El café es la bebida más popular a nivel mundial después del agua y el producto tropical más comercializado en el mundo. Su popularidad no solo se debe a su capacidad estimulante, sino también a los increíbles beneficios que aporta a la salud o, al menos, increíbles beneficios que se han atribuido a la bebida hace tan solo unos años.
En el pasado, se creía que el café causaba ciertos tipos de cáncer, lo que llevó a que fuera catalogado como un posible carcinógeno por organismos internacionales debido a unos compuestos específicos que son generados durante el proceso de tostado del café. Sin embargo, se descubrió que estos compuestos se considerarían nocivos en dosis extremadamente altas, y no en la cantidad que realmente está presente en el café diario, que no representa un riesgo para la salud.
De hecho, los estudios recientes han descubierto que el café contiene numerosos compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que pueden contribuir a la protección del organismo contra diversas enfermedades, como el cáncer. Uno de los estudios más relevantes que corrobora esta información ha sido el liderado por Ellen Kampman, epidemióloga y profesora de Nutrición y Enfermedades en la Universidad e Investigación de Wageningen.
El café y el cáncer 552x5o
El cáncer ha sido una de las bebidas más sujetas a debate de todos los tiempos. En el pasado, fue clasificado como un posible carcinógeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero en 2016 esta clasificación fue revisada debido a la falta de evidencia concluyente. En 2018, una demanda en Estados Unidos que pedía que el café llevara una advertencia sobre el riesgo de cáncer fue anulada, reforzando la idea de que no hay pruebas suficientes para afirmar que el café tenga efectos cancerígenos significativos.
Uno de los principales factores que ocasionó el debate es la presencia de acrilamida en el café, una sustancia química que se forma cuando ciertos alimentos se cocinan a altas temperaturas. La acrilamida ha sido clasificada por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) como un probable carcinógeno, basándose en estudios de genotoxicidad en animales.
Sin embargo, investigaciones realizadas en humanos no han encontrado una asociación clara entre la ingesta de acrilamida en la dieta y el riesgo de varios tipos de cáncer. Esta sustancia también está presente en otros alimentos procesados, como las patatas fritas, el pan tostado y las galletas, por lo que el consumo de café no es la única fuente de exposición.
Debido a este debate, expertos como Ellen Kampman, epidemióloga y profesora de Nutrición y Enfermedades en la Universidad e Investigación de Wageningen, han desarrollado investigaciones sobre el impacto del consumo de café en la reducción del riesgo de padecer cáncer. Según sus estudios y los de otras instituciones con las que colabora, el café podría desempeñar un papel clave en la prevención y evolución de ciertos tipos de cáncer, especialmente el de colon.
La relación entre el café y la reducción del riesgo de cáncer no es un descubrimiento reciente. Desde la década de 1980, grandes estudios epidemiológicos han analizado la conexión entre el estilo de vida y la incidencia de cáncer en la población. Uno de los estudios más importantes incluyó a 500.000 europeos, a quienes se les preguntó sobre sus hábitos diarios, incluido el consumo de café.
Décadas más tarde, los datos se cruzaron con los registros de cáncer y se encontró una correlación clara: las personas que bebían café diariamente presentaban menores probabilidades de haber desarrollado cáncer de colon después de 30 años.
Ellen Kampman: café y cáncer.
Además de la prevención, los estudios también han analizado el impacto del café en pacientes ya diagnosticados con cáncer de colon. En una investigación de la Universidad de Wageningen, en colaboración con la Universidad de Harvard y el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, se monitoreó a 2.113 pacientes con cáncer de colon en estadios tempranos.
Los resultados mostraron que aquellos que consumían más de cuatro tazas de café al día tenían un 37% menos de probabilidades de recaer en la enfermedad, en comparación con quienes bebían menos de dos tazas al día. Asimismo, la tasa de mortalidad fue más baja en quienes bebían entre tres y cinco tazas diarias.
El café contiene una compleja combinación de compuestos biológicamente activos, entre ellos la cafeína, flavonoides, lignanos y otros polifenoles. Se ha demostrado que estos componentes poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que podrían explicar los efectos protectores del café.
Algunos de estos compuestos aumentan el gasto energético, inhiben el daño celular y regulan genes involucrados en la reparación del ADN. Otros han mostrado la capacidad de reducir la resistencia a la insulina, un factor que se ha relacionado con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, de hígado, de mama y de endometrio.
El ácido clorogénico, un compuesto abundante en el café, también ha sido objeto de estudio por su posible impacto positivo en el metabolismo de la glucosa y la regulación de los niveles de insulina. Se ha sugerido que este mecanismo podría ser clave en la reducción del riesgo de cáncer, aunque se requieren más estudios para comprender con precisión la relación entre el café y la incidencia de esta enfermedad.
Consumo de café 1bz3
Pese a los posibles beneficios del café, Kampman enfatiza la importancia de un enfoque equilibrado. Aunque los estudios han encontrado que los consumidores habituales de café tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer de colon, diabetes y enfermedades cardiovasculares, también se ha observado que tienden a llevar un estilo de vida menos saludable que los bebedores de té.
En general, los consumidores de café suelen fumar más y presentar un mayor índice de masa corporal, factores que se asocian con un mayor riesgo de enfermedades. No obstante, los hallazgos sugieren que el café podría ofrecer cierta protección contra estos riesgos, lo que refuerza la hipótesis de sus efectos beneficiosos en la salud.
Por este motivo, el consumo de café debe mantenerse dentro de ciertos límites. La istración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) recomienda no superar los 400 miligramos de cafeína al día, lo que equivale aproximadamente a tres o cuatro tazas de café preparado.
Un consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos adversos como insomnio, ansiedad y malestar estomacal. Además, en pacientes con cáncer sometidos a tratamientos como la quimioterapia, la cafeína puede intensificar algunos efectos secundarios. Por ello, es fundamental que cada persona consulte con su médico para determinar qué cantidad de café es segura y beneficiosa en su caso particular.