
El papa León XIV durante la misa de inicio de su Pontificado, en la plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano. Stefano Spaziani Europa Press 6s184e
León XIV reivindica una Iglesia unida para un mundo reconciliado y pide la paz para Ucrania: "Es la hora del amor" 2e12
El Papa recibió el palio y el Anillo del Pescador durante una ceremonia este domingo en la Plaza deSan Pedro con la que inicia oficialmente su Pontificado 3e6r
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El papa León XIV arrancó su pontificado este domingo con una solemne ceremonia en la Plaza de San Pedro que oficializa el inicio del ministerio petrino, en la que recibió el palio y el Anillo del Pescador, símbolos del papado. Ante 150 delegaciones internacionales y cerca de 200.000 fieles, el Papa lanzó un mensaje en favor de una Iglesia sinodal, una Iglesia unida en busca de la paz, reivindicando las que serán las líneas maestras de su papado.
"En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres", denunció el Pontífice en su homilía, en la que propuso una Iglesia que sea “una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad" que se convierte en "fermento para un mundo reconciliado".
Si en su primer discurso ante los fieles el pasado 8 de mayo, tras ser elegido por mayoría absoluta en un breve cónclave en el que participaron 133 cardenales, la palabra que más repitió fue "paz", en la homilía con la que arrancó oficialmente su papado -que en el pasado se llamaba de 'entronización'-, la palabra que más se escuchó fue unidad. Y no se trata de un detalle menor, pues León XIV quiso probablemente enviar un mensaje al interior de la propia institución católica, aún herida por las fuertes divisiones internas abiertas durante el pontificado de Francisco.
En este sentido, el pontífice estadounidense defendió que el Papa no puede ser "un líder solitario o un jefe por encima de los demás" pues "Dios, quiere a todos unidos en una única familia", dijo, lanzando un guiño al sector más conservador, críticos con un cierto autoritarismo de Francisco, a quien acusaban de no consultar con nadie en la toma de decisiones.
"Este es el espíritu misionero que debe animarnos", continuó el Pontífice, que instó a los católicos a no sentirse superiores al resto del mundo o de religiones. "Estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo", añadió. "¡Esta es la hora del amor!", exclamó.
León XIV comenzó su homilía recordando como la muerte del papa Francisco llenó de "tristeza nuestros corazones", pero "el Señor nunca abandona a su pueblo" y "con este espíritu de fe" los cardenales eligieron un nuevo sucesor de Pedro, “un pastor capaz de custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de mirar más allá, para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy".
Y añadió: "Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia”.
Antes de concluir la misa e impartir la bendición del 'Regina caeli', León XIV quiso recordar el sufrimiento en Gaza, "donde los niños y los ancianos están reducidos al hambre"; y tampoco olvidó a la “atormentada Ucrania", que espera en "unas negociaciones que obtengan una paz justa y duradera".
Y lo hizo ante más de 150 delegaciones internacionales; jefes de Estado y de Gobierno, ministros, embajadores y monarcas llegados a Roma de todo el mundo, entre los que se encontraban el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, y el presidente de Ucrania, Volodymir Zelenski, con quién León XIV se reunió en privado tras la homilía.
La ceremonia con la que oficialmente inició el Pontificado de León XIV arrancó una hora antes de la homilía cuando el Papa descendió a rezar ante la tumba de San Pedro en el interior de la basílica vaticana, donde se encontraban los relicarios con el palio y el anillo del pescador, símbolos del papado, que le fueron impuestos más tarde.
El Pontífice llegó en procesión con la cruz pastoral y bajó a la tumba acompañado de los patriarcas de las iglesias católicas de rito oriental y, tras incensar el lugar donde la tradición indica que está enterrado San Pedro, se le colocó la tiara y permaneció unos minutos rezando. A continuación, dos diáconos tomaron el palio, el anillo del pescador y el libro de los Evangelios y se dirigieron en procesión hasta el altar, frente a la basílica de San Pedro, de cuya fachada colgó un tapiz que representa el diálogo que mantuvieron Jesús y Pedro, una reproducción de otro realizado originalmente para la Capilla Sixtina a partir de un diseño de Rafael, que actualmente se encuentra en los Museos Vaticanos.
Después, en el altar, tres cardenales originarios de tres continentes y órdenes diferentes -diáconos, presbíteros y obispos-, representando la universalidad de la Iglesia, le impusieron los símbolos papales, una de las partes más simbólicas de la ceremonia de 'entronización', que el Pontífice recibió visiblemente emocionado.
León XIV recibió el palio, un ornamento litúrgico confeccionado con lana de cordero que simboliza su autoridad pastoral universal. Se trata de una estola blanca que representa el peso del 'rebaño'; sobre los hombres del pastor, decorada con seis cruces negras de seda y enganchado con tres agujas que representan los clavos de la Cruz.
“Hoy, tú sucedes al beato apóstol Pedro”, proclamó el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, antes de entregarle el anillo del Pescador, de oro, a diferencia del que llevan los cardenales de plata, en el que figura grabado su nombre en latín y simboliza su misión como sucesor del apóstol Pedro.
Antes de que iniciara la ceremonia, León XIV recorrió por primera vez la plaza de San Pedro en papamóvil para saludar a los casi 200.000 fieles, que comenzaron a llegar a las seis de la mañana, y que recibieron entusiasmados al nuevo Papa al grito de "¡Leone!".
Una vez terminada la ceremonia, y tras los saludos, uno a uno, a los representantes de las delegaciones extranjeras -entre los que se encontraban los Reyes Felipe VI y doña Letizia-, el Pontífice tomará posesión el próximo domingo de la Basílica de San Juan de Letrán, pues el papa también es obispo de Roma y esa es la catedral de la capital italiana. Ese será el último acto protocolario con el que, entonces sí, comenzará el pontificado de León XIV, que abre una nueva página en la historia de la Iglesia católica.