar por su método de vida y también, por los derechos de las mujeres: “Especialmente de las mujeres rurales que están a cargo de la alimentación y cuya carga es el bienestar de su comunidad y sus familias”.
A través de NSS se ha reivindicado el de las mujeres a la propiedad de la tierra y la importancia de la agroecología para el sustento de las comunidades campesinas. La meta es “permitir que estas mujeres, que han trabajado incansablemente durante años y han puesto estas semillas a disposición de la humanidad, puedan legar su conocimiento a las generaciones futuras”.
En este sentido, su mayor activo son las semillas. “Es cierto que con las semillas industriales hay anualidades mensuales, pero son rentabilidades a corto plazo. Con las semillas campesinas podemos investigar para aumentar los rendimientos, pero también para mantener su características a fin de ser resilientes al cambio climático”, explica Sonko. También se han involucrado en otros sectores como la ganadería para extender los métodos de producción ecológica y favorecer la participación de las mujeres.