
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, asiste a una rueda de prensa, el día de la reunión del grupo B9 de la OTAN en Vilna, Lituania, el 2 de junio de 2025. Ints Kalnins Reuters 126o6o
Ucrania le demuestra a Putin que puede golpear a Rusia en cualquier parte mientras bloquee la paz en Estambul 2313r
Moscú volvió a mandar una delegación de perfil bajo a Estambul, sin intención alguna de llegar a ningún acuerdo de paz. A cambio, Kiev les enseñó veinticuatro horas antes que con condescendencia y ninguneo no van a llegar a ninguna parte. 6e4053
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Las caras largas de los emisarios rusos a su llegada a la reunión de Estambul de este lunes no apuntaban nada bueno. Las posturas de ambos bandos siguen siendo irreconciliables tres años y tres meses después del inicio de la guerra y nada hace pensar que la solución vaya a ser diplomática ni vaya a llegar pronto. Si insisten en reunirse para mirarse las caras y poco más, es simplemente porque entienden que así cumplen con Donald Trump o al menos evitan sus reprimendas públicas.
Unas reprimendas que, obviamente, preocupan mucho más a Ucrania que a Rusia, por eso los ucranianos siguen mandando a altos diplomáticos, mientras los rusos se dejan lo mejor en casa y se niegan a compromiso alguno de una mínima relevancia.
Sea como fuere, ninguno de los dos quiere estar ahí, al menos no para negociar un alto el fuego. Sí pueden acordar, sin embargo, cuestiones relativamente menores que, en rigor, no necesitan de un desplazamiento a Estambul, como un nuevo intercambio de prisioneros.
Según confirmó en rueda de prensa el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, ambos países decidieron liberar a todos los prisioneros heridos o enfermos y a todos los soldados entre dieciocho y veinticinco años. También se devolverán los cadáveres de los caídos en combate, seis mil por cada bando.
Umerov insistió en que su país había vuelto a proponer una reunión directa de Volodímir Zelenski con Vladímir Putin para la negociación al más alto nivel de un alto el fuego de treinta días, tal y como propuso Trump en su momento.
También se exige la vuelta a casa de los niños secuestrados, algo que tanto Rusia como Estados Unidos pasan continuamente por alto. En cuanto a qué piden los rusos, la verdad es que no lo sabemos. Umerov afirmó que el famoso “memorándum de paz” que el Kremlin había prometido entregar bajo la supervisión de la istración Trump, solo les ha llegado durante la misma reunión y por lo tanto no han tenido tiempo de estudiarlo.
En cualquier caso, no es probable que se hayan desviado lo más mínimo de la línea oficial: no reconocer a Zelenski como interlocutor válido, demandar la entrega incondicional de las cuatro regiones anexionadas ilegalmente en 2022 y exigir el desarme total del ejército ucraniano.
Los drones ucranianos acaban con los bombarderos rusos j1c1l
Y es que Rusia se sigue comportando como la potencia imperial que cree que es y no como lo que la realidad nos viene enseñando a lo largo de este tiempo. Su comportamiento condescendiente con Ucrania, como si les hicieran un favor sentándose en la misma mesa, es incompatible con lo que estamos viendo en el frente y solo se debe al orgullo y al ego de sus líderes, que están llevando al país a la ruina económica y militar.
Como dijo también Umerov, “si Rusia mostrara algún compromiso con un alto el fuego, sus aviones no estarían ardiendo”.
Porque el caso es que la reunión de Estambul estuvo marcada por el éxito inaudito de Ucrania del día anterior, cuando un ataque masivo de drones consiguió acabar con cuarenta y un bombarderos estacionados en cuatro bases aéreas. Hablamos del 34% del total de aviones rusos de este tipo, según Kiev.
Obviamente, Rusia ni ha confirmado ni ha desmentido estas cifras, aunque el golpe es inmenso y va mucho más allá de la cantidad.
En las últimas semanas, se había especulado mucho con una posible ofensiva rusa de verano que intentara culminar la conquista de Donetsk y avanzar en Járkov, Zaporiyia y Sumy. También se había insistido en la adaptación rusa a los métodos ucranianos y su enorme incremento en el ritmo de fabricación de drones Shahed, que, de hecho, protagonizaron el mayor ataque sobre territorio ucraniano la noche del sábado 31 de mayo al domingo 1 de junio.
Conscientes de sus problemas para conseguir las instalaciones de defensas antiaéreas que llevan un año pidiendo, las autoridades ucranianas han optado por acabar con el problema en su origen.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania, Vasyl Maliuk, asisten a una reunión en medio del ataque de Rusia contra Ucrania, en Kyiv, Ucrania, en esta imagen distribuida el 1 de junio de 2025. Reuters
Desde Finlandia a Mongolia 6f42x
El daño causado a la flota aérea rusa se mide tanto en lo práctico —obviamente, pasará mucho tiempo hasta que se pueda recomponer el arsenal y retomar los ataques salvajes de las últimas semanas— como en lo psicológico.
Ucrania ha demostrado de nuevo la vulnerabilidad de todo el espacio de seguridad ruso: según el relato del propio presidente Zelenski, los 117 drones utilizados habrían entrado en Rusia en camiones, camuflados en los falsos techos de viviendas portátiles de madera.
Dichas viviendas se repartieron por todo el territorio ruso sin que la inteligencia militar se enterara de nada y, llegado el momento, las compuertas se abrieron y los drones salieron en busca de sus objetivos.
No solo cumplieron su misión, sino que lo hicieron en bases aéreas separadas entre sí por cuatro mil kilómetros: desde la situada en Olenya, cerca de la frontera con Finlandia, hasta la emplazada en Ukrainka, al noreste de China, muy cerca del mismísimo Océano Pacífico.
Obviamente, se trata de un punto de inflexión en la guerra. Después de tantas amenazas nucleares por el permiso concedido por parte de los socios de Ucrania a utilizar sus misiles sobre territorio ruso, al final Kiev ha conseguido el mayor éxito de la guerra con sus propias armas, construidas a un bajísimo precio.
Está por ver cómo reacciona ahora el Kremlin y es de entender que lo hará, como siempre, agitando el espantajo atómico, ya que cada día parece más improbable la victoria por medios convencionales.
La otra opción sería interiorizar la realidad y ceñirse a ella, es decir, llegar a una paz lo antes posible y acabar con la sangría de hombres y recursos perdidos a diario. Ahora bien, si Putin aceptara la realidad sin más, no sería Putin y no habría entrado a sangre y fuego en el país vecino, para empezar.
Este ataque sin duda afectará a la prevista operación de verano, que tendrá que realizarse sin apoyo aéreo, es decir, de nuevo a base de ataques suicidas de la infantería. Eso ya lo hemos visto antes y acaba mal. Tal vez la próxima vez que se reúnan en Estambul —si hay próxima vez— por fin se den cuenta de lo cara que les está saliendo la prepotencia.