Los pacientes de Rosa Rodríguez posan con ella tras regalarle un ramo de flores

Los pacientes de Rosa Rodríguez posan con ella tras regalarle un ramo de flores Cedida

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La despedida de una médico de A Coruña que está dando la vuelta a España

Los pacientes de Rosa Rodríguez, en el centro de salud de Adormideras, homenajearon a la doctora tras 35 años cuidándoles

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Cuando la doctora Rosa Rodríguez salió de su centro de salud por última vez no imaginaba lo que le esperaba fuera, y los organizadores de este acto sorpresa tampoco sabían la repercusión que tendría. La sorpresa a esta doctora de la Ribeira Sacra afincada en A Coruña está dando al vuelta a España.

La doctora Rosa Rodríguez, médica de familia del centro de salud de Adormideras, en A Coruña, se despidió de la profesión tras 35 años de servicio. Conocida por su cercanía y compromiso, su jubilación no pasó desapercibida: sus pacientes organizaron una emotiva despedida sorpresa para agradecerle su dedicación. A la salida de su última jornada, la esperaban con aplausos, un ramo de rosas, un libro de dedicatorias y un poema que resumía el cariño que había sembrado durante décadas.

Los pacientes posan con su médico de familia Rosa Rodríguez

Los pacientes posan con su médico de familia Rosa Rodríguez Cedida

El homenaje fue coordinado por Gonzalo Manuel Castaño, uno de sus pacientes, con la colaboración de la enfermera Gema. Para mantener el secreto, no se colocaron carteles y se ó individualmente a los pacientes habituales. El resultado fue una multitud emocionada que coreaba “no hay otra como Rosa”, en un gesto espontáneo que transformó la entrada del centro de salud en un escenario de agradecimiento colectivo.

Durante su carrera, Rosa destacó por una atención médica que iba mucho más allá de las consultas convencionales. Atendía sin mirar el reloj, hacía visitas domiciliarias, y acompañaba a sus pacientes incluso fuera de su horario.

El poema de despedida

Uno de sus pacientes y coorganizador del acto, Gonzalo Manuel Castaño, le dedicó un poema a la doctora, que leyó en el acto, y que dice así:

Nacida en ese Monforte,
que lleva en su corazón,
luciendo con mucho porte,
su futura vocación.

Tiene nombre de esa flor,
esa flor que tanto quiero,
la que alcanza su esplendor,
con la luz como un lucero.

Dios te ha dado a ti un gran don,
ese don de la empatía,
que has cuidado con tesón,
trabajando día a día.

Has sembrado una legión,
una legión de amistades,
que te ira con pasión,
por tus grandes cualidades.

Siempre atenta y servicial,
profesional de bandera,
su atención siempre cordial,
que nos ganó a la primera.

El día que tu llegaste,
ondeaban las banderas,
y llegaba esta “Rosiña”,
al barrio de Adormideras.

Cariñosa y bondadosa,
prestaba siempre atención,
de manera habilidosa,
en aquella su consulta,
con total dedicación.

Fueron años de servicio,
años de superación,
que desarrolló su oficio,
con maestría e ilusión.

¡Ay Rosiña! Se jubila.
¡Ay Rosiña! Se nos va,
a disfrutar con los suyos,
una etapa primordial,
la que todos deseamos,
que te sea muy crucial.

Gracias Rosiña por tanto.
Gracias Rosiña por tu amistad.
Gracias Rosiña por tus cuidados,
que jamás podremos olvidar,
todos los aquí presentes,
que hemos visto en tu persona,
a una hermana de verdad.

Y aquí tienes nuestro aplauso,
guárdalo querida Rosa,
como se guarda una rosa,
que florece en un rosal.

Gonzalo Manuel Castaño
14-5-2025