En el reciente encuentro sobre las oportunidades que ofrece Melilla, organizado por El Español de Málaga, Miguel Ángel Romero, una de las voces de referencia en el sector de los recursos humanos en nuestra región, ponía en valor el dato de que el pasado año 150.000 ofertas de empleo quedaron vacantes a nivel nacional. 4l1o17

Precisamente el día anterior la Comisión Europea publicaba su estadística de desempleo juvenil en la que España era, una vez más, líder con un 26,6%. Pero a los españoles no nos gana nadie, y también somos líderes europeos en desempleo de personas mayores de 55 años (un 11,6%). A cualquier responsable público que lea esto se le tenía que caer la cara de vergüenza. Da igual el nivel al que se encuentre.

Confrontar estos datos nos demuestra que el problema estructural no es el desempleo, el problema estructural es la ausencia de capacidad pública de poner patas arriba el mercado laboral y atar los cabos de la oferta y la demanda. Llevamos décadas cómodamente situados al filo de la navaja. Repito constantemente que no es un problema de empresarios explotadores y trabajadores vagos (aunque en ambos casos encontramos ejemplos destacados), es un problema de alineación de oferta y demanda en el que la cualificación profesional juega un papel esencial. Muchas de esas 150.000 vacantes no se cubren porque buscan un personal cualificado que escasea.

La falta de voluntad de afrontar con rigor una situación lleva a la adopción de medidas poco eficientes. Es cierto que en los últimos años la economía se ha dinamizado, pero el problema sigue estando ahí. Mientras nuestros responsables se dejan llevar por el vaivén de las estadísticas (mostrando jolgorio cuando son favorables; culpando a la estacionalidad o a lo que sea cuando son desfavorables), la cimentación del mercado laboral sigue dando señales de alerta.

Desde mi punto de vista son varias las teclas que hay que tocar para que la orquesta funcione. La primera es la dirección de orquesta. Aquí cada sección (istración pública) toca una melodía distinta y, además, frecuentemente desafinada. Un servicio nacional de empleo independiente, que ejerciera un liderazgo efectivo sobre los servicios regionales (también independientes) y que pusiera el foco en las necesidades de las personas atendidas sería un buen comienzo. He sido varias veces de estos servicios y su enfoque deja mucho que desear.

Otra tecla a ajustar es la capacitación. A mi modo de ver es la madre del cordero. Seguimos anclados en modelos educativos desfasados y desconectados de la realidad social y laboral, en los que la carga de trabajo del profesorado se ha centrado más en el control istrativo que en el acompañamiento a nuestros jóvenes en su transición al mundo adulto.

Gran parte del alumnado de 16 años apenas tiene ocasión de desarrollar sus vocaciones por falta de conocimiento de sectores profesionales, más allá de las que conoce en su entorno. Es en esa época de la vida en la que pueden conocer las oportunidades que le ofrecen la economía azul, el deporte o lo que sea, por poner un par de ejemplos. Es más, la conexión entre los grados de formación profesional y el mundo de la empresa es escasa, más allá de algunos ejemplos debidamente publicitados.

Ya comenté en mi anterior artículo que en Alemania, donde el modelo de formación profesional es un éxito innegable, las competencias no corresponden a las istraciones sino a las Cámaras de Comercio (que, por cierto, tienen un funcionamiento diferente a las nuestras). No sé si ese modelo funcionaría actualmente aquí, pero que hace falta una mayor alineación es innegable.

La falta de adaptación de las empresas a un modelo de sociedad que busca mejorar su calidad de vida es otro desajuste visible. La conciliación de la vida personal con la profesional es todo un reto. Por lo que sea, a nadie le apetece terminar su jornada laboral a las 19.00 o 20.00 para posteriormente emplear más de una hora en llegar a casa (especialmente si es en transporte público). De pequeño me llamaba la atención cuando viajaba a otros países y a las 18.00 ya estaba todo el mundo en casa disfrutando de sus aficiones y la vida familiar.

No es por falta de medios económicos ni humanos. Cual cabalgata de reyes magos, se asignan cientos de millones de euros a desarrollar políticas de empleo con dudoso resultado. Un ejemplo: como compensación al cierre de una planta eléctrica de carbón se asignaron 78.768.956 euros al desarrollo de planes de empleo en el Campo de Gibraltar. Hoy siguen rozando las 30.000 personas desempleadas en una comarca con una población activa estimada en algo más de 161.000 personas. Es más, a día de hoy, Cádiz sigue siendo una de las provincias con más paro de España y tiene que traer técnicos del extranjero cuando hay que moquetar un barco. Por cierto, el dinero público a invertir en Andalucía (Campo de Gibraltar, Carboneras, Valle del Guadiato) con cargo a esa partida es de 180.717.340 euros y nuestros datos de desempleo siguen fluctuando en los mismos niveles desde hace lustros.

Las istraciones nacionales, regionales, provinciales y locales (algunas de ellas sin competencias en este asunto) tienen miles de técnicos perfectamente capacitados para afrontar un reto de estas características pero que están maniatados por programas y procedimientos que escapan a la comprensión de los mortales. Estos ojos han visto cómo los mismos técnicos que ofrecían orientación laboral tenían prohibido hacer llegar ofertas de empleo a personas desempleadas porque esa función era de otro programa. Un disparate.

La motivación de los equipos de empleo es fundamental. Durante décadas he participado en programas de inserción laboral de personas en situación de exclusión social. No exagero si digo que hablo de más de 10.000 personas atendidas (muchas de ellas en situaciones extremas) y el ratio de inserción laboral era espectacular. Pero el apoyo personal que ofrecía el equipo formado por Marisa, Esperanza, Estela, Yolanda, Ana y muchas más que les precedieron iba más allá de la simple atención al público. Se escuchaba a cada una de esas personas, se analizaban sus capacidades, sus circunstancias, se les mejoraba en sus puntos flacos, se les formaba … Y en paralelo se hablaba con las empresas, se les escuchaba, se analizaban sus oportunidades, se les formaba, … En resumen, a ofertantes y demandantes se les acompañaba en el camino.

El mercado laboral es el que es y muchas de esas inserciones eran trabajos ocasionales, pero no menos de 500 personas encontraron trabajos estables y de calidad durante ese periodo. Si una pandilla de 4 locos llega a esos niveles, ¿habría paro si todo el capital humano de las istraciones con competencias pudiera poner el foco donde lo tienen que poner?

Tampoco tenemos un modelo que facilite el emprendimiento. Es más, si pisamos tierra, desde la propia istración pública se desincentiva el emprendimiento. En más de una ocasión he propuesto que habría que otorgar la Medalla al Mérito Emprendedor a aquella persona que sea capaz de darse de alta correctamente on line sola y en una sola jornada. Distintivo azul si es en una mañana. ¿Han probado en pedir cita en cualquier servicio de apoyo al emprendedor?

El año pasado recibí tres delegaciones parlamentarias europeas que querían conocer las causas del desempleo juvenil en Andalucía y no salían de su asombro al conocer el desfase existente entre mercado laboral y cualificación profesional. ¿Sabían ustedes que hay empresas que para soldar molinos de viento en Andalucía tienen que traer los soldadores de Noruega? En una región donde está prevista la instalación de miles de molinos ¿no se nos ha ocurrido formar nuestros especialistas?

No se trata de caer en nacionalismos de feria, sino de poner en orden nuestra casa en lugar de perdernos en debates interesados acerca del color de cada cual. Se trata de casar el dato de puestos de trabajo vacantes y el de personas desempleadas. Básicamente se trata de ponerse a trabajar.