Esta historia va de sueños, de alcanzar las estrellas y de, en caso de perderlas –como acuñó Myke Tyson– agarrar un puñado de nubes. Va de una niña que, durante años, hizo ver a sus padres Spirit: el córcel indomable; de una adolescente que, con 14 años, se puso por primera vez unos guantes y se subió a un ring; de un entrenador que confió en ella –aunque empezara llamándola tirapiedras–; de sacrificio y constancia. Va, en definitiva, de Tania Álvarez, tricampeona de Europa de boxeo en peso supergallo –la más joven en conseguirlo–.
"Hubo un tiempo en que nadie confiaba en que pudiese hacer lo que estoy haciendo. Entonces fue cuando me tatué: 'Es la magia de arriesgarlo todo por un sueño que no ve nadie excepto tú'", cuenta la boxeadora en su entrevista con EL ESPAÑOL.
Hoy, todo es distinto. Ya no hay nadie que no crea en su sueño. Tania Álvarez, a sus 23 años, no tiene rival en Europa y "tarde o temprano" sabe que será "campeona del mundo". Sin embargo, a pesar de sus títulos, ha necesitado trabajar de todo. Durante un tiempo, limpió casas; y ahora, es recepcionista en el gimnasio donde entrena. "Y tengo un coche al que se le cae el techo y siempre lo llevo sucio", añade, entre risas.

Tania Álvarez posa para EL ESPAÑOL en el gimnasio de Toni Moreno. EL ESPAÑOL
Por eso, ha hecho un crowdfunding para financiarse una carrera tan prometedora como precaria en lo económico. ¿Su objetivo? Seguir en lo más alto y poder dedicarse profesionalmente a su deporte y rendir al 100%. Es la única forma de que España pueda presumir de volver a tener otra campeona mundial en boxeo femenino.
P.– Cuénteme primero sobre sus orígenes: ¿de dónde le viene lo del boxeo?
R.– La verdad que no me viene de nadie. Mi madre es contable y mi padre informático. Pero yo desde pequeña siempre he hecho deporte porque ellos siempre querían que hiciera algo. Pero con 14 años ya había hecho de todo y no me gustaba nada, no me enganchaba nada. Hasta que mi madre escuchó hablar de un gimnasio de boxeo que había cerca de casa y le propuso a mi hermano ir porque era un deporte que le podía gustar. Yo entonces no estaba haciendo nada y dije: 'Pues voy y pruebo'. Fue la primera vez que hice un deporte que me enganchaba. Así que quise seguir entrenando y dedicarme profesionalmente a practicarlo.
P.– ¿Qué deportes había hecho antes?
R.– De todo: patinaje, vóley, fútbol, balonmano, gimnasia, hípica, natación, zumba, hip hop...
P.– ¿Y no se enganchó a ninguno antes del boxeo?
R.– No, no (sonríe). No me gustaban. Si se apuntaba alguna amiga, pues iba. Pero no sentía la misma pasión que por el boxeo.
P.– ¿Ya le gustaba 'pelearse' de pequeña?
R.– Qué va. Yo era muy tranquila, sacaba buenas notas, no me metía en problemas y era muy tímida. El boxeo me ayudó a subirme la autoestima, a ser más segura y fuerte.
P.– ¿Cómo fue su llegada al gimnasio, con apenas 14 años?
R.– Primero se apuntó mi hermano, luego fui yo y hubo una temporada que incluso entrenó con nosotros mi madre. Porque al principio era ella la que nos llevaba y se quedaba dando vueltas mientras estábamos en el gimnasio. Hasta que dijo: 'Pues voy y hago clase'. Con ella hasta me pegué alguna vez (sonríe). Después también probó mi hermana... Pero al final lo acabaron dejando todos.
P.– ¿Cómo fue su camino hasta hacerse profesional?
R.– Al principio le pegaba solo al saco, hacía manoplas... Pero poco a poco me fui fijando en la gente que competía, en los que hacían sparring... Y me llamó mucho la atención. A los pocos meses le dije a mi entrenador que yo también quería hacer sparring y que quería competir.
P.– ¿Cuándo le llegó la oportunidad de pelear por primera vez?
R.– Hasta 2019 no me vieron preparada para competir. Tenía 17 años. No estaba nerviosa, estaba muy contenta y salí a disfrutar.
P.– Y ganó.
R.– Si hubiese perdido igual el recuerdo no sería tan bueno.
P.– ¿A qué edad debuta como profesional?
R.– Con 19 años. Contra Natali Franchesca. También gané.
P.– ¿Qué papel juega Toni Moreno, su entrenador, para que hoy sea profesional?
R.– Bueno, él es después de mí lo más importante de todo esto. Sin él no hubiese llegado a nada. Él me entrenó desde los 14 años y ha estado a mi lado todo este tiempo. Es una persona a la que veo más que a mis padres porque entreno de lunes a sábado, así que imagínate, estoy siempre con él. Al principio era mi entrenador solamente. Ahora es mucho más. Siempre está ahí. Le tengo mucho cariño y es una pieza muy importante para que yo esté donde estoy.

Toni Moreno, junto a Tani Álvzarez en el ring.
P.– ¿Toni fue el que le dijo: 'Tú vales'?
R.– No creas. Al principio me llamaba tirapiedras y me decía que era muy tosca, muy torpe y que no me veía. Por eso tardó tres años en sacarme como amateur. Pero cuando me vio pelear y vio el corazón que tenía, las ganas que ponía y la constancia... Entonces, supo que podía boxear. Pero talento no tenía. He tenido constancia y mucha disciplina.
P.– Suele decirse que el boxeo, a menudo, ha salvado a muchos boxeadores. ¿De qué le ha salvado a usted el boxeo?
R.– A mí salvarme como tal no me ha salvado de nada. Pero si que es verdad que yo antes de hacer boxeo no sabía qué quería hacer con mi vida. Era una niña muy tímida y con problemas de autoestima. Y el boxeo me hizo coger esa seguridad que me faltaba. Así que en cierto modo sí que puedo decir que me salvó. No me hubiese muerto siendo tímida, obviamente. Pero sí que me dio mucha fuerza y en ese sentido sí puedo decir que me salvó.
P.– La primera vez que su nombre saltó a los medios fue por su histórica pelea en el Madison Square Garden. Ninguna mujer lo había hecho hasta entonces. ¿Fue muy ambiciosa en sus inicios?
R.– Yo iba convencida de que iba a ganar. Estaba en una nube y lo disfruté mucho. Pero fue un palo muy grande. Yo iba con unas expectativas muy altas y al final caí derrotada, en un escenario tan importante... Tras la derrota estuve varios meses de bajón. Pero como no dejé de entrenar y seguí picando piedra y pude ver todos los fallos que tuve en ese combate... Aquello acabó siendo un punto de inflexión para mejorar y llegar con una mejor versión a la siguiente pelea.
P.– Visto con perspectiva, ¿fue allí demasiado pronto?
R.– Sí, corrimos demasiado. Ahora me preguntan constantemente por el Mundial y yo siempre les digo que no tengo prisa. En el Madison aprendí que hay que ir poco a poco. Al final, yo tengo muy pocas peleas comparada con otras boxeadoras. Me falta muchísima experiencia. Así que, de momento, voy a defender el título de campeona de Europa todo lo que pueda y a seguir aprendiendo. Y luego el Mundial llegará, pero sin prisas.
P.– ¿Duelen más las derrotas que los golpes?
R.– A mí sí. Muchísimo más. Los golpes no duelen nada (risas).
P.– ¿Hasta qué punto es importante la psicología en el boxeo?
R.– Es muy importante. Yo lo he notado mucho el antes y el después (de tener a un psicólogo). La gente se piensa que en el boxeo lo más importante es la fuerza, y no. Yo siempre digo que lo más importante es la parte mental. No ganas por tener más bíceps.
P.– ¿Cuál ha sido su peor momento a nivel mental?
R.– Tuve un momento complicado con la dieta. Para ganar más fuerza y resistencia tuve que engordar un poco más y yo no me veía bien físicamente. Para mí fue bastante duro sufrir esa lucha interna entre comer más o rendir bien deportivamente.
P.– Después del Madison llegaron sus campeonatos de Europa contra María Cecchi, Odelia Ben y Katie Healy. Todas con victoria; y todas en Castellbisbal. ¿Por qué razón pelea siempre en su ciudad y no en una capital como Barcelona o Madrid?
R.– En este caso es porque ganamos las tres subastas para hacerlas aquí y Toni ya tiene un recinto aquí para hacer veladas, así que... las hacemos aquí.
P.– Lo digo de cara a tener repercusión. ¿Cree que tiene menor repercusión por no hacer sus combates en Barcelona o Madrid?
R.– No sabría decirte. Como nos cuesta mucho dinero hacerlas, preferimos hacerlas aquí en un sitio más reducido y llenar que hacerlo en Barcelona y perder dinero alquilando un local.
P.– Centrándonos en su día a día. ¿Cómo es la vida de una tricampeona de Europa de boxeo en España?
R.– Pues mira, ahora vivo en un piso alquilado a 10 minutos del gimnasio gracias a mi patrocinador, que es amigo mío, Limited Andorra. Ellos me pagan el alquiler. Si no, sería inimaginable que estuviese aquí. Entreno de lunes a sábado, dos veces al día. Por la mañana hago sesión de fuerza y por la tarde hago la de cardio. Y durante el día me decido a llevar las redes sociales, a tratar de conseguir patrocinadores, a ir al fisio, a descansar... Y los sábados de ocho a dos estoy en la recepción del gimnasio trabajando.

Tania Álvarez posa desde la esquina del ring. EL ESPAÑOL
P.– ¿Puede ser que antes también limpiara para costear gastos?
R.– Sí, pero por suerte ahora ya no lo hago. A veces me planteo volver, porque me cuesta llegar a fin de mes, pero de momento aguanto así. Le doy prioridad a poder descansar y rendir bien para estar al 100% cuando compito que perder energía por cobrar un poquito más.
P.– ¿En qué punto está ahora? ¿Gana dinero, pierde o empata?
R.– Ni pierdo ni gano.
P.– Y eso que es tricampeona de Europa.
R.– De hecho, me he abierto un crowdfunding para que la gente pueda hacer donativos. No me siento cómoda haciéndolo, pero mis seguidores por redes me pidieron que lo hiciera. Ellos ven que no puedo ganarme la vida y me quieren ayudar. No sabían cómo, me dijeron que lo hiciera y... Es que realmente el único apoyo que recibo es el de mis seguidores, porque ni ayuntamientos ni instituciones ni marcas ni nada.
P.– ¿Es mucho más difícil, además, dedicarse al boxeo siendo mujer?
R.– Yo diría que es en el boxeo en general, porque por un lado cuando se habla de empoderamiento, de feminismo... Me buscan. Pero por la contra, al ser mujer y dedicarme al boxeo, que está mal visto, pues lo ven peor aún. Hay muchos prejuicios.
P.– ¿Por eso se quitó su apodo, para ver si los patrocinadores...?
R.– Sí, principalmente fue por lo de los patrocinadores. Nos encontramos que cuando ábamos con las marcas para ver si querían patrocinar, todas se negaban por el apodo que tenía, así que lo quitamos.
P.– ¿Qué aprendió como limpiadora?
R.– Estuve al menos cuatro años trabajando de limpiadora. Y se aprende que nada es gratis, que para todo hay que trabajar e implicarse. Pasa igual en en trabajo que en el boxeo: hay que ser constante para ganarse la vida.
P.– ¿Y cómo recepcionista, que está aprendiendo?
R.– Por suerte es algo más tranquilo (risas). Pero bueno, es un poco lo mismo: tienes que saber que tienes que trabajar para algún día ganar cierta tranquilidad.
P.– Limpiadora, recepcionista, tricampeona de Europa de boxeo... y no puede ganarse la vida. ¿Ha pensado alguna vez en dejarlo?
R.– No, lo que pienso es que si no me da de comer, pues tendré que buscarme un trabajo en el que gane un sueldo más alto aunque no le pueda dedicar el 100% al boxeo. He estudiado nutrición también, porque tenía curiosidad y porque siempre está bien tener un plan b. Pero tampoco sé si me dedicaré a eso. Ahora me quiero poner con el inglés, pero me cuesta mucho. Y si me siguen intrigando otras cosas, estudiaré otras cosas.

Captura de pantalla 2025-05-20 173744
P.– ¿Qué le preocupa más allá del boxeo y de ganar la siguiente pelea?
R.– Me preocupa la estabilidad que pueda tener con el boxeo. Al final yo sé que tarde o temprano, con 23 años, puedo llegar al Mundial y puedo ser campeona. Pero sí que me pregunto si algún día podré vivir de esto. No tengo claro que algún día pueda tener esa tranquilidad económica, o que se me reconozca de forma profesional.
P.– Tiene 23 años y da la sensación de que tiene los mismos problemas que la mayoría que los jóvenes de su generación. ¿Cómo es su círculo más cercano? ¿También viven dificultades?
R.– Mis amigos, o viven con sus padres, o igual tienen su propio piso, pero lo comparten entre tres o cuatro.
P.– Es decir, que no están mejor que usted.
R.– No, no lo están.
P.– El principal problema de su generación, según el CIS, es el difícil a una vivienda. ¿Cree que algún día podrá tener una casa?
R.– Espero que sea así algún día.
P.– ¿Para qué da una pelea de boxeo económicamente?
R.– Da para ir a celebrarlo con tus amigos y la familia, pegarte un viajecito para celebrar y ya está.
P.– ¿Tiene miedo a lo que se encontrará el día que lo deje?
R.– No, después del boxeo lo veo todo más fácil. Creo que siempre habrá alguna salida y si no siempre me quedará limpiar casas. Igual a otra gente de mi generación, sí. Igual ellos quieren trabajar en algo en concreto, y eso cuesta, pero yo sé que de una cosa o de otra, pues algo encontraré.
P.– ¿Se enfada con los políticos?
R.– La verdad es que sí.
P.– ¿El Gobierno, en concreto, o todos los políticos?
R.– Todos los políticos.
P.– ¿La ha llamado algún político para hacerse la foto?
R.– Sí, hay algunos. En el CAR de Sant Cugat por ejemplo estuve con Anna Caula (diputada de ERC en el Parlamento de Cataluña) y para la foto sí, pero para todo lo que me prometían nada. Y en el ayuntamiento de Castellbisbal, igual. Ni te ayudan ni nada.
P.– Usted, a pesar de ser catalana, celebra sus campeonatos con la bandera de España. ¿No sé si eso le ha llevado a tener algún encontronazo en Cataluña?
R.– Siempre me trae problemas de un lado o de otro. Cuando hablo en catalán, se enfadan en el resto de España, y cuando salgo con la bandera de España, se enfadan en Cataluña. Al final, soy de Barcelona, y cuando quiero hablo en catalán y cuando quiero en español. Y cuando compito y estoy representando a la federación española de boxeo, saco la bandera de España. Creo que no hay que fijarse tanto en lo que dicen los demás, porque si no, al final, tendría que hacerme la boxeadora muda.
P.– ¿Cómo ve su futuro dentro de 10 años?
R.– Sueño con tener una estabilidad, patrocinadores y un buen equipo. Ya tengo uno, cada vez más grande –porque antes éramos sólo Toni, su mujer y yo–. Ahora tengo un preparador físico, Xavi Ramírez; un nutricionista, Alberto Nutrición; y un psicólogo, Jaume Masriera. Ninguno me cobra nada. Pero espero que dentro de 10 años cada uno tenga su parte y poder vivir de esto tranquila, sin ser rica.