
Los seis espías del Kremlin que se formaron en Brasil y han sido descubiertos por la contrainteligencia brasileña. E. E. 464k1u
Brasil, la 'fábrica' de espías rusos de Putin: de operaciones en Uruguay o Estados Unidos hasta llegar a Oriente Próximo 3x2d5
La contrainteligencia brasileña destapó a varios informadores rusos; estos agentes también investigaron a Bolsonaro por planear un golpe de Estado. 485a6c
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Como el juego del gato y el ratón. La contrainteligencia brasileña ha tratado durante años de poner nombre y apellidos a varios espías rusos afincados en Brasil, la fábrica de los informadores de Vladimir Putin. El país latinoamericano ha sido una cadena de montaje de agentes encubiertos.
Artem Shmyrev era uno de ellos. Consiguió engañar a todos. Shmyrev, oficial de Inteligencia ruso, se creó una identidad falsa. Dirigió un exitoso negocio de impresión 3D y vivía en un lujoso apartamento en la capital, Río de Janeiro, junto a su pareja y su mascota.
A ojos de todos ellos era Gerhard Daniel Campos, brasileño de 34 años. Permaneció durante seis años a la sombra. Estaba impaciente por comenzar su verdadero trabajo, el espionaje. Durante esta doble vida, también se comunicaba con su verdadera pareja, agente de Inteligencia rusa.
Tal y como recoge el diario norteamericano The New York Times, Rusia utilizó a Brasil como una "plataforma de lanzamiento" para sus oficiales de inteligencia, conocidos en el mundillo como "ilegales". Con una gran audacia, los informadores dejaron atrás su pasado ruso para montar una nueva vida.
"El objetivo no era espiar a Brasil, sino convertirse en brasileños", recoge el periódico a raíz de su investigación. Una vez disfrazados mediante embaucamientos a su entorno, se dirigían a Estados Unidos, países de Europa u otros situados en Oriente Medio donde allí sí trabajarían de confidentes.
Uno abrió una joyería. Otra de las informadoras fue modelo. Un tercero fue investigador en una universidad estadounidense... Oficios variopintos. Pero los seis espías del Kremlin fueron cayendo uno por uno.
Los tres últimos años fueron clave. La investigación policial abarcó hasta ocho países, con información procedente de Estados Unidos, Israel, Países Bajos y Uruguay, además de otros servicios de seguridad occidentales.
"Desmantelar la fábrica de espías del Kremlin era mucho más que una operación rutinaria de contraespionaje; formaba parte de las perjudiciales secuelas de una década de agresión rusa", recoge The New York Times.
El diario pone de ejemplo que los "espías rusos" ayudaron a derribar un avión procedente de Ámsterdam en 2014, interfirieron en elecciones de EEUU o Francia y "envenenaron a personas que consideraban enemigas", como fue el caso del opositor Alexéi Navalny.
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania propició la búsqueda de espías rusos, incluso en zonas del mundo donde estos informadores "gozaron de impunidad" debido a los lazos fraternales con el Ejecutivo ruso, como fue el caso de Brasil.
Dos de los seis informadores rusos fueron detenidos, mientras que el resto se marcharon a su país de origen. "Con sus identidades expuestas, lo más probable es que nunca vuelvan a trabajar en el extranjero", dice el medio.
Quienes desenmascararon a estos espías fueron los mismos agentes de élite de la Policía Federal brasileña que investigaron al expresidente Jair Bolsonaro por "planear un golpe de Estado".
Los agentes de élite comenzaron a buscar personas con actas de nacimiento legítimas que pasaron su vida sin dejar rastro en Brasil y que de pronto aparecieron como adultos, tramitando rápidamente sus documentos de identidad.
Para dilucidar ello, buscaron patrones en millones de registros de nacimientos, pasaportes, permisos de conducción y número de Seguridad Social. The New York Times afirma que el pasaporte brasileño permite viajar sin visado a casi tantos países como el estadounidense. Además, debido a la multietnicidad, alguien con rasgos europeos y ligero acento pasa desapercibido,

Uruguay fue uno de los países que emitió alertas sobre la posibilidad de hallarse en su país agentes del Kremlin. Dos de los informadores de Putin, que simuló ser un matrimonio, fueron allí y saltaron las alarmas.
Otro de los confidentes se marchó a una zona indeterminada de Oriente Próximo. Más tarde, se cree que regresó a Rusia, junto con otros espías.
Actualmente, sólo uno de los informadores se encuentra en prisión. Cumple una pena de cinco años por falsificación de documentos. Está preso en una cárcel de Brasilia.
Los "ilegales", entrenados por el KGB 2f1h25
La red de "ilegales" ha sido un pilar fundamental para el espionaje ruso. Se cree incluso que desde el colapso de la Unión Soviética, este fenómeno de informadores ha aumentado.
El perfil ideal del "ilegal" era el de un varón soltero y que hablase con fluidez tres o cuatro idiomas y dispuesto a superar un entrenamiento "muy largo".
Nikolai Zlobin, analista del Centro de Información de Defensa con sede en Washington , dijo que la red de ilegales recibió apoyo de personas interesadas en "regresar al viejo sistema con el que estaban familiarizados".
“Se glorificó. Es un asunto romántico para varias generaciones soviéticas, incluida la de Putin”, dijo. “Quienes trabajan en la estructura central hicieron todo lo posible para reconstruir el sistema. Conozco a algunos, y muchos creen que hicieron lo correcto para Rusia”.