Xi Jinping y Vladimir Putin se dan la mano tras reunirse en Moscú este jueves.

Xi Jinping y Vladimir Putin se dan la mano tras reunirse en Moscú este jueves. Reuters o295v

Asia

Putin y Xi blindan su alianza ante las críticas de JD Vance a la postura del Kremlin en Ucrania: "Están pidiendo demasiado" 4i6221

Los líderes de Rusia y China mandaron un comunicado conjunto en el que se atacaba a EEUU por su política económica y se reafirmaban en su amistad frente a las amenazas de Occidente. 6j5r32

Más información: Biden acusa a Trump de "apaciguar" a Putin: "Quien piense que un dictador va a parar es un idiota" 6j5h1g

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El mismo día en que el Parlamento ucraniano dio luz verde al acuerdo con Estados Unidos para la explotación de los minerales de las "tierras raras", Xi Jinping y Vladímir Putin paseaban su estrecha relación por Moscú y mostraban su unión frente al "imperialismo" norteamericano. Pese a los primeros intentos de la istración Trump de complacer al autócrata ruso con lisonjerías y una actitud comprensiva, el caso es que casi cuatro meses después de la investidura del multimillonario neoyorquino, Rusia parece tan alejada de Occidente como lo estuvo con Joe Biden.

En esta línea de alejamiento entre Moscú y Washington hay que entender las palabras del vicepresidente JD Vance el pasado miércoles. "No digo que Rusia no esté interesada en la paz en Ucrania, pero están pidiendo demasiado".

La historia se repite: Putin pensó que tomaría Kiev en tres días y Trump dio por hecho que convencería a Putin en veinticuatro horas con un acuerdo imposible de rechazar. La realidad ha demostrado lo contrario en ambos casos: cuando el Kremlin dice algo, no lo hace para obtener una posición de fuerza en una negociación, sino por puro convencimiento y fanatismo.

Así, sus intenciones imperialistas respecto a Ucrania hay que entenderlas tal y como las llevan expresando Putin y su entorno desde hace años: no es una cuestión de paz por territorios, sino una cuestión casi religiosa. Eso no lo han sabido entender Trump ni Vance. Sí lo intuían Rubio, Kellogg o Lindsey Graham, entre otros altos cargos republicanos, pero sus opiniones se han tenido que adaptar al discurso dominante bajo la amenaza de quedar arrinconados por el vocerío MAGA.

El propio Trump, que desconocía las palabras de Vance —tampoco se había enterado de que Israel y los hutíes estaban en guerra abierta, el tipo de lapsus que le hubiera costado a Biden horas y horas de análisis sobre su salud mental— dijo en rueda de prensa que el vicepresidente probablemente tuviera razón, que "tal vez supiera cosas" y que "estamos llegando al punto en el que habrá que tomar decisiones… y eso no me hace feliz". Ni aclaró a qué decisiones se refería ni por qué no le hacían feliz. Probablemente, estaba improvisando.

Donald Trump y JD Vance este jueves en la Casa Blanca.

Donald Trump y JD Vance este jueves en la Casa Blanca. Reuters

La cohorte de Putin en el 9 de mayo 1m6z1t

Quienes no improvisan, desde luego, son Xi y Putin. El líder ruso se comportó como un perfecto anfitrión de su homólogo chino, invitado destacado del desfile del Día de la Victoria que se celebra este viernes. Mientras el resto de Europa y los Estados Unidos festejan el 8 de mayo la derrota nazi en la II Guerra Mundial, los rusos lo hacen el día 9 por una cuestión de husos horarios: la rendición se firmó en la noche alemana, que ya era madrugada del día siguiente en Moscú.

Eso hace de la celebración rusa un evento especial, por lo que tiene de única. Pese a los recientes ataques de los drones ucranianos sobre la capital moscovita y el anuncio de Zelenski de que no pensaba unirse a la supuesta tregua de tres días que propuso Putin con motivo del desfile y los fastos, unos quince países mandarán a sus jefes de Estado a las celebraciones. Aparte de Xi, estarán Lula da Silva, estará Abdelfatah El-Sisi, estará Robert Fico y es casi seguro que Corea del Norte mandará al menos una delegación, aunque no se sabrá hasta el último momento.

Llama la atención la ausencia de Viktor Orbán, gran aliado ruso, cuyo gobierno ha puesto la excusa de que "el fin de la II Guerra Mundial tuvo un efecto muy negativo para Hungría". Tampoco faltará finalmente el líder serbio, Aleksandar Vučić, cuya presencia se había mantenido en vilo por motivos de salud. Serbia es candidata a formar parte de la Unión Europea desde 2012 y las negociaciones de adhesión duran ya once años. Este tipo de actos no ayudarán al país balcánico, desde luego.

Dos bandos cada vez más claros 1n24a

En cualquier caso, la presencia de Xi lo eclipsa todo. Putin afirmó que el ejército chino será el más numeroso de todos los extranjeros que desfilen junto a las fuerzas armadas rusas, lo cual es una señal bastante evidente de que la alianza política y económica puede pasar a ser militar en cualquier momento.

De hecho, Ucrania lleva tiempo denunciando que ciudadanos chinos están formando parte de las brigadas de apoyo a Rusia en su "operación militar especial", aunque Beijing niega que lo hagan en nombre de su gobierno.

Incluso el primer saludo entre ambos líderes estuvo lleno de parafernalia, con ambos caminando por lados opuestos de una enorme alfombra dentro del Kremlin para acabar dándose la mano frente a las delegaciones de los dos países y una multitud de fotógrafos.

Una de las obsesiones del gobierno Biden —y en concreto del entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley— era mantener unas relaciones de una mínima cordialidad con China, por miedo a que Xi siguiera el ejemplo de Putin e intentara anexionarse Taiwán por las bravas.

Pese a los constantes elogios de Trump a Xi Jinping, con quien dice tener una excelente relación personal, la política de la nueva istración estadounidense ha sido manifiestamente hostil hacia China. La guerra de aranceles ha provocado un serio deterioro de la diplomacia entre ambos países y, sin duda, parte de la pompa con la que Xi se ha presentado en Moscú es un mensaje para Washington.

Ahora bien, si el fortalecimiento del eje Rusia-China supone un baño de realidad para Trump y Vance y provoca a su vez el reforzamiento de los lazos tradicionales con la denostada Europa, bienvenido sea. Le pese a quien le pese.