Imagen de una mujer.

Imagen de una mujer. IStock. 2240o

Estilo de vida

Qué es el síndrome de la rana hervida: así es el fenómeno que es tendencia y que cada vez afecta a más españoles 3671i

La esencia de este síndrome es que, cuando nuestras condiciones de vida se deterioran gradualmente, nos adaptamos en lugar de deshacernos de ellas. 4u2m3v

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Vivimos en un mundo de cambios. No importa la época ni la situación, vivimos en la constante preparación para algo nuevo. Mientras que hace décadas, la llegada del internet supuso un punto de inflexión, en la actualidad estamos viviendo todas las variantes de esa transformación, pensando qué es lo próximo mientras que seguimos con nuestra vida, inmersos en nuestros hábitos, confiando en que todo sigue más o menos igual.

De hecho, los expertos han descubierto que nos adaptamos con tal destreza a las nuevas circunstancias que olvidamos cómo eran las cosas antes. Y esto se debe a que los cambios suceden de forma gradual. La inteligencia artificial no llegó de improviso, sino que antes de ella tuvimos que enfrentarnos al primer ordenador y la primera red de Internet.

Aunque esta capacidad de adaptación pueda parecer inofensiva, e incluso positiva, los expertos creen que vivimos en una tendencia a permanecer inertes frente a los peligros cuando estos se presentan de manera gradual y que, cuando se observa en fenómenos rutinarios como el trabajo, puede ser perjudicial. Para explicarlo, desarrollaron lo que hoy conocemos como el "síndrome de la rana hervida".

En qué consiste el síndrome de la rana hervida 333v6t

El síndrome de la rana hervida es una metáfora utilizada para ilustrar cómo las personas pueden volverse insensibles o indiferentes ante cambios graduales y perjudiciales en su entorno, especialmente cuando esos cambios ocurren de forma tan lenta que no parecen amenazantes al principio.

Esta idea proviene de un experimento en el que se dice que si se coloca una rana en una olla con agua hirviendo, esta saltará de inmediato para escapar del peligro. Sin embargo, si se coloca en agua a temperatura ambiente y luego se calienta gradualmente, la rana no percibirá el peligro creciente y acabará siendo hervida viva sin intentar escapar.

Como la rana apenas se siente incómoda con el calentamiento del entorno, intenta adaptarse al aumento gradual. Solo cuando el cambio se acelera repentinamente, la rana firma su sentencia, ya que ha perdido la fuerza para saltar de la olla.

El fenómeno de la rana hervida fue presentado por primera vez por Olivier Clark, escritor y filósofo, quien usó esta metáfora para demostrar que un ser humano, sometido a ciertas condiciones, incluso si son incómodas, se acostumbra poco a poco y se queda en ellas.

Aunque el experimento en sí no tiene una base científica sólida y ha sido cuestionado por biólogos —en la realidad las ranas reaccionarían al aumento de temperatura si pudieran escapar—, la metáfora sigue utilizándose para reflexionar sobre nuestra capacidad (o falta de ella) para reconocer y reaccionar ante amenazas lentas pero constantes.

La historia podría relacionarse con lo que conocemos hoy día como el síndrome del burnout: una progresión lenta que a menudo pasa desapercibida hasta que tiene un impacto significativo en nuestra salud, trabajo y relaciones. De hecho, las veces que somos conscientes lo catalogamos como algo "normal", por lo que "todos pasamos".

En la vida real, este síndrome se manifiesta en contextos tanto individuales como colectivos. A nivel personal, puede referirse a situaciones como permanecer en relaciones tóxicas, empleos abusivos o estilos de vida perjudiciales, donde nos vamos acostumbrando al malestar progresivo hasta que el daño es irreversible.

Imagen de ilustración de una rana.

Imagen de ilustración de una rana.

A nivel social o político, el síndrome de la rana hervida muestra cómo las sociedades pueden aceptar gradualmente diferentes cambios, simplemente porque cada paso hacia ese deterioro ocurre de forma tan sutil que no parece justificar una reacción inmediata.

El verdadero peligro de este síndrome radica en la normalización del malestar. Al no reconocer que cada pequeño cambio negativo es parte de una trayectoria más amplia, las personas pueden llegar a aceptar condiciones que en otro momento habrían rechazado directamente.

Los expertos hacen referencia a esta metáfora para advertir sobre la importancia de estar atentos, de cuestionar continuamente nuestro entorno y de no dejar que el miedo al cambio o la comodidad nos impidan tomar decisiones que podrían salvarnos de consecuencias mucho más graves a largo plazo.

En otras palabras, no deberíamos conformarnos con el aumento de las temperaturas, sino ser conscientes de los cambios y actuar cuanto antes. Aunque el agua aún no hierva, si no somos conscientes del calor creciente, podríamos no tener la oportunidad de saltar a tiempo.