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Letonia ha lanzado una advertencia inusual pero contundente a sus ciudadanos: presten atención a los “turistas” desaliñados y demasiado equipados que merodean por bosques, pueblos o instalaciones clave.

El motivo no es menor. El servicio de Inteligencia y Seguridad de la Defensa (MIDD, por sus siglas en letón) teme que espías rusos estén operando camuflados entre la población, en una nueva fase del enfrentamiento híbrido entre Moscú y Occidente, informó The Washington Times.

En su informe anual, publicado esta semana, el MIDD detalla un perfil que podría parecer caricaturesco pero que, según el servicio, responde a patrones detectados en operaciones de sabotaje recientes: individuos con higiene deficiente, cortes de pelo de estilo militar, conversaciones demasiado inquisitivas con los locales y equipos propios de supervivencia que incluyen kits médicos especializados, mapas o radios.

La agencia afirma que estos agentes podrían estar recopilando información sobre infraestructuras críticas y posiciones militares, con el objetivo de preparar atentados, asesinatos selectivos o provocar inestabilidad social.

También podrían hacerse pasar por cooperantes o simplemente acampar en la naturaleza sin mostrar interés real por el entorno. El informe subraya que los saboteadores no deben necesariamente parecer soldados o agentes entrenados. Su aspecto puede ser deliberadamente engañoso.

El aviso se enmarca en un contexto de alta tensión regional tras años de agresiones encubiertas atribuidas al Kremlin. Letonia, junto a otros de la OTAN y la UE, ha sido blanco de ciberataques, incendios provocados y sabotajes a infraestructuras críticas, como cables submarinos.

La alerta lanzada por el MIDD no es la primera: ya en 2023, tras el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, se emitieron consejos similares, aunque menos detallados, a la población civil.

El informe incide en que los espías rusos ya no se ajustan al perfil clásico: “La experiencia ucraniana demuestra que los servicios especiales rusos pueden adaptarse al entorno y a las circunstancias”, señala el texto.

Los saboteadores podrían no parecer soldados ni agentes, pero operarían cerca de instalaciones militares o estratégicas, ocultándose como trabajadores humanitarios o campistas que duermen en zonas remotas sin mostrar interés por la naturaleza.

Letonia, país con menos de dos millones de habitantes, forma parte del flanco oriental de la OTAN y teme que una guerra no declarada ya esté en marcha.

Esta preocupación se ve reforzada por recientes arrestos en Alemania, donde tres ciudadanos ucranianos fueron acusados de preparar atentados con paquetes bomba en nombre del gobierno ruso.

Los ataques con explosivos, enviados desde Lituania a Reino Unido, Alemania y Polonia en 2024, también son atribuidos a una campaña de desestabilización orquestada desde Moscú.

Desde el MIDD se subraya que, ante cualquier sospecha, los ciudadanos deben abstenerse de actuar por su cuenta: “No se recomienda intentar enfrentarse a un grupo de sabotaje. En su lugar, e con la Policía Estatal, los servicios especiales o la unidad militar más cercana”, recoge el informe.

El objetivo es garantizar una respuesta profesional y evitar incidentes provocados por el pánico o la desinformación.

Otros países nórdicos han reaccionado de forma similar. Suecia y Finlandia, recién incorporadas a la OTAN, han difundido guías de supervivencia en caso de guerra o catástrofe.

Noruega, por su parte, ha publicado un manual con recomendaciones para sobrevivir al menos una semana en caso de crisis severa. Polonia prepara también sus propios protocolos.

El mensaje que emana desde Riga deja claro que el espionaje ruso se ha sofisticado, se disfraza de civil y actúa desde la sombra. El nuevo campo de batalla no tiene tanques, pero sí mochilas de camuflaje, mapas y preguntas incómodas.