Tercio de ‘Virgen de la Esperanza’

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Bajo el peso de la Esperanza: el legado femenino que cambió la Semana Santa de Ferrol 3w1k48

Bajo el trono de la Virgen de la Esperanza, un grupo de mujeres haprotagonizado un hito histórico: fueron las primeras en cargar una imagen en procesión en toda España, y hoy conforman uno de los tercios más aclamados y esperados en la ciudad de Ferrol 3u4l19

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La Semana Santa de Ferrol, con más de 400 años de historia a sus espaldas, es conocida por ser una de las más aclamadas y considerada Fiesta de Interés Nacional e Internacional; pero cuenta con otra distinción, y es que en Ferrol un grupo de mujeres escribe desde hace décadas una historia pionera y silenciosa bajo el peso del trono de la Virgen de la Esperanza.

Fue en 1984 cuando la Cofradía de Dolores fundó el tercio de la Virgen de la Esperanza, a través del cual se inició la integración de la mujer como cofrade de pleno derecho en las hermandades y cofradías de la Semana Santa ferrolana. Tres años después, en 1987, se produjo un hito en la historia de la Semana Santa española: por primera vez, un trono era portado exclusivamente por mujeres, y sucedió en Ferrol.

Sin embargo, no es hasta 1995 cuando se formó una dotación femenina estable en la cofradía y llevaron sobre sus hombros a su imagen titular por primera vez, la Virgen de la Esperanza.

El machismo de los 90 era imperante y la confianza en las pioneras portadoras era más bien baja, haciéndose apuestas de que las mujeres no iban a ser capaces de cargar con las más de dos toneladas que pesa el trono de la Esperanza, preparándose hombres para salir en su lugar en caso de que ellas no pudieran seguir adelante con la procesión. Así lo recuerda Lola Castro Casares, mayordoma del tercio y quien lleva toda su vida formando parte de la cofradía de Dolores.

“Desde ese 1995 quedó la dotación de la Esperanza para las mujeres. Se hicieron apuestas de que no se llegaba ni a Amboage, y ahora en 2025 seguimos llegando”, cuenta. Nada queda ya de esos tiempos, pues el tercio de la Virgen de la Esperanza y su procesión del Martes Santo es hoy uno de los momentos más esperados y aplaudidos de la Semana Santa, además de ser uno de los tercios más numerosos y con mayor lista de espera de toda la cofradía, con unas 40 personas a la espera de poder unirse a ellas. Son más de cien niñas y mujeres en filas y aproximadamente 70 portadoras cada año, que abarcan una horquilla de edades muy amplia, desde los 16 años en adelante. Además, pertenecer a la Esperanza es algo incluso heredado y para siempre, como bien explica Lola Castro.

“Hay niñas que empezaron antes que yo y siguen, y madres e hijas portando el trono”, expresa Castro con emoción minutos antes de empezar el último ensayo el pasado domingo. Un ensayo que pone punto y final a cuatro meses de intenso trabajo y que se verá plasmado en sus cuatro procesiones: el Domingo de Ramos llevando ‘La Borriquita’, el Martes Santo con ‘La Virgen de la Esperanza’ y el Jueves y Viernes Santo con ‘El Nazareno’.

Tercio de ‘Virgen de la Esperanza’ . Fotografía de Lola Castro Casares

Tercio de ‘Virgen de la Esperanza’ . Fotografía de Lola Castro Casares

“Una madre no se cansa de esperar”

El Martes Santo es su gran día y Lola Castro, su mayordoma, confiesa que los nervios están a flor de piel. Cada detalle está medido al milímetro: los giros, la marcha tiene que acabar en una posición concreta para que el trono entre recto en el corralón…y la presión porque salga bien está presente en todo momento. Pese a eso, van más motivadas que nunca porque “hay muy buena sintonía, todas ese día estamos por lo mismo, es muy bonito”, cuenta Castro, haciendo hincapié en el apoyo que reciben del público, algo que les anima a seguir con fuerzas durante la procesión cuando las piernas empiezan a flaquear. “Cuando giras la Calle Real y ves todo lleno de gente, aplaudiendo muchísimo…igual van cansadas, pero con el cariño de la gente ves como el trono sube”, cuenta Lola emocionada, un sentimiento que comparten también las demás portadoras, como Blanca, miembro de la Cofradía de Dolores desde que tenía apenas dos años.

Para ella, su momento favorito es cuando se le canta a la Virgen ‘Una madre no se cansa de esperar’. “Todas estamos nerviosísimas, como unos flanes, no lo podríamos explicar con palabras, es una sensación de que todas estamos juntas con ella y que todo va para delante…es brutal, precioso”, describe la joven, que lleva cuatro años de portadora.

“Desde pequeña crecí en este mundo. Para mí es fe porque soy religiosa, pero es también tradición familiar” 6c1m5o

Ser parte del tercio de la Virgen de la Esperanza no es solamente una demostración de fe, sino una tradición familiar que se transmite de generación en generación. Un ejemplo perfecto es el de la propia Lola Castro Casares, nieta de Demetrio Casares, uno de los fundadores de la Semana Santa moderna en Ferrol.

“Desde pequeña crecí en este mundo. Para mí es fe porque soy religiosa, pero es también tradición familiar, es algo que me une a mi familia”, cuenta. Una tradición familiar a la que fueron fieles, pues su abuela y su madre fueron camareras de todas las imágenes y su padre presidente de la Cofradía de Dolores durante muchos años, hasta llegar el turno de Lola, quien fue vicepresidenta de la junta hasta el pasado año y mayordoma del tercio de la Esperanza desde 2012. “Para mí continuar en esto me parece lo más bonito. Yo ahora tengo una niña de tres meses y espero que le guste”, comenta.

Lola echa la vista atrás y recuerda su infancia rodeada de imágenes, ya que antes se llevaban a las casas para vestirlas. Entre risas se acuerda de los comentarios de sus amigas del colegio que- al ver al San Juan, al Nazareno y a la Virgen en su casa- se asustaban y preguntaban incrédulas cómo podía dormir con las imágenes alrededor. “Mi madre hasta recuerda una vez que estaba la Virgen de la Piedad en casa y yo me hice un bocadillo de Nocilla para mí y otro para la Virgen, para merendar las dos juntas”, rememora con ternura.

Su abuelo, Demetrio Casares, fue uno de los primeros capuchones ferrolanos que salió a procesionar por las calles en 1945. “Mi abuelo y mi bisabuelo siempre estuvieron muy vinculados a la Iglesia de Dolores, y un grupo decidió volver a sacar las procesiones como se hacía antiguamente”, y así fue. Casares permaneció vinculado a la Cofradía de Dolores hasta el día de su muerte, en 1982, un día que Lola cuenta con los pelos de punta.

Mi abuelo se murió la noche del Viernes Santo, después de ver a la Virgen entrar a su casa, a la Iglesia de Dolores, que es el día que acaba todo después de la procesión de Caladiños”, una historia de las que parece que escapa lo racional. “Mi abuelo vio la procesión desde la ventana en Amboage, parece que estaba esperando a que la Virgen se metiese en casa y murió durmiendo”, concluye emocionada.

Claudia, futura monaguilla del tercio de la ‘Virgen de la Esperanza’. Fotografía de Lola Castro Casares

Claudia, futura monaguilla del tercio de la ‘Virgen de la Esperanza’. Fotografía de Lola Castro Casares

Hoy, aquellas apuestas que dudaban de la fuerza y el compromiso de las mujeres han quedado enterradas bajo décadas de historia y pasos firmes. El tercio femenino de la Virgen de la Esperanza no solo carga con el peso del trono, sino con el legado de quienes abrieron camino, la emoción de las que hoy lo siguen y la promesa de una nueva generación que crecerá, como Lola, entre ensayos, hábito y fe compartida.